Desde la India - 4 [REPORTAJE]

Momentos de la vida diaria
En un lugar de la ciudad de Hajipur hay cuatro calles que se cruzan entre sí. No son las únicas, obviamente, y ni siquiera tienen, aparentemente, nada en especial si se comparan con el resto de las calles de esta ciudad. Pero son cuatro calles que se cruzan en un punto y en este punto de encuentro se tropiezan momentos de la vida diaria que hacen de este lugar, tal vez, atractivo e interesante. El que va y el que viene, el que está ahí llevando su negocio o el que simplemente está ahí como espectador, observando todo lo que pasa. Todos, sin duda, son piezas, más que menos, de este cruce.
No es un cruce geométricamente perfecto, una de las esquinas sobresale sobre las demás y otra describe una línea curva y tienen una orientación más o menos siguiendo los puntos cardinales, norte-sur, este-oeste. Una de estas calles, la orientada al norte, es una de las entradas que da a la ciudad. Es una calle larga y estrecha donde sólo hay sitio para un coche. El que venga de frente pasa a lo justo si ambos se echan a un lado. Comercios y viviendas la recorren, además de un templo hindú a mitad de camino.
Al final de esta calle, cuando se llega al cruce, se encuentra con esa esquina que sobresale sobre las demás. Es la entrada a una mezquita y aparenta ser muy antigua. O tal vez lo aparente por ser un edificio viejo, descuidado y desconchado. Se aprecia que esta esquina de la mezquita hacía mucho tiempo que sus paredes eran blancas. Este punto se llama Masjid Chowk y da nombre a la mezquita.
De mezquita sólo tiene eso, una esquina. Todo lo demás que hay a sus lados son comercios. Sin embargo, como toda mezquita, también tiene minarete, tres y muy pequeños, y son sólo un motivo decorativo, además de azulejos con escrituras en árabe en lo poco que hay de fachada. Una escalera estrecha y empinada lleva al fiel a acceder al templo.
TEMPLO ANTIGUO Y DESCONCHADO
Al final de la escalera se llega a un patio y al lugar de oración. Éste es el techo que cubre todos los comercios a los lados de esta esquina. Además, el templo es tan antiguo, descuidado y desconchado como su entrada. Esto no impide que los fieles vayan a orar las cinco veces que toca al día. Con todo, lo hacen en el patio ya que el templo está en proceso de rehabilitación.
Uno de los lados de la esquina de esta mezquita da a la calle que está orientada al sur. Justo pegada a la entrada de esta hay un tenderete. Que parezca una tienda lo es porque una señora muy vieja vende algunos artículos. Es un escueto espacio dentro de la pared, del tamaño de una ventana. Es el escaparate para los pocos artículos que esta abuela expone al público. Cigarrillos, tabaco suelto, hojas de una planta llamada Pan que se mascan mezclada con tabaco.
Y unos paquetillos que contienen unos polvos de diferentes sabores que los hombres toman para saborear y refrescar su boca. Esta señora mayor, con su cara y manos arrugadas, atiende su negocio en plena calle, de cuclillas o sentada en lo que aparenta ser a un banco de ladrillos, mientras espera a cualquier cliente que pase por ahí.
BARBERO DE BIGOTE BIEN PEINADO

El barbero es un tipo curioso. Un hombre rechoncho que va en camiseta interior blanca, pantalones remangados por encima de los tobillos y la cintura subida casi hasta el cuello y chancletas. Con bigote perfectamente recortado y peinado, combina su tiempo cortando el pelo o afeitando y manteniendo relaciones sociales con los que por allí pasan o simplemente están en este cruce de caminos.
Frente a la barbería y al puesto de la abuela, hay un templo muy pequeño dedicado al dios Hanuman. Un dios que es un mono, pero con algunos rasgos humanos. Es el dios dedicado a la fuerza y al conocimiento. El templo está dejado caer hacia delante debido a las raíces de un enorme y hermoso árbol. Un árbol que es sagrado.
ESPECTADORES DE PRIMERA FILA
A escasos metros de esta esquina de la mezquita está el otro punto del cruce, sin esquina, con forma curva y que lleva a las calles orientadas al norte y al oeste. Esta parte la conforman edificios de dos plantas donde las bajas son tiendas y alguna que otra pastelería. Por encima de estos comercios toda la fachada está cubierta de carteles publicitarios, en su mayoría de telefonía móvil y alguna agencia de viajes.
Las tiendas de la planta baja, no son mucho más espaciosas que la barbería del barbero rechoncho de bigote bien peinado. Sólo hay espacio para sus vendedores y sus artículos que son más variados que los de la abuela de la esquina de enfrente. Ella sabrá cómo llevar su negocio para que le rente, teniendo en cuenta la competencia de los del otro lado de la esquina de la mezquita. Estos vendedores en sus ratos de descanso son espectadores de primera fila de todo lo que pasa por esa esquina de un lado para otro.
Enfrente, hay al edificio que hace esquina con la calle que da al oeste, con una pequeña plazoleta, mínimamente amplia, que ofrece algo más de espacio para el tráfico de coches, bicicletas, rixos, moto-rixos, caminantes y perros callejeros. Aunque, la mayoría de las veces, esto es un problema ya que esta plazoleta se conecta con el cruce estrecho de la esquina de esa mezquita. Esta plazoleta sirve como parada para los rixos, un lugar para descansar y para hacerse con algún cliente.
DESORDEN DE TRÁFICO
El edificio de esta plazoleta que hace esquina es de dos plantas. La planta superior es mucho más vieja, descuidada y desconchada que la mezquita. En su fachada tan deteriorada, una cartelera anuncia el próximo estreno de las grandes producciones cinematográficas del cine de Bollywood de la India. Carteles de gran colorido y muy expresivos normalmente. Aunque la oferta filmográfica no es muy frecuente; el cartel puede permanecer semanas hasta decolorarse, despegarse y caerse finalmente.
Lo más destacable de este cruce de caminos es todo el ruido que normalmente impera debido al gran flujo de vehículos y gente que pasa a cada momento. Coches, rixos, moto-rixos, bicicletas, caminantes y hasta el perro callejero de antes. Lo común es que siempre haya atascos. Todos quieren pasar al mismo tiempo. El orden no tiene cabida aquí. Cada uno piensa en sí mismo y en cómo tomar la esquina de la mezquita. Y para ello lo hacen sonando la bocina del coche o el moto-rixo. El rixo y la bicicleta, el timbre y el caminante, pues vociferando. El perro callejero pasa como puede o como le dejen.
LA ESQUINA DEL RUIDO
Es un concierto de ruido. El tráfico bloquea la esquina de la mezquita, pero es normal. Muchas veces, por un momento nadie puede pasar y parece como si todo se parase por un instante. Sin embargo todo este desorden está tan bien organizado que cuando alguien hace un movimiento clave con la rueda de la bici, el rixo o lo que sea, el tráfico vuelve a fluir en el orden que se requiere en este lugar.
Y el ruido. Todo es ruido en esta esquina. Pero raramente, como si un milagro fuera, por un momento no hay movimiento, nadie pasa, como si todo se parara en ese cruce de la esquina de la mezquita. Y el silencio, maravillosamente sepulcral, reina pacíficamente, aunque sólo sea por un instante fotográfico en la esquina de la mezquita de este cruce de caminos.
RFG

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