El Principito de Antoine de Saint-Exupéry

Cuando leí El Principito con 10 años me pareció un cuento algo insulso sobre un niño que va de un lado a otro buscando amigos. No le encontré mucho más. Eso sí, el contexto de galaxias y viajes interestelares, así como la inocencia bobalicona del protagonista, me hacían sonreír.

Ahora he leído El Principito con 30 años. Creo que es un ejemplo de la candidez perdida, de un pasado de sueños e ideales que se han ido para siempre y que necesitan de un milagro interestelar para volver, aunque sólo sea fugazmente. Ahora, el protagonismo del libro ha pasado del joven Príncipe al piloto que comprende que el mundo nunca fue realmente como de niño pensó que era. Ahora su lectura me provoca ganas de llorar.
Siempre ponen a El Principito como ejemplo de libro que cambia con los años. Pero el libro sigue siendo el mismo, es el lector quien cambia. De hecho, no es El Principito un libro único en su especie. Sensaciones parecidas me invadieron al releer Demian, de Herman Hesse, y 1984, de George Orwell, por ejemplo.
Me da auténtico pavor pensar en las consecuencias de una lectura de estos libros a los 40. Afortunadamente, diez años es mucho tiempo y sobrevivir a ellos, en principio, altamente improbable...
fumanchu dice: si es verdad estoy de acuerdo que triste a mi me paso lo mismo cuando de niño leí "Raíces" con Kunta kinte.
ResponderEliminarEl principito es una realidad del paso de los años, como lo es Platero y yo, otra obra maestra que aprecias más cuando cumples más años. La sociedad cambio y nosotros también, de ahí que sabe más el demonio por viejo que por diablo.
ResponderEliminarfumanchu dice: "EN EL NOMBRE DE LA ROSA" de Ugo Eco también era un gran libro en su epoca y ahora no me entras ganas de leerlo y no se porque me recuerda ar pezoe
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