La danza macabra

Fumanchú, el CHINAclero disconforme [colaborador]

Vivo en er Pagolumo y él viene a verme todos las noches en su vieja moto. Hoy me ha invitado al cine, su abuela le regalo el domingo 15 euros. Nos queremos muchísimo y tenemos futuro, aunque muy lejano. Un día encontraremos trabajo y nos compraremos una moto nueva y si seguimos trabajando el carnet y hasta un coche entre los dos. Lo acercaré al trabajo y luego lo recogeré y quién sabe quizás hasta construiremos nuestra casa en un trozo de tierra que mis padres dicen que es mía a partir de la higuera. La construiremos aunque tardemos 20 años, juntando para cemento y ladrillos, la mano de obra gratis porque tengo a sus hermanos y a los míos y mi padre me ayudará con las partes más difíciles, los cimientos y el techo.

Lo importante es que tenemos la base, el terreno, lo haremos poquito a poco, el banco no da ahora nada a nadie, cuanto más a nosotros que pa colmo no tengo ni sardo en el móvil. Ya podrían venir otra vez aquellos tiempos que lo daban todo. Como los pisos están tan baratos y los coches, los niños. ¡Noo! niños ni pensarlo por mucho que me gusten. Como me quede periñá entonces sí que estaré bien jodía.

La cantidad de castillitos que pasan por mi cabecita en la oscuridad de este cine. Observo lo atento que esta él en la película. Me dejaré caer en su hombro y seguiré soñando. Ya acabó la película y me he quedado dormida sin darme cuenta, intentaré disimular.

Nos vamos ya al Pagolumo. Hace frio en moto pero me agarraré a él y lo apretaré con fuerzas. Tengo ganas de llegar, nunca me gustó esta carretera oscura y solitaria. Pero ¡¿Qué es esto?! La moto se ha parado. Él me dice que llame por teléfono a alguno de mis hermanos, que su móvil no tiene batería ¡Dios mío, y el mío sin sardo!

Allá vamos los tres hacia el polígono, la noche no pudo ser más oscura y le pregunto que si sabe por qué a este polígono le llama Pelagatos y él sonríe mientras oculta la moto detrás de los contenedores. Nos quedamos solo los dos. Vamos hacia la carretera. Con suerte algún conocido nos acercará. Él me mira, intenta gastarme una broma de susto que no me hace ninguna gracia. Al fondo veo unas sombras atravesando la calle y detrás nuestra se oyen unos ruidos. Él está asustado, por eso me dice que corramos, y corremos de la mano calle abajo, pero salen de todos lados. Nos volvemos hacia la rotonda central y junto a ella nos acorralan y nos rodean. Son 20, 30 40, quién sabe.

De pronto veo en sus ojos cara de maldad al igual que a todos y a todas, que me miran de la misma forma. Él está con ellos y se muerden el labio inferior con el superior, me desean. De pronto, se tocan la entrepierna con la mano abierta y se la frotan todos a la vez y comienza una perfecta y armónica danza macabra con mi novio en medio tocándose los güevos. Yo quiero gritar y el grito no me sale, me paraliza, y ellos bailan y bailan.

El paisaje es desolador, el polígono da pena de día y miedo de noche, sus aceras rotas, matas de hierbas sobre ellas, despojos por cualquier rincón y frente a mí, ellos bailan y bailan hasta que se paran en seco.

Yo le pregunto a él que quiénes son y me dice que son los olvidados de Chiclana, los parados, los Pelagatos que no tienen otra cosa que hacer que deambular por su polígono. Me dice que no todo en la vida es sueño, que aparte de los sueños está la realidad y, sobre todo, las pesadillas que me han traído hacia aquí, la que me dice que yo para ellos soy un hermoso sueño a perseguir.

Empiezo a correr y corro para despistarlos pero es imposible. Son muchos, cada vez más. Doy un trompicón con una de esas malditas aceras, creo que me lastimé er tobillo. No me puedo levantar, ya están junto a mí, me tocan, me tiran de la ropa cuando de pronto grito con todas mis fuerzas y esta vez me sale el grito despavorido. Veo que se vuelven de espaldas y mi novio me pregunta qué me pasa a la vez que me doy cuenta de que la gente es la del cine, que se va porque ha acabado la película. Me he quedado dormida, qué pesadilla más tonta.

Hace frío en moto, pero procuraré agarrarme a él todo lo que pueda porque es lo único grande que tengo para mí vida. Tengo ganas de llegar ya al Pagolumo. Mira que si se para la moto ahora.