LOS CONCEJALES INVISIBLES

Jesús M. Aragón [colaborador]

Habeilos hailos, como las meigas. Lo difícil es verlos, sobre todo mas allá de actos preelectorales o despachos cerrados.
En Chiclana, como en el resto de ayuntamientos de España, la Corporación se divide entre aquellos concejales que trabajan (o lo parece) en actos, ruedas de prensa, o reuniones con vecinos y colectivos diversos, y aquellos (a los que se les presupone) que trabajan pero no se les ve casi nunca.


“Mi padre decía que habría sufrido menos si hubiera sido torero”, aseguraba en la ultima intervención como concejal el ya ex–delegado de Juventud y Educación, Joaquín Muriano (PSOE). Él defendió en el Pleno de su renuncia el “hobby” de la política, y recordó “el noble arte de trabajar por los demás y lo publico” que significa ésta a su parecer. Sin embargo, en algunas ocasiones ese deber que conlleva el cargo se ve sometido por la ley del mínimo esfuerzo. En la Corporación chiclanera hay algunos concejales que brillan por su ausencia, que no dan palo al agua, y que apenas aparecen en publico una vez al mes cuando se convocan los Plenos (para no perder su asignación), y que nunca están cuando se les necesita.

Algunas de las actas de concejales en esta localidad, tanto del actual como del anterior Gobierno local, son meramente anecdóticas, y sus titulares, que en ocasiones viven de ellas desde hace años o pretenden hacerlo a partir de ahora, apenas son conocidos por la opinión publica. Sirva una anécdota que cuenta el ex-alcalde, Ernesto Marin, que un día tomando café con algunos compañeros de partido se vio interpelado por unos ciudadanos que pensaron que seguía siendo el alcalde; habían pasado ya varios meses de la celebración de la moción de censura y de su salida del cargo.

Este distanciamiento cada vez mas importante entre la clase política y la ciudadanía,-Chiclana supera el 50% de abstención electoral-, está avivado en parte por la actitud de estos ‘concejales-cigüeña’, que limitan su presencia publica a los momentos en que sus compañeros de partido (pasa en todas las siglas sin excepción) les sirven de escudo, o que ignoran que entre sus responsabilidades también esta la de atender a la prensa aunque en su nomina de fin de mes como representante municipal figure el epígrafe de dedicación parcial.

Salvo honrosas excepciones, la calle asusta a los políticos. El cara a cara con los ciudadanos a los que se niega un permiso de apertura, se sanciona por estacionar en zona azul, no se le arreglan los desperfectos de su calle o se le derriba una vivienda es complicado, pero debería estar incluido en la lista de obligaciones de la estancia en el cargo de todo aquel que se presente a unas elecciones dentro de una lista electoral.

Porque los concejales (y por extensión el resto de políticos) deben parecer concejales además de serlo. Hay que ganarse el sueldo, evitar a toda costa que tus propios técnicos piensen de ti que eres un inepto (o una inepta). Hay que dar la cara, salir a la palestra a algo mas que presentar una programación o un torneo de padel, y defender unas ideas, seas cuales sean, con ahínco, prestigio, corazón, nobleza y la verdad por delante.

Seguramente usted estará pensando que a estas alturas de esta colaboración aun no ha aparecido ningún nombre de los concejales invisibles que hay en la Corporación de Chiclana.

Así es. No han aparecido porque sus nombres están en la mente de todos y cada uno de ustedes, son fácilmente identificables por sus aires de superioridad, por su ‘escaqueo’ e ignorancia a la hora de dar explicaciones, porque sus despachos parecen fortalezas y a la hora de hablar con el ciudadano no saben o no contestan.
Porque utilizan a sus subalternos para expiar las culpas y servir de recaderos, porque atizan y atenazan a la prensa y cuando no salen en las portadas critican a los profesionales de los medios, porque llegaron por la puerta de atrás, porque cambiaron de bando por un sueldo, o porque, simplemente, no tienen ya ninguna representatividad de la voluntad popular pese a cobrar un buen sueldo a costa de ella…


PD. Otro día hablaremos de los concejales que aunque aparezcan tampoco trabajan.
Y de los que los rodean…