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ROJA OSCURIDAD (Los ojos de Julia)

AL SALIR DEL CINE
César Bardés
[colaborador]


Hay hombres que son invisibles aunque se les pueda ver. Son aquellos en los que no reparamos porque tienen escrito en la piel que su vida es gris. Su entorno natural son los sótanos del alma. No se les ve nunca a pesar de que pueden pasar a nuestro lado. No se les nota a pesar de que su respiración no es normal. No se les mira porque sus ojos están inyectados en odio de maleza, aversión de camuflaje, nada es su entorno, ninguno es su nombre.



El combate entre quien no puede ver y quien no quiere ser visto se dirime en los entresijos del deseo de ser amado, de convertirse en lo Ăşnico que pueden ver unos ojos, de rozar la felicidad por presentir la presencia de una simple mirada. Hay veces que algunos quieren tornarse en relieve en un fondo de gris y optan por transformar la negra oscuridad en rojo resentimiento. Mientras, unos cristales se tintan y, poco a poco, la falta de visiĂłn es la soledad, terrible y acusadora, rencorosa y hacedora de perversiones, de horribles actos de destaque, de la nada disfrazada de juez.

Guillem Morales articula esta película con cierta inteligencia, con detalles que delatan una certera dirección en algunos momentos y con reminiscencias muy claras de La ventana indiscreta y Psicosis, de Alfred Hitchcock; de Sola en la oscuridad, de Terence Young; de Un perro andaluz, de Luis Buñuel; de Alien, de Ridley Scott e, incluso, de la estupenda A 23 pasos de Baker Street, de Henry Hathaway. Por el contrario, yerra con algún estrépito con situaciones mal resueltas y con los dos toques gore que incluye con deleite. Hay escenas de un milimétrico sentido del tiempo mientras que alterna otras que se alargan en demasía intentando buscar el producto de terror de calidad. Y eso no se consigue con sangre gratuita ni con salidas absurdas. En ocasiones, hay que tirar de una bolsa en la cabeza para que el asesino no pueda ser visto.

Por otro lado, habría que destacar el excelente trabajo de Belén Rueda, convenientemente recauchutada para la ocasión en contraste con el retrato del barrio de pirados como motos que se juntan en una densidad que puede llegar a ser bastante peligrosa para la salud humana. No quiero ni pensar que tengamos un vecindario con tal galería de zumbados a pocos metros de nuestras puertas. Claro que es posible que, a veces, incluso en un ascensor, ellos también lleguen a ser invisibles.

El caso es que el rato se pasa entretenido, con recursos de buen cine y torpezas devenidas que empañan parcialmente una película que se deja ver. Que se deja ver. La angustia parece que se sienta en la butaca de al lado y nos pega un par de codazos para que saltemos por culpa del pellizco del susto. La culpable es la oscuridad. Es esa dama que se adueña de la noche y de los apagones, que puede ser acogedoramente cruel, que puede conquistar mientras se deja sonar con cierta ironía la melodía de The look of love, de Burt Bacharach. No hay miradas de amor cuando la oscuridad es la mujer deseada. Sólo hay movimientos, olor, ruido ensordecedor cuando cae algo al suelo. Es la intuición de la vida que también pasa a nuestro lado y muchas veces no la vemos. Una cuerda nos sirve de guía. Un llavero con un ruido irritante es la pista que el oído necesita. Nuestro universo está hecho de tacto. Todo tenemos que tocarlo para reconocerlo y resulta que concentramos nuestros sentidos en la visión porque sin ella nos sentimos perdidos, abandonados, huecos, indefensos. Igual que algunos a los que no se pueden ver porque están mimetizados con el ambiente. Son semillas de crueldad que vamos sembrando y apenas nos damos cuenta. La luz se apaga pero sabemos que el cielo sigue allá arriba y tiene ojos con sus estrellas que brillan tanto que no necesitamos velas. Hay que volverse a quien amas y decir unas palabras mágicas. Sólo así la noche se hará día y la luna pasará a llamarse sol.

César Bardés


3 comentarios:

  1. pues Belen Rueda no para, esta como la cayetana Guillen desde que se echaron el bote de agua oxigenada y toda la cara siliconada

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  2. Valiente cosa más rara, cuando ví la malaje que tenía el film y lo absurdo del guión, caí en la cuenta de que la peli estaba hecha por catalanes (que harán otras cosas divininamente) pero en cuestiones de arte y cine son exquisitamente raros, aburridos, rancios y ya digo......malajes.
    Que poquita "gracia" tiene la peli.....

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  3. No es misión del crítico juzgar una película en base a que está hecha por catalanes, serbios, leoneses o gitanos. La opinión está ahí y, por supuesto, puede estar perfectamente equivocada o, por el contrario, ser estupendamente válida, allá cada cual. En cuanto a que podría ser mejor, sin duda. En cuanto a la polémica de que en el cine son exquisitamente raros, aburridos, rancios y malajes...no veo mucha diferencia con el resto del cine español. Español. Un saludo.

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