EDITORIAL-Febrero 2011

El alcalde anuncia una ayuda de 330 euros para parados de larga duración sin ingresos

El alcalde de Chiclana, José María Román, anunció el Ayuntamiento destinará una partida inicial de 500.000 euros que se irá ampliando, que podrá beneficiar a unas 1.500 personas, parados de larga duración sin ingresos, que recibirían 330 euros mensuales a partir del próximo 15 de febrero, fecha en la que el Gobierno central retirará la prórroga de la ayuda familiar de 426 euros.

El alcalde ha explicado que la ayuda se concederá por tres meses consecutivos: “Queremos llegar al máximo de personas y familias, especialmente a aquellas que tengan especiales dificultades económicas”.

Con la intención de atender al mayor número de personas posible, se concederá una única ayuda por unidad familiar. El abono de la ayuda quedará en suspenso cuando el beneficiario sea contratado con una duración inferior a seis meses, reanudándose a su finalización, y se extinguirá cuando la duración sea superior a seis meses.

“Con esta ayuda no estamos solucionando la vida a nadie –asegura el alcalde-, pero sí estamos ayudando a aliviar la carga que supone el desempleo para muchas familias chiclaneras. Esta medida, al igual que el Plan Local de Empleo Social que pusimos en marcha en 2009, supone el mayor avance en el Bahía, en la provincia y me atrevería a decir que en Andalucía, en materia de política social”.

El regidor señaló que “no obstante, somos conscientes de que no son medidas fáciles. Este gobierno ha recortado de otros muchos sitios, áreas y partidas para obtener estos fondos destinados a Servicios Sociales, con una importante contención del gasto. Además, si este programa se muestra imprescindible continuaremos con su aplicación, manteniendo la dotación e incrementándola”.


Una historia del siglo pasado

A comienzos del pasado siglo XX, Andalucía sufría una de sus etapas más calamitosas. El paro, el hambre, la miseria, la desesperanza, eran las dueñas de los campos y poblaciones andaluzas. No existía Cáritas, por lo que las damas de bien tenían que organizar festivales, recaudar fondos o realizar rifas con el objetivo de conseguir algún dinero para paliar en lo posible tan terrible situación.

Los señoritos andaluces, los que gobernaban y mandaban sin poner soluciones al endémico problema, miraban al pueblo desde su altura mientras continuaban con sus buenos sueldos, corrupciones, intereses económicos y enredos políticos.

Cuando se acercaban las elecciones, los partidos de derecha solían acudir a los pueblos para comprar votos. Siempre tenían una caterva de chivatos y lameculos que les informaban tanto de quienes eran afectos al régimen como quienes se rebelaban ante ese estado de cosas. Eso les permitía controlar la situación y realizar las acciones caritativas más convenientes.

Llegaban a los lugares donde se reunían los parados y les ofrecían una moneda de cinco pesetas con el compromiso (vigilado y controlado) de votar al partido del señorito. Era terrible ver cómo el causante de la miseria se aprovechaba de la situación que él mismo había creado para obtener más poder.

El pueblo andaluz poco podía hacer, aquel dinero constituía la diferencia entre pasar hambre o comer algo los días siguientes.

Arrogante y altanero, con la seguridad que da la sumisión comprada, un señorito se acercó a un jornalero y le dio la humillante moneda de cinco pesetas:
-Toma, para que votes a los míos.

El jornalero, cabeza gacha, demacrado y con barba de varios días, levantó el rostro y mirando fijamente a los ojos del impostor mientras tiraba la moneda al suelo, le contestó:

-Zeñorito, creo que uhté no lo ha entendío: en mi jambre mando yo.