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LA SEQUÍA DE LOS SENTIDOS (La fuente de las mujeres)

AL SALIR DEL CINE
César Bardés
[colaborador]

En una aldea olvidada por la lluvia, donde lo más fértil son las ramas secas de los zarzales, un puñado de mujeres decide rebelarse porque están hartas de tener hijos, de ser un simple asentimiento ante los deseos de sus maridos, de cargar como mulas cubos de agua desde una fuente que está en un lugar tan agreste que muchos partos se quedaron por el camino. Un nacimiento se ve ensombrecido por una caída y entonces una de ellas se atreve a levantarse y decir que no.



No a permitir el trato de la mujer como un animal, al son de los caprichos carnales y aleatorios del hombre. No a reducir su pensamiento al de una acémila, con mirada de pena y huesos rotos por el esfuerzo. No a ser meros juguetes sexuales de noches que nunca son finales de jornada consumida. No a ser las únicas que trabajan mientras los hombres toman tranquilamente un té en la única tasca del pueblo. No a llevar agua desde la inhóspita ladera de una tierra que sólo ofrece polvo y sequedad y que, por momentos, parece tener los rasgos del hombre.

Y con estas negativas, las mujeres sufren y tratan de luchar en un movimiento justo y certero dirigido al mismo orgullo del macho. Los hombres, primero, no llegan a hacerse a la idea. Después pasan a la violencia. Más tarde a la apelación religiosa propia de una sociedad que depende del guía espiritual que proporciona el Islam. Por último, tratan de conseguir la victoria y lo único que obtienen es la humillación. Entre tanto, habrá individuos aislados que traten de dar la razón a las mujeres, que permiten la huelga de amor que ellas practican pero siempre con el respeto por delante y que, incluso, alimentan la idea de la cultura en ellas cuando les está prohibido cualquier acceso al conocimiento porque así se han interpretado las leyes del Corán.

Radu Mihaileanu hizo muchísimo más cine en El tren de la vida que en la popular El concierto y en su estilo se aprecia la mirada cómica no exenta de trascendencia que intenta imprimir a sus películas. Aquí se centra en esta guerra de sexos que le sirve como excusa para afirmar que la tradición no es sinónimo de cultura, que hay tradiciones que son excusas y otras que ayudan a crecer y desarrollarse como pueblo con identidad propia. Sin embargo, el oportunismo bienpensante de nuestros días tiende a afirmar que toda tradición es una herencia cultural que hay que preservar y eso no es así. Lo que hay que preservar es la idea del amor. El resto son sólo interpretaciones que el hombre ha ido imprimiendo a sus textos fundamentales con el matiz que la Historia ha tenido a bien presentar. Las mujeres, por lo general, siempre han salido perdiendo en todas las religiones y, por tanto, en las tradiciones que de ella se emanan.

También existe un hálito de esperanza en las nuevas generaciones, más abiertas, además de una frontal oposición al fundamentalismo que trata de introducirse a través de consejos disfrazados de sabiduría cuando no son más que insidias para llegar al adoctrinamiento feroz. Todos, menos las mujeres, juegan en esta película a secar los sentidos de los que les rodean para así manipular con mayor facilidad cualquier aspiración y cualquier avance.

Se deja ver con facilidad, con momentos realmente brillantes cuando la tensión comienza a sentirse entre las piedras y elementos extraños asoman por las rendijas de una rebelión femenina de valor y empuje que los hombres están incapacitados de llevar a cabo. También hay personajes desdibujados que se pierden en medio de un amor que es la verdadera fuente de las mujeres y si ese amor se seca, ningún agua podrá saciar su sed. No habrá consuelo dentro de una sociedad cerrada al humanismo por mero interés masculino. Lo único que quedará será una larga escalada por una ladera repleta de malditos guijarros. Mujeres…

César Bardés


2 comentarios:

  1. y ¿ quien le quita ese privilegio a los mulsumanes? es muy dificil, lo tienen como un patrimonio solo de los varones,creo que eso lo tendría que quitar los hijos, pero existe el peligro de que crecen y ya de mayor piensa igual que su padre, creo que para quitar eso los hijos si lo podrían quitar, pero para eso los colegios mulsumanes tendrían que censurar de el Corán mas de la mitad de sus ensenñanzas y eso no creo lo admita los poderes que siempre recaen en varones ,es mas algunos se declaran sobrinos o nietos de Mahoma, pues mientras siga así, se seguirá con la foto, del mulsuman subido en el burro y la mujer detras con el hace de leña cargada sobre su espalda, hay otro medio pero es un sueño que los hijos marchen al pais de Nunca Jamas y ahí siempre serán niños y por tanto necesitaran a su mamá. A. L. A.

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  2. Bien, vale. Estoy de acuerdo. Sin embargo, la película (que es mi terreno) establece un cierto punto de esperanza en las nuevas generaciones y en la discusión de unas leyes musulmanas que dependen exclusivamente de la interpretación dada a las letras del Corán. Es una cuestión de educación, de los medios oficiales que prefieren mantener al pueblo en la ignorancia porque así son mucho más fáciles de contentar. Al fin y al cabo, en este país se ha hecho lo mismo sin un libro santo en la mano. En cualquier caso, hay que saludar a las películas (o libros u obras de teatro o lo que sea) que tratan de concienciar de estas situaciones que no por ser tradición, son cultura, como nos quieren vender muchos.
    Para eso sirve el arte.

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