La ruleta rusa
En algo seguro que hemos mejorado. El año pasado por estas fechas el paro subĂa a pesar de que el verano suele ser propicio para la bajada de estas estadĂsticas. El pasado mes de julio nos trajo nuevas bajadas (como no se veĂan desde 2004), aunque tampoco estamos como para lanzar las campanas al vuelo.
En este caso todos tienen razĂłn. El Gobierno al felicitarse por el descenso del desempleo gracias a la acciĂłn conjunta de la temporalidad laboral inherente a los meses estivales y los efectos del Plan E. Afortunadamente, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, ha aprendido lo que es la cautela y habla de forma realista al prever un aumento de los no ocupados a partir de septiembre u octubre.
La oposición también es certera en su diagnóstico. La temporalidad no es un salvavidas. Es más, debiera ser algo a eliminar por cuanto lo que interesa para reducir las cifras del paro es crear empleo estable y no coartado por limitaciones temporales. Los sindicatos se suman a este deseo.
Pero el poder ilusionante y tranquilizador que tiene una gráfica descendente entre la poblaciĂłn, que al fin y al cabo es la que más sufre la recesiĂłn, es algo a tener en cuenta. La gente ya no transita los caminos del pesimismo más exacerbado. Busca clavos (en forma de cifras positivas o gráficas descendentes), a los que agarrarse para creer que estamos saliendo de la crisis, aunque este escenario estĂ© aĂşn bastante alejado, siempre segĂşn lo que expresan nuestros representantes polĂticos y dicta el sentido comĂşn. Lo curioso es que, hablándose tanto de cambios en el modelo productivo, cuando en verano desciende el desempleo siempre es en los mismos sectores: servicios y construcciĂłn. Para la utopĂa queda tiempo para soñar y espacio para poder llevarla a cabo, aunque creamos que la empresa es complicada. Si seguimos siendo un paĂs de sirvientes y ladrillo, la prĂłxima vez que juguemos a la ruleta rusa con las cifras del paro, podrĂamos salir escaldados.





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