A la izquierda chiclanera, a sus agitadores sociales

[por Ana Rodríguez Muñoz]
Sería una gran mentira, y un error, pensar que los actores de la política chiclanera son sólo aquellos que permanecen inmóviles en el escenario, los butrones, guerreros, romanes, y un largo etcétera de caras conocidas o no, que procuran, por unos u otros motivos, no salirse del foco. Llega el momento de que empecemos a hablar de la obra completa, de tramoyistas, técnicos y, sobre todo, de directores de escena.



En la política chiclanera, como en todos los lugares de este país y del mundo, existe un buen número de personas que crean opinión, que movilizan, agitan y cambian el rumbo de las cosas, pasando, en mayor o menor grado desapercibidos. Detrás de los discursos, en ocasiones muy bien elaborados, de los portavoces de partidos minoritarios existen “asesores”, agitadores sociales que prefieren operar detrás del telón y no quemarse en la vorágine política, pero que sí utilizan a estos personajes políticos como peones, a lo sumo alfiles, en una partida de ajedrez. Existe mucho de esto en la izquierda chiclanera, fuera de las asambleas y de los consejos locales.

Se acerca uno al círculo político, con una base ideológica de izquierdas forjada en una corta trayectoria de vida por la educación en valores que ha recibido en la familia, por las vivencias, porque no entiende la vida y las relaciones de personales de otra manera; y se acerca conociendo a un pequeño pero nutrido grupo de pensadores, intelectuales que, aunque a veces no lo parezca y muchos de ustedes no los conozca, existen en esta ciudad.

DECEPCIONES, SOLEDADES, COBARDÍAS

Resulta que intenta uno absorber, cual esponja, sus discursos, sus planteamientos ideológicos, creyendo, sin lugar a dudas, que existe otra forma de organizar la sociedad, otra forma de llevar la ciudad y las relaciones que mantienen sus gentes. Llega gente joven, entre las que me incluyo, con ganas de partirse la cara en la vanguardia, entendiendo que las cosas siempre pueden cambiar si todos queremos que cambien.

Y al final, decepciones, soledades, cobardías y discursos con dobles intenciones. Nos hemos acercado, y continuaremos acercándonos, a todos aquellos colectivos, y líderes escondidos tras ellos, que podrían unir fuerzas para cambiar el rumbo de las cosas. En su mayoría nos hemos encontrado los brazos abiertos, sí es cierto.

Pero en referencia a aquellos que han andado siempre detrás de cada plataforma ciudadana, detrás de cada movilización, bajo colectivos o sindicatos (no seré yo quien acabe con el anonimato de quien no lo desea así), lo único que nos hemos encontrado son auténticos agitadores sociales, incapaces de entender un discurso limpio sin dobles intenciones, buscando siempre la conspiración y la encerrona detrás de quienes lo único que pretenden es poner en práctica un proyecto constructivo, llevando a cabo lo que tantas veces les hemos oído pregonar.

OPCIÓN DE FUTURO VÁLIDO

Después de tantos años luchando contra un gobierno socialista, acomodado en el poder, se les ha olvidado a muchos que el fin no siempre justifica los medios. Se les ha olvidado que no se puede construir destruyendo, y que es un grave error desechar y quemar por el camino a la gente joven que llega con las ideas claras y la mente limpia para empezar a construir proyectos de futuro diferentes, que, al menos, conformen una opción válida.

Tanta ha sido, durante años, la obsesión con el árbol, que se les olvida mirar el bosque. La realidad es que la lucha para desbancar al PSOE del poder la ganaron, la ganasteis, y la realidad también es que no existía una alternativa válida que consiguiera reconducir la situación. La realidad es que, enfrascados en la operación de cambiar de gobierno se les olvidó a muchos que la alternativa debía ser una opción de futuro válida. La situación ya no es la misma, ya los ciudadanos han comprobado que las alternativas planteadas fracasaron y cayeron, de inmediato, en las malas artes que brinda la erótica del poder.

Ahora la realidad, por triste que parezca, es que tenemos, en general, una clase política ya manida, que empieza oler a rancio y no convencer a nadie. Que los ciudadanos avanzan, a pasos agigantados hacia el desencanto, que es el momento de empezar desde cero con proyectos nuevos, con ideas nuevas y, sobre todo, honestas. Que tenemos que reinventar la izquierda en esta ciudad y, para ello, es necesario aunar fuerzas.

DESENCANTO

Sin embargo, llega el desencanto cuando uno comprueba que, de quien pretende aprender y nutrirse, en quien pretende apoyarse para dar pasos firmes hacia adelante, prefiere mantener el “status quo” y continuar agitando en la sombra, continuar en batallas perdidas, utilizando a personajes a los que ya se les ha descubierto un discurso vacío totalmente de ideología, pero que consiguen mantener el circo mediático en que se ha convertido la política, sin pararse a hablar de lo que ya tendríamos que estar discutiendo y debatiendo: el futuro de una ciudad.

Quizás esto no sea más que la constatación de una realidad: la realidad de quien prefiere mantener calmada su inquietud social, justificando siempre que si no consiguen llegar a buen puerto es porque el enemigo arrasa con su rodillo, y no porque seamos incapaces de unirnos para construir en positivo.

No sólo yo, los jóvenes que hemos decidido embarcarnos en este proyecto, hacemos un llamamiento a la conciencia de quien cree de verdad que un proyecto de izquierdas debe ser el que reconduzca el futuro de esta ciudad. Muy por encima de conflictos partidistas, muy por encima de las formas en que cada uno crea oportuno luchar y movilizarse y en qué escenario, es el momento de aunar voluntades, debatir y poner en común, sin zancadillas y sin dobleces, para, al menos, volver a recuperar la confianza ciudadana.

ANA RODRÍGUEZ MUÑOZ