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MITOS Y DEMONIOS (La red social)

AL SALIR DEL CINE
César Bardés
[colaborador]

Vale, lo confieso, no pertenezco a ninguna red social. Y es más: he rechazado cuanta invitación me ha llegado en ese sentido. Tal vez es que soy un sociópata consumado, o un tipo más raro que un cerdo a cuadros. Tengo mujer, hijo, amigos de carne y hueso, no busco plan y me llena mucho más ponerme una buena película o escuchar a Mozart que estar delante de un ordenador. Por eso siempre he creído que soy capaz de saber valorar los sentimientos de los demás y no trato a todo el mundo como si fuera un nombre en una pantalla.



Lo curioso es que viendo esta película, sabemos que la invención de la red social es lo de menos y que lo que Aarón Sorkin, el guionista, nos quiere relatar es el terrible deseo de todos los internautas de ser conocidos por una u otra causa. Aquél porque hace críticas on-line, éste porque se inventa unas oraciones que elevan el misticismo hasta el arte, el de más allá porque se liga a todas las chicas que encuentra, aquel otro porque le hace mucha ilusión conectarse a la red y comprobar que tiene ochenta y cuatro mensajes dirigidos a él, y así hasta el infinito. Y creemos que los que inventaron el asunto están al margen de las debilidades inevitables que surgen en ese universo de bits mareados, de posturas forzadas para parecer más fascinantes y de cotilleos malsanos para perjudicar gratuitamente a quien se haya puesto por delante. Pues no, señores. El que ideó todo esto era un tipo altamente asocial, consciente de su genialidad y, lo que es peor aún, deseoso de ser reconocido. La soledad era su meta y la consiguió rodeado de billetes verdes con los que debe entablar unas charlas agudas, brillantes y llenas de sarcasmo.

Por el camino, se dejó a su único amigo de verdad, cambió ambiciones por estrategias, no supo nunca el significado del cortejo y le traía sin cuidado utilizar a la gente para satisfacer sus necesidades y ser, sencillamente, el mejor en su campo. Y así estamos en una paradoja cibernética en la que buscamos desesperadamente compañía que no nos hable, pero que nos escriba; que no exista, pero que ponga en común sus sentimientos; que signifique conversación, pero que sea dirigida hacia donde nosotros queremos. De este modo, creamos expertos lingüistas de la mentira y consumados autistas en las relaciones personales. Por supuesto, todo ello es un negocio redondo, que enriquece a unos cuantos y proporciona un bonito chute de droga tecnológica a todos los demás.

Hay que reconocer que el guión de Sorkin es ágil y que Fincher, ese director cuyo primer nombre es embuste, vuelve a esa obsesión suya por la dualidad del individuo. Además, el trabajo de los actores es bueno, sobre todo el de Jesse Eisenberg y el de Andrew Garfield, siendo muy errático el de Justin Timberlake y terrible el de Max Minghella. Pero el caso es que no deja de ser otra historia de arribismos cruzados, de soberbias inducidas y de un monomaníaco con un ego del tamaño de la cúpula de San Pedro. Además de todo ello, frente a notables aciertos, Fincher se equivoca en algunas escenas hasta la saciedad (baste recordar el largo y pesado encuentro entre Eisenberg y Timberlake en la discoteca para sellar un pacto a gritos) consiguiendo, eso sí, que los fanáticos de las redes sociales se queden embelesados y exclamando con entusiasmo que han visto poco menos que la mejor película de la historia.

Más vale cuidar de esos tipos que protegen tu intimidad como si fuera suya, que te cogen de las solapas si te encuentran bebido y te llevan a casa. Alcoholizarse con una computadora puede ser una fiesta hormonal que alimenta la presunción hasta la obesidad pero en ningún caso es un consuelo para el solitario claqué de los dedos sobre un teclado. Uno de mis pecados desde pequeño fue que me sentía diferente y, perdónenme, no quiero compartir esa diferencia a través de un anuncio que dice lo que me gusta, lo que no y si abro las chapas de las botellas con los dientes.

César Bardés

3 comentarios:

  1. a mi me parecen, las redes sociales, un tanto frikis.Me sorprende eso q comentas, la gente colgando fotos ahĂ­ y contando tonterĂ­as como "fui al concierto de madonna, ya soy persona" ... la peli es de adolescentes no?

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  2. me gustaria que comentase usted en la pelicula esta del gran vazquez.
    quizas no sea buena pero soy siempre me sorprendio mucho que el gran Vazquez estuviese tan olvidado.

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  3. La peli no es de adolescentes en cuanto a que se refiere al inventor, de 23 años, del "Facebook", un negocio como otro cualquiera. Sin embargo, creo que no es de ese "estilo juvenil" que se puede esperar más que nada porque el guión se centra en que es un ser que no tiene ni idea de cómo relacionarse con sus semejantes, espejo deformante de muchos, muchos otros que saben moverse perfectamente por los espacios cibernéticos pero que en las distancias cortas se pierden cual lobos en un patatal.
    En cuanto a "El gran Vázquez", sí, vale, está muy bien que nos acordemos de uno de los más grandes dibujantes de cómics autóctonos que hemos tenido. Sin embargo, he de decir que nunca hemos sido demasiado buenos haciendo películas "biográficas" y, si bien Vázquez era de por sí pintoresco (no olvidemos que Manolo, el vecino de la buhardilla de "13 Rue del Percebe", ideada por Ibáñez, estaba inspirado en Vázquez), está claro que la película cae en la caspa y en el desnorte aprovechando que el retratado era un ser, cuando menos, curioso. Nunca hemos sabido dar con el tono adecuado a la hora de hacer un "biopic" de las grandes figuras de cualquier campo salvo, puntualmente, en alguna serie televisiva. En el cine, cero en conducta.

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