La falsa caridad

Santiago Laz [colaborador]

Hay un “limosnero” en Chamartín que representa a los Mandela de postín, obras sociales con filtros “apuntantos” que capitalizan la bondad perecedera, es la nueva Responsabilidad Social Corporativa y sus adalides, de la R.S.C. a la F.C. (falsa caridad) una de la líneas estratégicas de los Neodircom de instituciones y empresas, una llamada a las puertas de las ONG´S ofreciendo cubos de agua.



Algunos apuestan de verdad por el propio fin ante el hermanamiento, otros se llenan la boca regalando camisetas o entradas para la “Peace Cup”, o mejor dicho la Copa de la Paz Interior, luego llegan esos embajadores de la ONU con piernas aseguradas en 100 millones de euros para hacerse la foto en Senegal. No digo que este mal que la BP plante arbolitos, o que la Industria pesada se vuelva de repente ecologista con alguna campaña de concienciación, sólo que el consumidor o prescriptor, detecta hoy en día entre la publicidad encubierta en forma de noticia o la legítima compensación de un cargo de conciencia. Con la segunda opción amodorrarán mejor al tele-incauto con un pozo, que con un cubo de agua, al fin y al cabo son principios de velcro o unas migas con champán, y si sigo parecería al hiperbólico Sabina.

Como yo también tengo que subsistir, ahí va una idea para los absorbedores de la trasgresión, en forma de proverbio Chino: “Si me das pescado, comeré hoy, si me enseñas a pescar podré comer mañana”. Estoy seguro, que con este recurso no sólo se beneficia a su anunciante, sino también al hambriento. Un primer paso para transformar al filantrópico efervescente, ese que convalida la reputación de su empresa con una columna por fardo de arroz. Si seguimos soñando, cambiaríamos hasta el viejo estilo de la iglesia y su ayuda por fascículos: “… al bosque te fuiste, de hoja te cubriste, al pobre socorriste con una limosna que le diste” La Comunicación corporativa, al igual que la institución con más fieles en el mundo, sabe que si dejamos de dosificar la bondad y lo damos todo, se cierra el chiringuito.