Es lícito manifestarse, pero no provocar

Cuando estaba en activo leía la prensa desayunando, antes de empezar la jornada. Procuraba llegar con la antelación suficiente para subir a la cafetería y poder enterarme de todo lo ocurrido. Bueno, concreto, todo no, sólo lo que me parecía interesante, tras ojear las noticias del periódico. Si advertía algún titular o entradilla que me llamaba la atención, leía el texto y si no me convencía su desarrollo y contenido, cortaba la lectura y a otra cosa mariposa.
También estaba la llamada Radio Macuto, a cargo de compañeros o conocidos que adelantaban la noticia o te informaban sobre lo sucedido y no incluido en la prensa. Que solía ser más sugestivo aunque no siempre pasara del rumor.
En aquellos tiempos era la “emisora” que más se escuchaba y la única que podía ofrecer cierta credibilidad, ya que no pasaba por la “mamá censura”. En especial en los tiempos de “San” Rafael Arias Salgado, que desde su ministerio de información velaba con auténtica obsesión por la salvación de nuestras almas y la pureza de nuestros actos y pensamientos.
Ejercía un férreo control sobre lo que podía publicarse en prensa u oírse en las emisoras de radio. No obstante, los que nos movíamos por las redacciones sí sabíamos lo que ocurría y teníamos que silenciar, aunque lo comentáramos “off de record”, teniendo sumo cuidado en que no hubiera moros en la costa. Hoy nos resultaría difícil ya que hay moros en todas partes y la epidemia continúa “in crescendo”.

Opino que tanto se peca por defecto como por exceso. Ni era bueno suprimir los textos donde se contaba la verdad, porque a juicio o capricho del funcionario de turno era merecedora de la “mordaza” y negras tachaduras, como tampoco el permitir que quien lo desee despelleje al adversario, que además puede ser inocente del mal que se le atribuye por el mero capricho de hacer daño o cobrar las monedas de la traición, que es
costumbre amparada y recompensada en nuestros días.
SEMBRAR ALARMAS
Tampoco considero una medida nada beneficiosa, a excepción del interesado en sembrar alarmas y recoger desolaciones, ese terco afán de algunos en machacarnos desde que amanece hasta la hora del sueño, -que ellos convierten en pesadillas-, a base de noticias alarmantes y de extremado pesimismo, sabiendo que el atribulado receptor las va a estar “rumiando” y padeciendo, a lo largo de todo el día, sin posibilidad de poder aportar una solución al problema.
Esta insistencia obsesiva y derrotista se está generalizando en algunos políticos que ayer estaban en el poder, tratando de agudizar nuestros temores y aumentar los problemas de una manera que resulta chocante y poco ética. No se dan cuenta que son ellos los principales autores de esta debacle y angustiosa situación y que los recién llegados, que tampoco deben sentirse satisfechos con sus primeras medidas adoptadas, están sacando la basura que sus antecesores dejaron bajo las alfombras de despachos y ministerios.
Todo este marrullero proceder por parte de unos y otros nos está sumiendo en una espiral de pesimismo, desaliento e impotencia que está desembocando en esa peligrosa y en ocasiones hasta justa rebeldía de los ciudadanos, a través de sus protestas callejeras. Es su única y posible reacción ante las arbitrariedades de unos gobernantes que no son justos ni solidarios al mantener la angustia y la desesperación de un pueblo cansado de soportar tanta hambre, abusos, corrupciones y demás cabronadas.
No pretendo apoyar los desórdenes públicos y manifestaciones callejeras donde la violencia se hace ostensible y las consecuencias no suelen ser buenas para nadie. Esas ocasiones que algunos aprovechan para “escupir” sus radicales consignas de odio y resentimientos e infiltrarse entre los que se manifiestan de buena fe y justificados motivos.
No obstante, considero lícito que el ciudadano muestre su desacuerdo e indignación ante la falta de sensibilidad y el engaño de unos políticos que no han sido coherentes con sus promesas preelectorales. Sin que ello me ofusque para no considerar que se encontraron las arcas públicas con más papeles de deudas pendientes que de chequeras con fondos disponibles.
SALVA PATRIAS
Y se vieron obligados a tener que tomar medidas contrarias a las anunciadas, aunque sin esforzarse mucho en buscar otras posibles soluciones que no fueran las de seguir exprimiendo al pueblo. Han sido muchos años seguidos de vaciar los presupuestos en subvenciones y donativos tan cuantiosos como innecesarios en asuntos que no nos incumbían ni nos interesaban, que nos hemos quedado sin recursos para hacer frente a nuestros propios y perentorios problemas.
De esto no habla el señor Rubalcaba en sus apariciones públicas desempeñando el papel de “salva patria”, sin querer darse cuenta de una vez que ya se le pasó el arroz y su oportunidad.
No puedo considerar y estar

Como tampoco esos ERE a voluntad y capricho del empresario sin que pueda evitarse que el personal se quede sin trabajo o con un sueldo seriamente mermado y el que los grandes patrimonios y acomodados parásitos de la sociedad, inquilinos y clientes de la llamada “milla de oro”,-la única zona donde no conocen la crisis-, sigan refregándonos sus lujos y doradas ociosidades, al no tener que participar en esta poda general de comodidades.
Se ha conseguido que las diferencias sociales y económicas se hayan distanciados y dar un paso gigante para que desaparezca de una vez la siempre sufrida clase media, generadora del mayor número de empleos. De seguir así el pobre se va a convertir en mendigo y el rico vivirá sus mayores opulencias.
PROVOCACIONES Y RESPUESTA
Hablemos claro y sin hipocresías. No todos los manifestantes estaban infectados del virus de la intolerancia y el rencor que suele empañar y distorsionar esas revueltas de ciudadanos indignados, pero no violentos. Es lícito y normal que se proteste ante la desaparición y merma de asistencias, derechos y recursos que no deberían tocarse bajo ningún pretexto.

La realidad, funesta realidad, es que cuando un colectivo se siente lesionado en algunos de sus derechos, ante la imposibilidad de hacerse oír de otra manera, se tiene que lanzar a gritar en la vía pública para que sus quejas puedan llegar a su destino. Y esta ocasión la aprovechan los inconformistas y grupúsculos antisistema para provocar la tragedia con piedras, botellas incendiarias, golpes e insultos a los agentes que son enviados, mejor dicho mandados, a intentar poner orden en ese caos de destrucción y barbarie.
Los agentes del orden no pueden ir personalizando sobre quién obra de buena fe y quién pretende mandarlos al hospital, como ya ha ocurrido demasiadas veces. Es lógico que ocurran abusivas actuaciones por ambas partes, pero si unos no provocan y se manifiestan civilizadamente, los otros no intervienen.
.
Me parece realmente intolerable la actuación de los "mzos de escuadra" catalanes al reprimir esa manifestación, según he podido observar en el video que acompaña este artículo. En Madrid, no proceden de forma tan "salvaje", al menos con la intnsidad que lo haca la policia local catalana. Y eso que son del gobierno comunitario. En este caso, sí debo confesar que se han pasado varios pueblos en su manera de reprimir a los manifestantes, incluso ya en el suelo y sin poder reaccionar. A este proceder no me refiero yo en mi artículo. Que consta. Félix Arboli.
ResponderEliminarse ha publicado que sólo el año pasado recibieron esos 2 sindicatos 3.000 millones de euros para "formación" y que la huelga general costará 1.000 millones.Que ellos dicen que es po los trabajadores pero por ahí se argumenta que con la reforma van a perder mucho dinero y mucho poder.Que los 2 grandes sindicatos estos son directamente perjudicados con la reforma
ResponderEliminarEstá claro que no se refiere usted a esta gente porque es clara la forma de actuar, pero en valencia no fue igual.Es lamentable que se pegue de esa forma porque ya pasamos algo parecido en épocas pasadas. Una cosa es actuar para disolver y otra la forma de actuar en este y otros casos.
ResponderEliminares comprensible que vayan los que han ido porque se les está recortando sus ingresos y ven amenzados sus fuentes de ingresos, que no es Cádiz como decía un diario de la provincia en titular, lo que estaba allí no era Cádiz, estaban los que estaban.No estaban los parados ni las paradas, ni estaban ni van a estar en la siguiente tampoco
ResponderEliminar