AMSTERDAM: ALGO MÁS QUE PECADO

Heldhaftig, vastberaden, barmhartig” (“Valiente, decidida, misericordiosa”). Amsterdam está marcada por su historia reciente. Tras la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial, le fue otorgado ese lema que resume el carácter del que vive en la capital. Curtidos, pero abiertos; liberales, pero orgullosos de las tradiciones. Holanda es diferente y Amsterdam es el reflejo de la personalidad neerlandesa.

Como toda ciudad abierta al mar, Amsterdam refleja el espíritu abierto de sus habitantes. Como por arte de magia, esa visión del mundo aperturista, se transmite no sólo al resto del país sino también al visitante. Amsterdam es acogedora por naturaleza y contiene suficientes atractivos como para dedicarle un artículo como éste. Pero, ¿qué les parece si nos damos una vuelta por la capital holandesa?
El paseo puede iniciarse en Centraal Station, la puerta de acceso terrestre a la ciudad. A pocos pasos de allí se ubica la ciudad más acuática, el último barrio de moda en Amsterdam. Oosterdokseiland, o isla de las dársenas del este, es un proyecto que servirá para ampliar el territorio metropolitano. Concluirá con la mayor biblioteca pública de Holanda, un conservatorio de música, hoteles, restaurantes y viviendas de arquitectos de primerísima fila. A pesar de estar en crecimiento, la zona del puerto suscita suficiente interés para atraer la atención del viajero. Un conjunto de pasarelas sobre el agua conducen al contemporáneo Stedelijk Museum, al Club 11, restaurante de día y bar de copas de noche, y al Nemo, un museo de la ciencia rodeado de agua.

Ahora vámonos de museos. El Van Gogh (en Paulus Potterstraat, 7), alberga la más amplia colección de obras del pintor holandés, lo que lo convierte en un lugar de visita imprescindible. Muy cerca, también en el entorno del Museumplein, hay otra pinacoteca fundamental, el neogótico Rijksmuseum. Otra cita curiosa la tenemos en el barrio judío, un distrito que contaba con más de 100.000 habitantes antes de la Segunda Guerra Mundial. Casi todos fueron deportados, y la mayoría, asesinados. Hoy, resisten varios templos restaurados como la Gran Sinagoga -paradójicamente, la más pequeña y antigua-, arrasada por los nazis y restaurada para acoger la sede del Museo Judío.
Los amantes de los paseos puramente turísticos (y quizás rutinarios, aunque no por ello, dejen de ser interesantes), pueden pasarse por la Casa de Ana Frank (en la calle Prinsengracht), ver la belleza de Amsterdam desde los canales en alguno de los múltiples cruceros que existen o tumbarse en el césped del impresionante Vondelpark.
Clubs y bares
Una vez alimentado el espíritu, hagamos lo propio con goces más terrenales. No. No nos vamos a ir al Barrio Rojo, porque eso ya sería caer demasiado en el topicazo. ¿Para qué? El avezado lector ya sabe lo que es y lo que se va a encontrar allí. Mejor cultivemos la cultura club. En Amsterdam tenemos un buen número de ellos (Hotel Arena, Escape, Powerzone, Supperclub, Chemistry, Melkweg, Paradiso, Panama o Club 11), donde asistir a incesantes sesiones de trance o progressive, pasando por el mejor rock de la escena independiente.
Si quieren bares algo más “normalitos”, no dejen de pasarse por Rembrandtplein y Leidseplein, auténtico centro de la vida social de la capital junto a la histórica plaza Dam. Si están esperando a que les hable de los coffe shops... sí, existen, y sí hay permisividad con las drogas... pero no se crean todo lo que cuentan. Cerca de Leidseplein se encuentran algunos de los de más solera. Pero un consejo: visitar Amsterdam es un auténtico placer para los sentidos. Si van a un coffe, por favor, no se pasen.
bolaño 0,la verdad 10
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