Homenaje a Zapatero

Francisco M. Navas

Comienza un nuevo tiempo político para España pues, tras la incontestable victoria del Partido Popular el pasado 20 de noviembre, se cumplieron inexorablemente los plazos de la composición del nuevo gobierno de España, esto es, de ese grupo escogido de hombres y mujeres que dirigirán la marcha de nuestro país. Y como no parecería razonable especular con la futura labor de quienes acaban de jurar su cargo, me ha parecido justo y necesario dedicar este artículo al recuerdo de nuestro ex-presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.


Nuestra democracia tiene un corte evidentemente presidencialista. En España, por encima de las ideas, confusas a veces, se vota a las personas, y nunca podremos dejar de reconocer, desde la honestidad de un riguroso análisis histórico, que José Luis Rodríguez Zapatero, humilde parlamentario de León, ha sido votado durante dos mandatos consecutivos por el pueblo para gobernar los destinos de España los últimos siete años y medio.

Este hombre menudo, de ojos azules y de mirada fija y penetrante, tumbó en buena lid a un dinosaurio de PSOE, el señor José Bono, en un proceso de primarias que el Partido Socialista Obrero Español promovió, tras los fallidos intentos del aparato de vendernos, con todos mis respetos, las burras de Joaquín Almunia y de José Borrell, honorables los dos, aunque absolutamente privados del carisma necesario para que los votaran ni siquiera sus familiares más cercanos.

Sin embargo, este jovencito de León, “Bambi”, ¿se acuerdan?, con esa expresión como de “no estoy aquí” tumbó por muy pocos votos pero tumbó, con la ayuda de unos cuantos “amiguetes” que contaban adhesiones en vez de sacar pecho y con el empuje imparable de la esperanza de renovación de muchos compañeros y compañeras de partido, a un engolado José Bono que, a mi entender, cuando se mira al espejo por la mañana, lo araña de lo que se quiere.

Y muchas cosas comenzaron a cambiar en España. En el Parlamento apareció lo que se denominó “el cambio tranquilo”, una oposición suave pero terca y eficaz, frente a todo un peso pesado de la derecha dura española, como José María Aznar, el cual, como José Bono, lo tenía todo claro.

EQUIVOCACIONES Y ACIERTOS

El resto de la historia ya lo conocen mejor que yo. Ese hombre menudo, aparentemente endeble, con tesón de minero y humildad de monje cartujo, ganó las elecciones a un PP que no salía de su estupor cuando pasó de una mayoría absoluta en el Parlamento a la dura y terrible oposición.

¿Equivocaciones? Muchas. ¿Aciertos? Muchísimos. Que se lo pregunten, si no, a todos aquellos que se sienten aún, incluso dentro de este túnel negro e interminable de la crisis de los mercaderes, protegidos, cada cual a su manera, por las leyes que los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero impulsaron.

Su memoria debe conservarse limpia y digna, a pesar de la feroz oposición, a veces absolutamente canallesca, que se ha visto obligado a sufrir por parte de una oposición más preocupada por alcanzar de nuevo el poder que por solucionar los problemas reales de España.

El tiempo nos pone a cada uno en nuestro sitio, y no puedo evitar seguir profesando un profundo respeto por este hombre que, si algo ha demostrado, es que le duele España en lo más hondo de su ser, y que no ha dudado en sacrificar incluso su imagen personal y la del PSOE para evitar que nuestro país se vea sumido en el desastre económico, como se ven nuestros vecinos los portugueses, los italianos o los griegos.

Y no olvidemos nunca de que, al contrario que nuestro actual presidente de gobierno, Mariano Rajoy, a quien deseo por nuestro propio bien todo lo mejor, nunca fue delfín ni el segundón de nadie, nadie le facilitó el camino, ni dentro ni fuera del partido, es un hombre que puede presumir de haberse hecho a sí mismo, y se despide del gobierno de España con elegancia y honestidad, con ese punto de tristeza en la mirada y con esa leve melancolía de quien ha sido injustamente tratado, aunque teñida, muy al fondo, por la satisfacción del trabajo bien hecho. Vaya para él mi homenaje.