A POR ELLOS

Fumanchú, el CHINAclero disconforme [colaborador]

A-Pardiez questo aquello, que ven mis ojos en posición alineada y desafiante, cómo se atreven a facerme frente? Ladrones, canallas, malandrines, follones. Ahora veréis.

-Calma, vuestra merced, por Dios que no entiendo ese proceder tan exaltado de mi Señor.

-Pero no estás viendo, amigo Sancho, esta actitud ofensiva y amenazante? Bien supiera el que nos precede, y que nos espera a todo caballero cristiano y temeroso de él por ser dueño y señor de todo lo poderoso, que no habrá nadie en la tierra que se atreva a desafiar ni burlase de este nombre de caballero y de quien lo representa, y sepa bien que no quedará impune de este desacato y a quien me refiero que te aseguro me bendecirá con su gloria por mi hazaña.

-Pero a qué amenaza se refiere vuestra merced?

-Pues es el miedo el que te ha cegado los ojos, amigo Sancho, y no ves más allá de los jocicos de tu compañero rucio que mira asombrado.

-La verdad, mi señor, sólo veo una colina.

-Pues válgame Dios que esa colina la bautizaré como la colina de la bitoria porque arremeteré contras esas fieras empalidecidas e inmundas que por Dios y la honra de mi señora que no burlaréis con vuestra invasión y mala presencia la paz del aquél que anduvo por estas tierra y este mundo y que ahora yace descansando eternamente junto a sus pies.

-Pero, mi señor, no hagáis nada de lo que os podáis arrepentir.

-Amigo Sancho, el arrepentimiento vendrá por mi parte si no pongo fin a esta ofensa, dando muertes a ese ejercito de gigantescos gigantes y bestias nauseabundas que no pintan nada y mucho menos faltando el respeto a la proximidad de un camposanto.

-Pero, mi señor, si no son gigantes, son molinillos

-Molí qué? ¿Y eso qué é? ¿Pero Sancho, es que no estamos en La Mancha?

-La Mancha? La Manchá de palos que nos van a dar como no nos vayamos de aquí, mi señor, y estamos en Chiclana de la Frontera, pueblo grande donde los haya, de Cái y de las Españas.

-Te han hechizado amigo Sancho, pues bien sabes que por lo delgados y pálidos que se les ve, tienen que moler poca comida porque los de antes estaban más cebados y, para colmo, estos son flojos y vagos porque sus brazos no se agitaban ni se mueven en todas direcciones como los otros.

-Señor, veraaa…. Es que llevan paraos desde después de Semana Santa, desde la ultima levantera que no la pudieron soportar, pero desconfíe, mi señor, porque por estas tierras tengo entendido que se está quedando parao todo lo que se menea.

-Aun así, “Voto al tal Don Patán, rústico y mal mirado” que por er bálsamo de foigras que le acometeré y no sentiré piedad de esos malditos arrogantes. A estas fermosas tierras no le hace falta su pálida y anémica presencia.

-No lo hagas, vuestra merced, no sabéis a lo que os enfrentáis, mi señor. Con la Junta nos hemos topado. ¡No lo hagaaaaaaaa! ¡Aaaaaaaaaah!