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EL ERROR DE LA AMBICIÓN (Wall Street 2: El dinero nunca duerme)

AL SALIR DEL CINE
César Bardés
[colaborador]

La ciudad vive y respira por las venas de sus calles. Pero esos caminos no están hechos de asfalto y furia sino de fríos números y perversas predicciones. Por allí no pasan coches de cansadas luces encendidas sino tiburones que sólo enseñan en la escuela del canibalismo monetario. La vida ha descendido muchos puntos en el índice Dow Jones demostrando que sólo era una burbuja especulativa que valía menos que el irrisorio interés que dan las entidades financieras.




Oliver Stone vuelve al centro económico más importante del mundo para ser demasiado evidente aunque, durante algunos segundos, nos golpea en los ojos con una maravillosa inventiva visual que, en cuanto a ritmo e intenciones, hacen recordar a aquel extraordinario cineasta que llegó a hacer JFK. Supongo que la vejez hace que los antiguos leones sean nuevos corderitos y Stone, con una simplicidad abrumadora, nos va enseñando, paso a paso, la diferencia de los escualos devoradores de hace veinticinco años con los jóvenes impulsivos universitarios, preparadísimos e inconscientes que patean los parqués de las Bolsas de medio mundo en el presente.

Después de eso, hace un repaso a la crisis financiera y nos descubre que los beneficiados de la crisis son los mismos que juegan con tu dinero, lo invierten, lo mueven, lo prostituyen y te lo devuelven añadiendo unas pocas migajas y quedándose con casi todo. Más tarde, nos echa en cara la inocencia de la gente que prefiere creer en cuentos antes que asumir la verdadera personalidad de marionetas al servicio de unos pocos poderosos, aquellos que realmente manejan el vil metal.

Por último, y ya hartando hasta el límite, nos lanza a la cara un fajo de billetes y dice que ese no es el objetivo de los que tiran de los hilos. Lo excitante es la competitividad frente a otros tantos que sienten, piensan y juegan como ellos. Todo eso mientras el dinero sigue entrando a espuertas, vaciando los bolsillos de los que sostienen todo el entramado con sudor y lágrimas, y tirando tanto de la manta que Stone, ingenuo e irritante, cree que ha llegado el fin del imperio de los dividendos y de la especulación y que se ha puesto en marcha el modesto reino de mantener a la familia unida.

Y es que el error de la ambición consiste en no saber dónde esta el límite. Para algunos, ese límite es, sencillamente, más. Para otros, consiste en intentar reeditar viejos éxitos que nacieron a la sombra de un buen puñado de jovencitos que querían ser Mario Conde aprovechando que ahora hay menos dinero que el que lleva un señor que se está bañando. Para ello, Stone coloca otra vez a Michael Douglas al frente de la codicia y, sin él, la película se muere. Quizá porque, de nuevo, se empeñan en hacer que el tal Shia LaBeouf sea un gran actor cuando tiene menos percha, menos carisma y menos talento que el tipo que le diseñó el vestuario para esta película. O, tal vez, porque hay dos secundarios por debajo de sus posibilidades como Carey Mulligan, que se las arregla para parecer sonriente incluso cuando está triste, y Josh Brolin, tópica reedición del ambicioso al que ni siquiera importan las vidas ajenas. O, definitivamente, porque el final que propone Oliver Stone es de cuento de hadas que no se cree ni el más idealista de los incautos que se propone ver esta película. Eso sí, verán cómo a la salida todo el mundo es un experto en economía que domina con autoridad piezas del vocabulario bursátil especulativo como “vender en descubierto”, “refinanciación de los créditos hipotecarios disponibles” o, incluso, el significado de “apalancamiento de la deuda”, razón principal de todos los problemas del ciudadano medio. Y a los diez minutos ya no recuerdas nada sobre la venganza, el honor, la pútrida condición del financiero y los tratados firmados con el mismo diablo. Total, nos van a seguir tomando el pelo.

César Bardés

5 comentarios:

  1. La he visto y me ha resultado mucho menos interesante que la primera. Es previsible y simplona.
    Aunque por desgracia demasiado real, un tema muy manido.

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  2. Sin duda es menos interesante que la primera. De todas formas, ahora que no nos oye nadie, voy a confesar que tampoco es que sea un amante locamente fiel de la primera. El error de ésta, aparte de que estoy totalmente de acuerdo en su previsibilidad y en su simpleza, está en su tremenda ingenuidad. No parece ese Oliver Stone que solía disparar en todas las direcciones sin importar a quién daba. De todas formas, gracias por el comentario, me alegro que estemos de acuerdo.

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  3. pues con todo me interesaria verla, quienes son los que manejan realmente la paSTA? quienes son? Undangarín y gente así? Es que Botin quere ser uno de ellos?

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  4. si somos todos unos desgraciados, lo mejor seria que lo supiesemos no? aunque eso no de pie a ninguna obra de arte si somos unos pringaos lo mejor sera q lo sepamos sobretodo en este momento

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  5. a mmi es que me hace gracia lo del dinero nunca duerme porque eso no es del todo cierto...jajajaja!!! me recuerda a los de la fiebre del ladrillo que decian "hay q invertir en ladrillo,el ladrillo no come pan"jajajaja!!!!

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