La inmortalidad vista desde fuera
Uno siempre pensĂł que en esto de la vida las medias tintas eran lo peor. O se morĂa joven, evitando en la medida de lo posible el desencanto de ver que el tiempo pasaba y todo acabarĂa, o no se morĂa nunca y el desencanto desaparecĂa en una eternidad de posibilidades.
De modo que la vida se convertĂa en una lucha entre las ganas de perecer y el deseo de no hacerlo nunca.
Sucede que llega un momento en el que morir joven comienza a resultar cada vez más difĂcil, hasta un punto en que parece convertirse en una autĂ©ntica utopĂa. No puede morir joven quien ya no es joven.Queda Ăşnicamente, como modo de evitar la estulticia de las medias tintas, alcanzar la inmortalidad. Y su bĂşsqueda se convierte en tanto más angustiosa cuanto que se yergue ya como Ăşnica posibilidad fiable.
Es preocupante que la Ăşnica posibilidad de huir de la vulgaridad humana radique en una fantasĂa que cualquiera de esos vulgares humanos tacharĂa de delirio intolerable.
¿Alguien guarda en algĂşn lugar el secreto de la inmortalidad? Que lo pase, por favor...





Contra la eternidad, el momento del instante.
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