Más vale bueno por conocer

Fumanchú, el CHINAclero disconforme [colaborador]

Mi abuela me decía en deje chiquitito que “cuando no sepas por dónde tirar, acuérdate de un refrán” Sí. Esos epitafios tan certeros, tan rotundos y tan directos, agarrados en la costumbre, en er fondo, en la forma y la manera de actuar de los pueblos. Conforme iba creciendo, mi forma de comportarme me transformaba en un pokémon de ésos y poquito a poco me convertía en un ciudadanito por fuera y en un signo de interrogación con dos patas por dentro.

Mis preguntas más infantiles eran: ¿Cómo los ciegos se daban cuenta cuando terminaban de limpiarse el culo?, o ¿cómo puedo saber si la luz interior del mi frigorífico se apagaba después de cerrar la puerta? ¿Por qué el inodoro es ovalado si los culos son redondos? ¿En cuántas partes se dividía un peo?

¿Cómo pasaba el control de calidad la comida para perros si lo perros no dan opiniones de ella? La verdad es que en estas cuestiones no podía hacer uso de los refranes. Ahora, de adulto, pienso en un refrán cualquiera y después pienso en su contradicción.

“En boca cerrada no entran moscas”. “Por la boca muere el pez”. “Las apariencias engañan”. “La cara es el espejo del alma”. “De tal palo, tal astilla”. “De padres cojos, hijos bailarines”. “Quien madruga, Dios le ayuda”. “No por mucho madrugar amanece más temprano”. “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. “Más vale tarde que nunca”. “Perro que ladra no muerde”. “Cuando el río suena, piedras lleva”. “Más vale pájaro en mano que ciento volando”.

“El que no arriesga, no gana”. “Si la derecha te deja con menos, vete pa la izquierda, que va a sabé lo que es güeno”. “Si eres de izquierda, sindicalista liberao y del trabajo por flojo no te han despedido, mucha suerte has tenío, joío”. “En Chiclana hacen todos lo que les da la gana”. “Si no quieres trabajá y que te sobre pa comé, picha mía, sácate un buen carné”. ”Si piensas demasiao se puede formá un cacao”.

Hace muchos años uno de ellos me llamo la atención y no se me olvidó jamás. Durante mucho tiempo no le encontré su contradicción y créanme que la tiene como todo lo que salga convertido en pensamiento. Es uno que leí hace muchos años tirado en la calle, convertido en panfleto electoral; precisamente me acuerdo hasta del lugar que lo vi por primera vez, debajo del Puente Grande.

Era uno de tantos miles que se tiraban en campaña electoral que, aunque no estaba tan satinaito y tan brilloso como los que hacen ahora, era un dardo que se te clavaba. Y se me clavó para mis adentros como una lección de vida explicada por un maestro de escuela pre socialista en sus mejores y escasos momentos. Aunque no tuviese edad de votar fue un mensaje electoral que jamás olvidaré y decía: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Entró en mí aquella combinación de palabras que comprendí en no menos de 17 segundos y que traté de aplicarla o relacionarla a la vida real, al miedo a los cambios, a lo desconocido. A esa puerta cerrada que vas a abrir por primera vez. Aquel refrán era aplicable a todo, a los negocios, al destino, a la experiencia, a la convivencia, no recuerdo el partido político que lo representaba ni mucho menos su candidato porque hace mucho tiempo de aquello y como mi cerebro creo que es de 125 megas, sólo puedo decir que el que escribió aquello acertaba como persona pero se equivocaba como político porque, a mi entender, un político nunca debe de ser malo ni siquiera parecerlo.

Aunque si fuera conocido nunca debe ser malo, porque el considerarse malo como político y como gestor y defender esa frase, está lapidando sus ideas como político porque la clase política de mi pueblo y de mi país nos ha llevado a fabricar políticos malos en serie, malos gestores fijos, cómodos, intrascendentes a la vez que inmortales, penenes, continuos, insustituibles, imprescindibles, idolatrados, adulados, sobrevalorados, transformistas que nunca dimiten, que nunca se cansan, los que no se desgastan, los que dicen que están dedicados a la política las 24 horas.

¿Y cuándo duermen? Los que se agarran al sillón como si fuera cosa suya, o sea, el hormigón armado en estado puro. Si no vales en un sitio, ea, a otro. “No le gustan a usted mis principios, pues no se preocupe, tengo otros” Sí, son ellos los que obstaculizaron y obstaculizarán durante tantos y tantos años el relevo, la cantera, los aires nuevos que deben de correr, las etapas, las Eras, las décadas, las primaveras, que llegan unas tras otras y no hay quien las pare. La renovación, joé. Er Cambio que proclamaba uno, que de ese sí que me acuerdo.

Creo que para toda obra hace falta que corra aire, que haya ventilación. Esto de la política no debe de ser como el Vaticano porque es bien distinto. En Chiclana ha sido una constante la fabricación de cardenales y mi pueblo no llegará nunca al siglo 21 siempre que su clase política y más aún su clase gobernante, no mire hacia adelante y haga que mi pueblo espere en sus aceras al político que todavía no ha llegado.

Al político que nos defenderá fuera y dentro de Chiclana, al incorporativista, al políticamente incorrecto, al político humilde, al que no es hijo de otro político ni sobrino siquiera, ni ahijado, al que hará olvidar al anterior, al que hará una Chiclana grande que ya va siendo hora, al político bueno por conocer, al que cuando se oiga su nombre y apellidos en España se relacione inmediatamente con Chiclana de la Frontera y nada más.

Por encima de todo, que no sea hombre bala que sarga disparao de aquí y caiga en Sevilla o en Cádiz y allí se quede. “Tal como estamos en Chiclana y nos ha ío, más vale bueno por conocer que malo conocío”.

- Fumanchú, un inconformista disconforme -