No todo es lo que parece
Una vez conocĂ a un tipo que no salĂa en las fotos. No me refiero a ese tipo de gente que se retira cuando todos los demás ponen cara de estĂşpido y sonrĂen al objetivo, ni a los que se tapan el rostro para escapar de los paparazzi. Este tipo del que hablo decĂa padecer una extraña anomalĂa celular, una especie de mutaciĂłn genĂ©tica que impedĂa que ciertos tipos de luz se reflejaran sobre Ă©l.
Tampoco se veĂa en los espejos, por tanto. AsĂ, al menos, lo explicaba Ă©l. Tanto por una cualidad como por la otra habĂa quien le llamaba "vampiro". Yo, desde luego, solo me encontraba con Ă©l por las noches. Tal vez para alimentar su propia leyenda solĂa frecuentar el Gothic, ese antro oscuro y andrajoso donde tantas copas tomamos juntos antes de que terminaran por cerrarlo, siempre con su amplia gabardina negra y su rostro pálido como la luz de la luna...
Aunque esto Ăşltimo, su palidez natural, bien pudiera deberse a una afecciĂłn derivada de la hemofilia que, segĂşn me contĂł, padecĂa desde pequeño y que le obligaba a llevar en los bolsillos de su gabardina bolsas de sangre "para casos de urgencia", decĂa Ă©l, aunque nunca supe muy bien cĂłmo las usaba.
Era, en cualquier caso, un tipo interesante, agradable y leal, aunque con un humor un tanto macabro: una vez que habĂa tomado alguna copa de más de aquel extraño brebaje que siempre le pedĂa al mismo camarero del Gothic me contĂł, entre susurros, que habĂa degollado a su casero y que lo tenĂa colgado del techo, en el salĂłn, desangrándose mientras recogĂa su sangre en un barreño. CĂłmo nos reĂmos aquella noche...Todo aquello fue antes de que nos distanciáramos, antes de que cerraran el Gothic. TodavĂa recuerdo la noche en la que entrĂ© en el aseo y me lo encontrĂ© allĂ con una chica. "No es lo que parece", me dijo, y sonriĂł. Yo me retirĂ©, no soy yo de esos que se meten en asuntos ajenos, y si Ă©l lo dijo, serĂa verdad, pero recuerdo perfectamente la bella imagen que se captaba en el espejo del lavabo, ese espejo que, incapaz de reflejarle a Ă©l, mostraba a la joven casi levitando, mirando al infinito con ojos suplicantes, mientras de su cuello brotaban como por arte de magia dos tremendos chorros de sangre...





Pon tu comentario