LA VERDAD

Fumanchú, el CHINAclero disconforme [colaborador]

¿Qué tiene más poder encima de esta tierra? ¿Qué añoramos? ¿Qué queremos? ¿Qué buscamos? ¿Será la gloria celestial? ¿El cielo? ¿O mejor, será el paraíso terrenal? Nooo ! Ya sé, “la tierra prometida”, que es mejor tierra porque da la casualidad que es prometida y lo que es prometido es seguro que promete. ¡Qué va! Eso tampoco y menos ahora con el avance. La promesa es siempre compromiso y el compromiso no está muy de moda que digamos entonces, y menos ahora que Zapatero ha suprimido la cartilla familiar. ¿Por qué un ser humano puede esperar, puede tener fe o puede vivir de una promesa cuando los valores que se venden ahora no son compatibles con el compromiso de cumplirla?

¿Se puede ser más imbécil que prometerle a una mujer amor eterno antes de practicarlo con ella? ¿O se puede ser más gilipollas de prometerle la felicidad a tu lado sin estar haciéndola feliz y sacarle una sonrisa de felicidad a la vez que se lo dice? ¿Puede una princesa prometida ser feliz arguna vez en el resto que le queda de vida gracias ar príncipe cabrón que le prometió amor eterno y le dijo tú espérame aquí?, sin que te queden a ti ganas de darle, ofrecerle la felicidad en un momento en un instante y hacérsela llegar a través de ti, rescatarla y ponerle los cuernos a ese príncipe cabrón con toas sus castas. Asin son todos esos cabrones, no es de extrañar que no hay una vez que vengan a verla y no la cojan dormida.

¡Que te paje a ti! Príncipes con trajes azules envueltos en capas rojas. Vaya si están completitos.


Se puede ser más pazguato, más tonto der culo y más maharón para que en las fechas que estamos pueda uno plantearse la idea de prometer y requete prometer a esta sociedad de consumo en una campaña electoral y decirle que en un futuro inmediato va a dar mejor bienestar social. Vamos, ¿que no se sabe ya lo que venís buscando todos?

Es el miedo ese sentimiento que nos acompaña siempre a todos desde que nacemos y es el piloto rojo chivato de nuestra supervivencia el que hace que no hagamos nada, el que provoca que nos arrastremos ante un trabajo, ante una hipoteca, ante un futuro de tus hijos y, sobre todo, a unos pocos de suerdos de 3.000 euros todos los meses para dejar sellado de por vida la preocupación y el malestar social a cambio de prometer y prometer y volver a prometer.

Lo siento, pero lo primero es lo primero, las promesas, los proyectos y las ideas se la pueden pasar refregada por la superficie que mejor se antoje, porque no hay nada en este mundo superior al verbo “dar”, dar directamente, entregarse al máximo incondicionalmente, la verdad, sí, la verdad, la verdad se diga, la verdad sea dicha, donde dije digo dije digo y que se diga lo que se diga, nadie puede negar que la verdad terrenal es lo más puro y poderoso que el ser humano vivo puede practicar en esta tierra, la verdad como religión, como hábito, como camino es lo más parecido a la libertad que se pueda encontrar, no distingue ni discrimina, crea respeto, crea afecto, crea apoyo incondicional, aproxima, considera, es atenta y está dotada de humanidad, de felicidad y bienestar interior y, créanme, que es la herramienta más útil para enfrentarse al miedo humano y al destino.

El paraíso terrenal, la tierra prometida, la gloria eterna, el cielo ganado, la mayoría absoluta, podréis ser manteados en la casa der pueblo o en la puerta de un hotel, o paseados a hombro, o en la segunda planta de un autobús, podréis prometer la luna, el sol y la estrellas, podréis traer las mejores intenciones, el infierno está lleno de ellas, pero hasta el día de hoy sólo se puede decir que todo lo que habéis traído fue una gran mentira.