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Mis millones

JesĂşs M. AragĂłn [colaborador]

No sé su nombre. Ni siquiera tuve el detalle de preguntárselo porque iba con prisa, como casi siempre.
Bromeó conmigo sobre la espera necesaria para hacernos millonarios. Ella pidió una apuesta, -lo mínimo-, dijo, de todo lo que tuviera bote. Yo jugué mis cuatro columnas semanales de la quiniela, que más que por avaricia juego por diversión dominical.


A los pocos segundos vi la luz que desprendian sus ojos. Era menuda, de unos 45, coqueta y presumida como una adolescente, inquieta. Al salir del puesto de loterías se apresuró a ponerse a mi lado. Hablaba y hablaba pero yo casi no la escuchaba. De repente pronunció la palabra mágica. Cáncer. Tengo cáncer, me espetó.

En ese momento sus ojos me parecieron un poco más cercanos. En ellos había si cabe algo más de pasión, algo más de ternura, mucho más de miedo.

Ella hablaba de dinero, de lo que harĂ­a con los millones que le gustarĂ­a que le tocaran. -Una clĂ­nica para que nadie tenga que esperar en listas interminables para darse quimio serĂ­a lo primero-. Mientras, yo caminaba cabizbajo, con la indecisiĂłn de no saber si escuchar el resto de su historia o marcharme corriendo, asustado de una realidad que no habĂ­a previsto ver ese dĂ­a y que me llegĂł al alma por su cercanĂ­a.

Cuando me alejé sentí una emoción extraña. Pensé que si me tocase la quiniela, una de esas de muchos millones con las que todo el mundo sueña para dejar de trabajar, haría lo mismo que mi amiga efímera que me puso delante el azar.

Al fin y al cabo el dinero sĂłlo sirve para hacer felĂ­z a quien no lo tiene, o deberĂ­a servir para eso por lo menos.

Ella lo tenía claro. -Un pellizquito para mis hijos, y el resto para quien está sufriendo-, dijo antes de desaparecer entre los escaparates de la galería comercial donde me la encontré.

Ojalá tengas suerte. Allá donde estés, te llames como te llames, tengas el tipo de cáncer que tengas. Tú ya eres millonaria. La vida te ha reservado un papel estelar y el destino, tarde o temprano, te recompensará con la felicidad que añoras.

Yo ya lo tengo decidido. Yo cambio mi fortuna por tu sonrisa. Yo entrego todo el dinero del mundo si me prometes que la próxima vez que nos encontremos me mirarás y me dirás que has logrado vencer a ese monstruo grandote y feo que te tiene atrapada.

Ni siquiera sé tu nombre. Pero yo cambio mis millones por tu vida.


7 comentarios:

  1. Muy bueno, ¡bien venido!

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  2. Precioso, muy buena forma de comentarlo.

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  3. fumanchu dice: que barbaridad lo que son capaces los ricos de decir para justificar segĂşn ellos su gran generosidad y su gran corazĂłn.
    El movimiento se demuestra andando, que lastima hombre que resulta que la vieja se te perdiĂł.
    Existe diecisiete mil millones de millones de causas en este mundo para repartir tus millones picha. déjate de rollo. mucho te quiero perrito pero pan poquito

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  4. ¿para cuando repartes tu pan 'fumanchu, o lo estas mojando en vino?

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  5. fumanchu dice: yo no reparto lo que no tengo.

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  6. anda, anda FUMAN!! .... que ya sabemos

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  7. Yo opino lo mismo que el fumi.
    Además, no hace falta tener muchos millones para ser generoso. Se comparte lo que se tiene, no lo que se desearĂ­a tener. Y cuanto más se tenga menos se quiere compartir. Todos vamos con la escusa de la quiniela o la loterĂ­a para mostrar lo generosos que somos. Si no, que se pregunte cada uno lo que da cuando se nos presenta un pobre. Siempre nos rascamos el bolsillo a ver si tenemos algo suelto. Pero nunca sacamos la cartera porque seguro quien más quien menos tiene dos billetes de 5€, Y ya 1€ es mucho dar... AsĂ­ que vamos a dejarnos de cuentos.

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