Cuéntame un cuento

- Mamá, mamá, cuéntame un cuento... - dijo el niñó.
Y la madre le contó historias sobre la búsqueda de la verdad, sobre la lucha por los derechos, sobre las injusticias, el conocimiento, la estupidez humana, sobre la ciencia y el pensamiento, sobre la muerte y el universo, la eternidad y la insustancial fragilidad de la existencia.
- Eso no, mamá, eso no... mejor un cuento para niños...
Entonces la madré suspiró y le tuvo que contar acerca de príncipes soberbios y altaneras princesas, de padres irresponsables y madrastras maltratadoras, de lobos y dragones sanguinarios que descuartizaban a bocados doncellas inocentes, de amoríos estúpidos que sólo llevaban a un ambiguo e intemporal final en el que, como único elemento tangible, se mencionaban las perdices a la hora del almuerzo.
Cuando terminó, el niño había palidecido ligeramente.
- No, mamá, mejor... ¿cómo era eso que decías de la estupidez humana, la muerte y la insustancial fragilidad de la existencia?

Pon tu comentario