Las alturas, a veces, producen vértigos

Entre los temas que más se han comentando en estos últimos días y me figuro que se continuará en los venideros está el caso Urdangarín. Un asunto que ha sido acogido como agua de mayo por los enemigos de la Monarquía y con justificada preocupación y desagrado por los incondicionales y simpatizantes de esta institución. El caso del duque de Palma, esposo de la infanta Cristina y yerno del Rey, (ignoro cuanto tiempo le durarán tales prerrogativas), es una especie de bomba de relojería sujeta a las estimaciones y el fallo del juez sobre los presuntos delitos que se le imputan.
Mucho me temo, a juzgar por las noticias que circulan en los medios de comunicación, que su posibilidad de inocencia será algo difícil de esperar. Como es lo habitual en estos casos, se anuncian los resultados antes de tiempo, sin conocerse lo que el imputado tiene que exponer, ni la decisión que adopten los jueces.
Conste que no intento adentrarme en vericuetos y cuestiones judiciales, ni romper una lanza a favor o en contra del interesado al que nada debo, ni tengo el gusto de conocer. Pretendo comentar el tema desde una perspectiva meramente personal y con las debidas reservas.
Con gran sorpresa popular, aunque se esperara una reacción en tal sentido, se le ha apartado de sus relaciones oficiales y públicas con la Casa Real y hasta ha desaparecido de la sala dedicada a los Reyes y a su familia en el Museo de Cera. Un detalle que puede parecer intrascendente, pero al que yo le otorgo su debida importancia y significación. Ha sido una puñalada trapera, según el lenguaje vulgar, o una pública humillación, sin haber sido condenado por la justicia todavía.
En este caso, los juicios populares, sociales y familiares se han adelantado y han dejado al presunto culpable padeciendo una condena que aún no se ha pronunciado. Es costumbre actual y española erigirnos en jueces de famosos que no han sido enjuiciados aún y emitir el fallo de culpabilidad antes que el propio magistrado.
SER CONSORTE NO AUGURA BUENA SUERTE
Al vapuleado Urdangarin, de ser figura destacada en la sala del museo donde figura la Familia Real en pleno, -aunque ya falten dos consortes, de los tres habidos-, le han convertido en un anónimo visitante estatuario que vestido de manera informal se asoma a la sa

Esta fue al menos la impresión que sacamos cuando su director nos explicó el destino que esa noche, para no hacerlo a la vista del público, se le daría al otrora miembro de la Casa Real. Creo que sería menos duro y más prudente, que lo hubiesen guardado en su almacén.
Por lo visto y dadas las circunstancias, ser consorte en nuestra Familia Real no augura buena suerte, ni asegura el futuro de sus protagonistas, a pesar de que muchos pudieran creer todo lo contrario. Visto el panorama, estimo que es más razonable y conveniente vivir de una profesión y unir su vida a una persona de su ambiente y condición, que intentar encumbrarse y entroncar con un mundo donde los “intrusos” no siempre encuentran facilidades para su acomodo y tranquilidad.
Primero fue Marichalar, duque de Lugo mientras duró su fracasado matrimonio con la infanta Elena. Desde su sonado e inesperado divorcio y arrastrando su cojera, pasea su anónima soledad en el más absoluto ostracismo. Aún no me explico cómo se puede pasar del amor sin barreras al desamor sin contemplaciones y menos con la responsabilidad y repercusión que esta decisión de la infanta iba a tener.
Fue el inicio de un triste y penoso destino que se está convirtiendo en una especie de tributo que han de pagar los que se casan con personajes que no están a su altura social y familiar, aunque digan que estamos en plena democracia. No quieren darse cuenta que los cuentos de princesas que se enamoran y casan con plebeyos no tienen siempre un final feliz en la realidad. Hay veces en las que el “sapo no se convierte en príncipe, sino todo lo contrario”.
NO TODO ES GOZAR DE PRERROGATIVAS
El segundo consorte, el que fue o sigue siendo duque de Palma,- me pierdo en estos derroteros-, parece que seguirá el mismo destino. Salvo el caso de que la princesa rubia, que en este caso no lleva trenzas, ni esperaba a su apuesto doncel asomada a las altas ventanas del castillo, sino en canchas deportivas catalanas, renuncie a su elevada condición por amor y le acompañe en su vida de desventura y miradas bajas a su paso.
Todo ello en el supuesto de ser declarado culpable de los cargos que se le imputan que cada día parecen más firmes y numerosos. No obstante, es muy usual vender la piel del oso antes de cazarlo y “desnudarlo”.

Es una condición que tiene sus propias normas y reglas y éstas han de cumplirse a rajatabla, si se pretende realizar con dignidad y acierto la alta misión que han de desempeñar. No todo va a ser gozar una serie de prerrogativas y una vida muy por encima del común de los mortales. Tienen que considerar y atinar en la elección de sus uniones matrimoniales y renunciar a quien pueda poner en peligro la estabilidad y el prestigio de la Institución que representan. Algo deben ofrecer a cambio de sus muchos privilegios.
En este asunto, aunque muchos no lo entiendan, yo me solidarizo con la Reina, no como Soberana, sino como madre. Debe ser muy difícil representar, aunque haya sido preparada y educada para ello, la dualidad de su complicada interpretación en todo este asunto. Por un lado, se debe a la institución que tan dignamente coprotagoniza y ha de disimular sus sentimientos y condenar aunque sea tácitamente, los errores o culpas de un yerno que no supo estar a la altura de las circunstancias que su posición le imponían.
EL DIFÍCIL PAPEL DE LOS REYES
Por otro lado está la mujer, madre y abuela, que siente los problemas de su hija y sus nietos con mayor dolor que los suyos propios. No es extraño, ni censurable, yo así lo entiendo, sus visitas a esa hija que está pasando momentos muy penosos y complicados y ofrecerle su apoyo, el cariño y la solidaridad de una madre, que en esos instantes ha cambiado la corona de la realeza por la no menos brillante de la maternidad, que es la dignidad más sublime a la que puede y debe aspirar toda mujer.
El papel del Rey, tampoco es nada fácil. Él debe mantenerse firme y severo en sus manifiestos y decisiones, aunque su corazón de padre sufra lo indecible con el infortunio de esa hija y esos nietos a los que desearía librar de un plumazo de todas sus penas y preocupaciones. Ha de condenar lo contrario que le indica su corazón atormentado por el dolor. Como

Pero los que piensen que este episodio puede dañar a la Corona, están equivocados. Yo, que nunca me he sentido monárquico, aunque sí me caiga bien Don Juan Carlos, no cambiaré mi manera de pensar porque un miembro de la familia, que procede del exterior, se haya extralimitado gravemente. La poda de una rama inoportuna, no significa que se pueda dañar al árbol en su totalidad.
No sé cómo terminará lo que empezó como un cuento de hadas y de flechazo amoroso, pero ya nada será igual para sus protagonistas, aunque la Justicia emita un fallo favorable. Ni para ellos ni para sus familiares y amigos, en especial aquellos que han sido tan rápidos en darles la espalda y no ofrecerles un resquicio a la duda y la inocencia.
El que de verdad nos quiere, es el que no nos abandona en los momentos difíciles y nos otorga su apoyo y confianza. En especial, los .que se han embarcado en la misma nave, con idéntica procedencia plebeya y no muy rimbombante curriculum social y familiar.
Tengo una opinión sobre la monarquía y el imputado Urdangarín pero no sabría expresarla tan bién como el artículo que he leído esta misma tarde elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/el-rey-desnudo_725707.html del que entresaco:
ResponderEliminar"La monarquía no es solo un anacronismo, sino una institución incongruente con el principio constitucional de la igualdad entre todos los ciudadanos españoles: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social" (artículo 14). Ningún cargo público debe sustentarse en el designio divino ni en la tenencia de un mismo ADN familiar, pues "la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado" (artículo 1,2). ¿Qué justificación racional y democrática tiene entonces que Felipe suceda a Juan Carlos como jefe del Estado simplemente por ser hijo de su padre?"
Pues a mí me gusta más éste qué queires que te diga.
ResponderEliminarJuan Rodriguez el partido al cual tu tienes el tufillo voto a favor de la monarquia parlamentaria cuando se instauro la constitucion,por lo tanto es constitucional,pues fue aprobada por mayoria y cuando una cosa se aprueba por mayoria es totalmente democratica y sujeta a la constitucion.En todo caso tu partido y tu sois unos incongruentes pues si sois republicanos porque votasteis sícuando se aprobo la constitucion,haberos negado....
ResponderEliminarLo malo es que el ser humano es manipulable, y se utilizan todos los medios que existen y que inventan para manipularnos. Educación, Medios de (des)Comunicación, Costumbres, Condicionamientos Sociales... etc... es fácil domesticar y conducir a la mayoría con los medios que poseen hoy día esos poderosos interesados en llevar nuestra voluntad al redil. Dicho esto, eso de que la mayoría tiene la razón se desvirtúa completamente y deja de ser una máxima democrática, para pasar a ser el TIMO DEL MILENIO.
ResponderEliminarPara 3... córcholis, poneos un seudónimo, que es barato. Es penoso responder a un numerito.
ResponderEliminarNo estoy afiliado a ningún partido, aunque tengo mis preferencias como todo el mundo, ni pude votar la Constitución española. Aún así, creo que seguramente hubiese votado a favor, en ese momento histórico... reconociendo que no disponemos de una democracia real por culpa de la ley electoral y que la monarquía ya era algo completamente desfasado. La mayoría de las veces hay que tomar soluciones de compromiso y no votar lo mejor (que no está disponible), sino lo menos malo.
Sí amigos. Veníamos de algo tan tenebroso como una dictadura fascista. No le pidáis peras al olmo, el avance era brutal y nadie se cuestionaba desplazar al Rey porque era el heredero de Franco que ya estaba haciendo "muchas concesiones" a vista de gran parte de la cúpula militar, deseosos de continuar el camino nacionalcatólico, del muerto en la cama, dictador.
La Constitución contiene tremendas injusticias que no se pudieron resolver en la transición pero que alguna vez habrá que torearlas.
Su Majestad el Rey,no es responsable de la intencionalidad fraudulenta del Sr Urdangarin.Estoy totalmente de acuerdo en que sea juzgado como cualquier ciudadano Español y si fuera necesario,condenado.Lo que no veo justo es que la opinion publica se cebe con la casa real,porque viendo algunas casas reales europeas,la nuestra puede ser considerada mas que respetable.En cambio,cuando dejaron libre al terrorista y asesino De Juana Chaos,con 25 delitos de sangre a sus espaldas ,no hubo tanta controversia.Ademas,con la cantidad de progres y democratas que publican sus comentarios en esta revista,¿Alguien no es inocente hasta que se demuestra su culpabilidad?Si se habla de fraude,vereis cuando se habra la caja de pandora en Andalucia.
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