La suerte tenía un precio

Fumanchú, el CHINAclero disconforme [colaborador]

¿Qué me pasa hoy? Me he levantado de una manera muy distinta a las demás mañanas de estos últimos días y meses atrás. Me pongo en pie lentamente con orgullo con temple y con mucha seguridad, doy gracias a Dios de encontrarme tan bien, tengo todo el día para hacer lo que se me antoje, estoy lleno de esperanza y de ilusión y reboza en mí entusiasmo por los cuatro costaos. Pero hoy da la casualidad de que me la juego, tengo una deuda pendiente que tengo que ajustar.

Observo el ambiente de mi pueblo, hace buena mañana independientemente de que haga buen sol, nieve o esté lloviendo a mare con nubarrones negro zaino. Eso para mí carece de importancia, una mañana es una mañana. Mi mujer duerme como un lirón y mis hijos también, no pienso alterar sus hermosos sueños. No sé por dónde mi naturaleza ha hecho ganas de que me despierte temprano y vaya a tiro hecho y ar sitio. Paseo sin prisa por las aceras, miro mi reloj y todavía falta para las ocho o las nueve de la mañana. No estoy muy seguro de la hora que era la cita, estoy ansioso, veo las esquinas de los edificios, observo con detenimiento cada movimiento, cada calle, y sigo paseando. Me concentro en el sonido de mis pasos, saludo a la gente, algunos conocidos, otros no. El sonido de los pájaros me acompaña como banda sonora llena de silbidos.

No sé por qué, pero siento una inmensa seguridad en mí y en cada uno de esos pasos, me siento libre como un pájaro, en este instante me importa un güevo mi futuro al igual que el de nadie, lo considero de poca importancia para mí ahora.

Este levante ha limpiado y purificado mi mente, que desde mi corazón la ve como cualquier flor de primavera lúcida, limpia y fresca para lo que voy a hacer y me dice que no seré yo el primero que desee romper las reglas, no seré yo el primero que alterase la armonía interior de esta mañana tan especial. Pero si seré el protagonista, el centro de atención, por esta vez voy a ser er muchachito de la película.

Tengo suerte y el sol lo tengo a mi espalda. Que sarga o que no sarga ése es su problema. Se acercan las ocho de la mañana y esta decisión que me acompaña se dirige a un solo destino. A un solo lugar, porque nada en este mundo que no sea un cataclismo o algo fuera de natural me podrán detener. Me aproximo rápidamente al paso de los minutos y al paso de mis pasos. El destino de mi entorno también se aproxima aunque éste lo hará mucho más lento y mucho después que yo. Llegó el día, llegó la hora y dentro de nada llegará mi gran momento. No sé a qué le tengo que dar las gracias o a quién se lo tengo que agradecer, no encuentro palabras para que en este lugar de este planeta Tierra me puedan permitir hacer lo que voy a hacer con tanta facilidad.

Tengo que conservar la frialdad y el temple. Por fin voy a enfrentarme a mis propios demonios, que me han estado carcomiendo por dentro días y días y meses y meses atrás. Por fin ha llegado la hora de hacerles frente, los tengo delante, a unos pasos; esta vez seré mas frio y calculador que otras veces, esta vez no fallaré y acertaré a la primera.

¡Bien! Ya llegué, ya estoy aquí, que por mí no quede, que sea lo que Dios quiera, que se haga su voluntad pero que no me quiten la mía. La decisión de decidir y de cumplir con mí mismo ha llegado. Esta diminuta mota de polvo que les escribe desde este determinado lugar de este enorme desierto, tratara de hacer todo lo posible para cambiar el inmenso y desolador paisaje que le ha rodeado meses y años atrás, espero no equivocarme otra vez.

Señoras, señores, ustedes perdonen. Tengo que votar ya.