Todos los locos miran igual

AsĂ que sĂłlo hay que buscar esa mirada en los ojos de la gente y reconocerlos, pues, como locos.
Sucede que no sabemos cómo es esa mirada, asà que habrá que buscar un loco, comprobar cómo mira y obtener, de ese modo, un modelo de prueba.
Pero... ¿quiĂ©n está loco? ¿QuĂ© es, en realidad, un loco? ¿El asesino en serie, el artista bohemio o el abogado yuppie? ¿El que camina desnudo por la calle o el que se escandaliza al verlo? ¿El que entrega todos sus bienes a la beneficencia y queda en la miseria o el que atesora dinero en un banco y se niega a hacer uso práctico de Ă©l? ¿El que es diferente a los demás y por tanto actĂşa y piensa de forma distinta, o el que sigue los cánones marcados desde fuera sin tan siquiera planteárselos?

Todos los locos miran igual, y quizá esa igualdad en la mirada radique en que, en esencia, son diferentes a las miradas grises y vacĂas de los que jamás se llamarĂan locos a sĂ mismos, de los que huyen de la locura como de un terremoto que pudiera sacudir sus ideas y hacerlas germinar, de los que vuelven la cabeza para no concebir la posibilidad de que algo que les es ajeno pudiera no ser dañino, sino superior.
Ojalá encuentre la mirada de los locos al mirarme al espejo.
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