LA COSA

Fumanchú, el CHINAclero disconforme [colaborador]

¡ Aaaaaai !. Esperen un momento. ¡ Aaaaaja !.

Perdonen, ya está. Es que acabo de saludar a uno por la calle, ése creo que está peor que yo pero eso no me consuela, estoy dando una guertesita por er centro como siempre tentando el destino, paseando con la esperanza y buscando futuro y por mis adentros hablo solo y me pido a mí mismo por favor que angúna persona me alegre la mañana. No puedo decirlo alto, no quiero que lo noten todos y tampoco quiero que no lo note nadie, pero er caso es que necesito ayuda, sólo un empujoncito de ánimo, lo grito desde mi alma, por eso no lo puedo proclamar desde otro sitio; el mundo entero debería de saberlo o al menos imaginarlo.

Por eso, tropezarse conmigo por una vez, contarme un chiste aunque sea malo, sacarme una sonrisa aunque sea corta, eso causa mucha seguridad en sí mismo. Alegrarme la mañana de algún modo porque, créanme, hay muchas maneras. Si eres un empresario ofréceme trabajo para poder cobrarlo después, por supuesto, ¡no te joe!, no hace falta que me haga fijo, ni siquiera me conformo con un contrato brindado, créame, nunca me hizo falta.

Desde la calle siempre se vive el día a día, si eres del campo dígame usted si va a llover este fin de semana, si eres un compañero de trabajo pídeme que te acompañe a buscar trabajo, si es usted mi banquero no se preocupe por mí, mantenga la puerta cerrada que no se sarga el aire acondicionado que ya está aquí el verano, su verano. Si es usted el lotero dígame que me ha tocado el gordo aunque sea mentira; inmediatamente después de decírmelo “que pechá de reí me iba a dar, no vea”. Con un poquito de esfuerzo después me aguantaré y no lo agarraré del cuello y lo zarandearé una vez y otra en la esquina que le toque; no lo haré, se lo prometo, amigo lotero.

Pero si es usted un político y para colmo gobernante ¡uff! Si yo pudiera atrincar a uno, ¿qué le diría? Primero lo sentaría en una silla en un cuarto oscuro y le obligaría… Le obligaría a tragarse todos los partidos del Cái de esta temporada por un mes y seguido, uno detrás de otro, sin parar. Así le enseñaría a creer en argo. Después le diría… Eso, ¿qué le diría?...... ¡Aah, ya sé! Tenga usted cuidado conmigo, ¡la lleva clara!, es usted el que me tiene más cabreado de todos, lo tiene difícil para alégrame la mañana, forastero. Nunca he llegado a saber lo que me pasa con usted ¿Qué es usted? ¿Será usted el falso destino o la esperanza perdida o el futuro indeseable?, ¿“llegaré a saberlo argun día”?

¡VALE! Para que usted conozca mi generosidad le pediré una vez más que trate de convencerme, no se sorprenda usted, le daré otra oportunidad aunque no me crea. Sí, yo soy el imbécil que quiere creerle otra vez, el que se agarra a su destino, el que no pierde su esperanza el que desea un futuro mejor, el que se deja engañar una vez más, y otra y otra, por eso aquí estoy otra vez. ¡VAMOS!, hágame una carantoña, un jueguecito de magia por ejemplo, nada por aquí, nada por allá. ¡Flash! Todo ha desaparecido, un truco excepcional, ha desaparecido todo delante de mis narices. Por lo visto este truco se le ha dao a usted muy bien, no me ha dao tiempo ni de cogerlo, para qué le voy a pedir que me lo repita, si no me quiero ni acordar cómo lo hizo.

Bien, ahora le toca el discursito. Hábleme de lo que quiera aunque lo haya oído más de diez mil veces, repítamelo otra vez, me encanta oírlo, que bonito lo dice usted, con qué facilidad lo dice, que bien me lo pone, que fácil es entenderlo, por favor, dígamelo otra vez, de otra manera acorde a los tiempos, a las modas, al momento en que vivimos, pero que no sea igual que antes, aunque sea lo mismo de siempre, hágalo diferente y siga, siga usted que no se me haga pesao, hábleme usted de lo que quiera, tócame todos los temas, pero toito se lo consiento, no me vaya usted a hablar de la cosa. Por favor, que nadie me hable de eso, y mucho menos usted, no, no me recuerden la cosa, no se le ocurra preguntarme por la cosa, no me toque usted la cosa, no me comente nada de que la cosa está mu mala, de que la cosa está cada vez peor, de que la cosa está que arde, de que la cosa esta fatá, de que la cosa está mu chunga, de que ay que ve la cosa, que si la cosa pallá, que si la cosa pacá y “los muerto de la cosa” porque estoy de la cosa hasta mis mismísimas prominencias.

Hábleme usted del destino, hábleme de la esperanza, hábleme del futuro una vez más y otra y otra más y otra y vuelta a empezar. Eso es lo único de usted que me consuela.

Fumanchu un inconformista disconforme