POEMAS

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Quimeras
Deseo que llegue la noche
para dormir y olvidar que vivo,
para soñar con ramas de olivo
y palomas mensajeras de la paz.
Con que callan los cañones y lamentos,
con JesĂşs y Mahoma dialogando
y con Buda dando fe de aquel momento
y de todo lo que andaban platicando.
Con las botas y los sables en los museos,
las guitarras y las flores por las calles,
y los niños, arcoiris de colores, en los parques
y plazuelas alborotando.
Pero llega el nuevo dĂa con su Sol
que no puede alumbrar la oscuridad
de las almas de esos seres corrompidos
que anteponen su ambiciĂłn a la bondad.
De ti quisiera ser
De ti quisiera ser el aire que respiras,
el agua de tu vaso para saciar tu sed,
la flor que tus pupilas tan dulcemente miran,
en fin, tu propia sombra quisiera poder ser.
De ti quisiera ser las lágrimas en tu cara,
para, suavemente, acariciar tu piel,
la risa de tu boca, tan cantarina y clara,
en fin, tu propio cuerpo quisiera poder ser.
De ti quisiera ser la luz que te ilumina,
para enseñar al mundo tu belleza, mujer,
la idea que en tu cabeza, mi amor, tu imaginas,
tu cuerpo y tu sombra quisiera poder ser.
Quisiera poder ser tantas cosas, mi amor,
para, estando contigo, sentir lo que tĂş sientes,
porque con tu ausencia, mi soledad y dolor,
bullen, cual torbellino, nublándome la mente.
La juventud y el tiempo
Parece que será eterna, la juventud,
y, entre dimes y diretes,
requiebros y sonsonetes,
te llega sin darte cuenta, la senectud.
Que al mundo comerse puede,
piensa el joven en su inconsciencia
más, sin ninguna clemencia,
todo queda como debe:
el mundo siendo más mundo
y el vigor en decadencia.
Porque la ley natural
del hombre es hacerse viejo,
si es que cuida su pellejo,
y todo siga tal cual.
Y como dijo aquel sabio,
pensando en buenos momentos:
“el mal de la juventud,
tiene cura con el tiempo”.
A un maestro del cante
Louis Armstrong del flamenco,
maestro entre los maestros,
con esa voz desgarrada
con la que marcas los tiempos.
Soleares, seguiriyas, alegrĂas,
tangos, tientos...
son en tu garganta duendes
con paladar de otros tiempos.
Con voz gitana de fragua,
tu cante jondo es divino
Que afinen bien la guitarra,
que su temple sea muy fino,
que canta Alonso Núñéz,
que ya canta Rancapino
olĂ© tus gĂĽevo¡¡¡
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