EDITORIAL - octubre 2009

El Partido Andalucista, la casa de los líos

De nuevo tenemos que hablar del Partido Andalucista y de la enésima crisis que sufre en Chiclana. Desde hace unos diez o doce años este partido no levanta cabeza, cambiando secretarios locales como el que cambia de camisa, creando gestoras como el que hace churros y poniendo al frente de éstas a concejales de ciudades cercanas que lo único que saben de Chiclana es que tiene una playa llamada La Barrosa y poco más. O ni eso. Lo peor es que nada importan estos líos a las direcciones provinciales y regionales, que cambian de secretarios, comités, candidatos a la alcaldía y concejales con tanta facilidad que crea una sensación de impotencia en los militantes y votantes.


Los problemas del PA vienen de lejos, de cuando era concejal el añorado Ildefonso Guerrero. A pesar de ser un hombre tranquilo y reflexivo no aguantó más y se fue por problemas con Carlos Cana, que también ha estado en otros fregados y crisis, resurgiendo como el Ave Fénix cada vez que parecía que sus horas en el partido estaban contadas. Se le ha acusado de cargarse a varios secretarios, aunque no siempre ha sido el culpable. Esta vez, todo apunta a Manolo Guerrero.

Pero no debemos olvidar otros sucesos acaecidos no hace mucho, cuando el comité local fue destituido y se encerró en la sede del partido, en la calle La Fuente, teniendo que darles comida desde fuera y subir las bolsas con cuerdas, con agresiones a los responsables provinciales cuando éstos fueron a hablar con ellos para que depusieran su actitud. Después, los destituidos se pasaron al PSA y alguno de sus dirigentes cruzó el Iro tras abandonar a Pacheco y se alió con el PSOE. De película, vamos.

En los años siguientes siguieron los líos, con un candidato que abandonaba semanas antes de las elecciones por estar ronco, aunque después dio la cara y se la partieron en las urnas; nuevos comités, nuevos secretarios locales, nuevas destituciones, nuevas gestoras y los líos continuaron hasta el día de hoy. Buscaron a Velázquez y se lo cargaron, o quisieron hacerlo y se fue antes de que lo echaran; buscaron a Bejarano y cuando consigue formar un buen equipo y llevar de nuevo al PA al Ayuntamiento tras años de sequía, le dan la puñalada y crean una gestora, en la que ponen a los que lucharon para echarlo.

Después vendría Estefanía Benítez, a la que se han llevado por delante, manteniendo a Guerrero, que siempre parece estar viviendo sus últimos momentos y que resucita con más fuerza, alcanzando mayor poder. Lo sucedido en esta ocasión es de chiste, pues a pesar de haber pedido el comité local la apertura de expediente y abogar por su expulsión y de estar de acuerdo el provincial, al final le dio la vuelta a la tortilla y se ha cargado a su enemiga en el Consistorio, quedando como único representante del PA. Una jugada maestra. Manolo Guerrero es experto en confabular y para ello recurre a lo que sea y a quien sea.

Y para terminar de arreglarlo ponen al frente de la gestora a un concejal de Sanlúcar que está inhabilitado para ejercer cargo público por sus líos políticos en esa ciudad. Ahora quieren que Estefanía les entregue el acta de concejala, pero se van a quedar con las ganas.

El PA huele a muerto y el único que puede lograr que no lo entierren para los restos es, curiosamente, Guerrero, que garantiza uno o dos concejales vaya en el partido que vaya. Teniendo en cuenta que a nuestros dirigentes políticos lo único que les interesa es seguir viviendo del cuento no sería extraño que repitiera como candidato. Cosas más raras se han visto. Pobre PA. Descanse en paz.