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CON EL DEDO EN EL GATILLO (No habrá paz para los malvados)

AL SALIR DEL CINE
César Bardés
[colaborador]

El inspector Santos Trinidad parece que lleva demasiadas noches sin dormir. En su rostro se dibujan las arrugas de muchas decepciones y de unas cuantas desolaciones. En sus espaldas y en su piel lleva adherido el aliento pútrido del tabaco rancio de demasiados cigarrillos, de demasiadas esperas, de demasiado humo revoloteando a su alrededor. El cansancio, poco a poco, está acabando con él pero está dispuesto a morir matando, con el dedo en el gatillo, con un último trazo de una honestidad que ya le es muy esquiva.



En sus ojos, hay dureza de puro granito, de viejo policía al que ya le importa todo muy poco. Un día creyó en algo pero hubo más balas de la cuenta en su vida y el calendario sólo le sirve para contar los días que le quedan. Al principio, es un hombre brutal, sin conciencia, que utiliza su 38 con la ligereza propia de quien no se deja impresionar por el olor de la sangre. Y, sin embargo, puede llegar un momento, siempre peligroso y cuestionable, en el que se comparta su ética, en el que deseemos protegerle porque, aunque disparó unas cuantas balas caprichosas, producto de muchos cubatas apenas manchados, sabemos que tiene razón, que es un hombre que hace tiempo que sobrepasó todos los límites y que quiere sentarse y esperar la muerte con el revólver colgando de su mano, como una sombra que no deja rastro, como un hombre que debió de morir mucho, mucho antes.

Arrastrados por modas y deseos de individualismo, hace bastante tiempo que en España se renunció a hacer cine de género sin tener apenas conciencia de que, cuando aquí se hace ese tipo de cine, se hace muy bien. Enrique Urbizu, admirable en su dirección, hace ya unos cuantos títulos que apostó por fórmulas conocidas entre las que destacó la maravillosa La caja 507 y aquí se apoya en la inmensa labor de un José Coronado que nunca ha estado tan soberbio, oscuro, temible, sincero y profundamente acertado a la hora de componer su personaje. El conjunto es una película que atrapa, que llega a apasionar por momentos, que te pone las esposas para llevarte al mismo centro de las motivaciones de este inspector que es centro y razón de toda la historia. Al salir, parece que aún huele a pólvora, que el aroma del desinfectante que Santos Trinidad se coloca en sus heridas invade todas las sensaciones y que, de vez en cuando, aún tenemos algún cartucho en la recámara para ofrecer un título que sea verdad, que sea negro, que sea universal y que sea nuestro, aunque Urbizu sea quien ponga el talento.

El picor en los ojos parece impregnar la mirada del policía que no tiene futuro porque agotó el poco que le quedaba en una noche en la que tuvo que soltar su rabia. Él está por encima de jueces y de ordenados cumplidores de la ley a los que aún les queda por recorrer todo ese camino que él ya tiene hollado y desgastado. En sus gestos de barba demasiado descuidada están contenidas todas las madrugadas y, desde luego, infinitas soledades. La crueldad es algo que parece estar formando parte de él como su propia placa. Ponle un cubata, niña, que el tipo está pidiendo un par de balas que acaben con su sufrimiento. Y no le des cacahuetes, a ver si se marcha pronto. Quédate con el cambio, maja, y olvida su cara. Más que nada porque en ella están escritas todas las razones del perdedor, del fracasado, del segundón, del don nadie. Y cuando un fulano llega a esas razones, le importa muy poco lo que le pase a él y a los demás.

Y sin inquietudes, podremos pasear con nuestros hijos por algún sitio concurrido, ignorantes de que, tal vez, la desgracia ande muy cerca, esperando el instante de explotar. Por eso, porque nunca se sabe por dónde puede salir un Santos Trinidad cualquiera, habría que ir a ver esta película. Porque al otro lado de la ira ajada, se halla la valentía, el arrojo, la mirada penetrante y la pistola colgando de un dedo.

C. Bardés

2 comentarios:

  1. Muy bien
    Esperemos que la pelicula nos muestre nos enseñe nos exponga de una forma o de otra de que nuestro cine esta lleno de historias aunque sean pocas pero con valores de sentimientos honestidad honradez franqueza lealtad que tanto se hecha ya de menos.
    Aunque dudo de que sea mas taquillera que Torrente

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  2. Sin duda, no será más taquillera que Torrente. Eso no lo pongo en duda. Lo que consuela es que, para los que buscamos un poquito de calidad, aquí hay una muestra valiente y bien parida de que también somos capaces de hacer buen cine.
    Un saludo y gracias, Fu
    César Bardés

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