Logo Derecho - Bann

Desnudos.

JesĂşs M. AragĂłn [colaborador]

A treinta y cinco grados a la sombra. El sudor resbala por nuestra piel y nuestra retina, mientras el oleaje y la marea nos aíslan contra las rocas. Arriba los mirones. Abajo los osados. El frío del otoño y la carestía del invierno han dejado paso al cielo despejado, al rumor del mar, a la soledad buscada a primera hora de la mañana. Al amor.


Como no quien no quiere la cosa mis dedos se deslizan lentamente hacia tus caderas. Mi sexo vibra. A cada segundo que pasa hace más calor, el ambiente se ha vuelto casi irrespirable pero mi aliento sigue oliendo a fresas, como esta mañana en el hotel. Como anoche en las escaleras tras pagar la habitación. Como ayer por la tarde cuando te llamé para vernos. Como poco antes de colgar el teléfono después de que me dijeras que querías estar para siempre conmigo.

La arena, las rocas, el cielo y el mar se confunden a pocos kilĂłmetros de nuestras condenas. SĂłlo la sensaciĂłn de indefensiĂłn es superior a nuestra pasiĂłn. Desnudos. Fundidos en una Ăşnica piel, en un Ăşnico contorno de labios, en una Ăşnica lĂ­nea maestra sobre el horizonte esperamos la caĂ­da de la tarde. Es como si el reloj de nuestras vidas se hubiese detenido. Como si el infierno hubiese decidido darnos una Ăşltima oportunidad para encontrar el camino de salida. Como si esta playa, un trozo de arena y agua para muchos, se hubiera convertido en nuestro paraĂ­so particular.

Tus pies siguen fríos. Anoche también lo estaban. Voy a calentarlos de la única forma que sé. Las caricias serán suficientes para rentabilizar los kilómetros realizados, las prisas acumuladas, los atardeceres en solitario o las miradas caprichosas frustradas por el azar.
Dame tu mano. Llévala hasta mi corazón. O más abajo. Ambos músculos están fundidos ahora mismo en uno. Son una misma cosa, laten al unísono, hacen el mismo escorzo, se solidifican como el agua y la sal del mar.

Acaríciame mientras la tarde va cayendo y el sudor se enfría. Mírate en el espejo de mis pupilas mientras el infinito y el más allá se reencuentran en este mismo punto donde los dejamos hace años. El hotel nos espera. Es hora de regresar. El calor sigue siendo asfixiante y ni tu sudor ni el mío nos pertenecen ya. Hemos vuelto a sentir la traición en nuestra piel, el poder de la pasión, la pasión de lo prohibido, el lamento de la transgresión.

Desnudos. En una playa que descubrimos casi por causalidad y que hicimos nuestra desde el principio. TĂş de espaldas. Yo abrazándote para protegerte. Olvidando los rencores, las mentiras y hasta los mirones. DĂ©jalos que disfruten, me dices... Ya está. Has perdido. Has caĂ­do. Con mis brazos rodeándote has vendido el Ăşltimo pasaporte que tenĂ­as para alcanzar la eternidad, has vuelto a caer rendida ante las mismĂ­simas puertas del cielo. Merece la pena, me insistes. ¿Acaso hay algo mejor que verte asĂ­ de frágil e indefenso?, susurras en mi oido.

Anoche pensabas lo mismo. Entre jadeos prometiste no volver a prometer. Cuando estabas sobre mĂ­ devoraste todos tus recuerdos. No dejaste ni uno. Mirabas a uno y otro lado, movĂ­as compulsivamente tus caderas. El ritmo crecĂ­a. La pasiĂłn se desbordaba. El sudor se agotĂł.
Siempre te digo que tú respiras más fuerte que yo. Tú siempre te quejas de que no protesto si me incomodo, de que no grito si vibro.
Pero anoche yo no podĂ­a hacer otra cosa que no fuera mirarte. Dejar de contemplarte desnuda, sobre mĂ­, volando, hubiera sido imperdonable... dejar que mis pupilas no te almacenaran en mi memoria hubiera sido un error.

Sigue. Ahora mismo. Dónde quiera que estés. No dejes de pensar en mí. No dejes de moverte, lentamente, en círculos, como te movías anoche, como si la noche no hubiera acabado aún, como si siempre fuera de noche. Haz de la pasión tu modo de vida, devuélveme las ansias de volar ahora que Cerbero ha perdido las llaves del infierno y el cielo se funde entre tú y yo.
Sigue. Donde quiera que estés. Aprieta mi mano fuerte mientras tu sexo gime aún más fuerte. Grita, susurra, vuelve a gritar y a susurrar, en el orden que quieras.
Hazme el amor a primera hora de la tarde, hazme el amor por la noche, hazme el amor al amanecer. En cualquier momento. Desde dondequiera que estés. Yo te siento.

El tiempo se ha detenido, el reloj se ha parado y tenemos todo el tiempo del mundo... Seguimos sudando. Seguimos a treinta y cinco grados. Tenemos calor. Arriba los mirones. Abajo los osados. Desnudos


No hay comentarios

Los Comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Por favor al redactar tu comentario sobre EL TEMA, cuida las formas.
No utilices 'copiar y pegar' para grandes textos, ni mayĂşsculas en exceso. No poner textos en el nombre. No direcciones web externas. Mejor sin abreviaturas SMS. Los comentarios pueden ser borrados (ver Advertencia Legal)
.