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La lata de conserva

Félix Arbolí [colaboraciones].-

TenĂ­an hambre, mucha hambre y salieron a buscar algo que les acallara ese gusanillo que atormenta a estĂłmagos demasiado tiempo inactivos. Él pasaba unos años de los setenta, ella le iba a la zaga. Ambos aparentaban esa edad en la que no se sabe si van o vienen ya de recogida. Su ropa muy usada pero limpia y su aspecto el de dos personas muy gastadas y cansadas de tanto padecimiento. La maldita crisis los habĂ­a dejado sin recursos y necesitaban comer algo. No hay molestia más insufrible que un estĂłmago en paro forzoso al que se quiere engañar con “picotazos” aquĂ­ y allá, donde se encuentre una oportunidad para acallar en unos instantes los continuos coletazos de ese “dragĂłn de fuego” que nos consume por dentro.

No sĂ© cĂłmo se llamaban, ni tampoco importa. ¿QuĂ© supone un nombre para explicar, no digo entender, un hecho que a todos nos debe sonrojar? Tampoco citan el nombre del supermercado donde tuvo lugar la inhumana escena, ni mucho menos el del vigilante que intervino con excesivo celo y de manera poco generosa.

SĂłlo se especificaba, como si acabara de detener a Al Capone, su evidente proeza al confundir el tocino con la velocidad y armar la marimorena porque esa pareja septuagenaria habĂ­a “descuidado” una simple lata de conserva, que costaba la exorbitante cantidad de un euro. Algo inadmisible en tiempos de abundancia y facilidades para poder pasar por caja, gracias al celo y el buen hacer de nuestros esforzados polĂ­ticos.

Estoy pensando en los excelentĂ­simos e ilustrĂ­simos señores y demás personajes archiconocidos y populares que esperan sentarse en el banquillo y que se dicte sentencia por acciones en las que el euro se “evaporĂł” en cantidades masivas de las arcas pĂşblicas. Me da la impresiĂłn de que ninguno de ellos pasará la vergĂĽenza de estos pobres ancianos, ni se verán tan desprotegidos.

No se dice que alguno de los presentes interviniera a su favor y parodiando al buen samaritano, en un gesto solidario abonase el euro y diera por acabado el asunto. Yo siento no haber estado allí para haber acompañado a la pareja a un recorrido por el interior del supermercado y proporcionarle los alimentos necesarios para que no pasaran hambre durante una semana.

HUMILLACIÓN VERGONZOSA

Humillante la detenciĂłn y vergonzosa la pasiva actitud de los presentes que no fueron capaces de repartir algo de lo que llevaban con ese matrimonio de “delincuentes” que hurtaba una lata de un euro para comer.

Fueron detenidos sin mucha cortesĂ­a y por el hecho de protestar el marido y esgrimir su bastĂłn, que seguro le costarĂ­a trabajo levantar, el diligente vigilante avisĂł a la policĂ­a que se los llevĂł ante el juez, para que su señorĂ­a dictase la preceptiva sentencia. AĂşn no lo ha hecho, ya que por lo visto el hecho requiere mucho estudio y consultas, pero los avezados en este tipo de asuntos indican que podrĂ­a ser condenado hasta cuatro dĂ­as de arresto domiciliario, ya que por su edad y la cuantĂ­a de lo sustraĂ­do, no le corresponda cárcel o calabozo. Sin comentarios…

En este país que unos llaman España y otros la Cueva de Alí Babá, por ser el paraíso de los ladrones de alto copete y de mafiosos de reconocido historial delictivo, hurtar, -que no es robar-, una simple barra de pan o una lata de conservas de bajo precio, puede convertirse en auténtica pesadilla. Un tremendo error por parte del que no pueda soportar por más tiempo las protestas de un estómago en huelga indefinida y encuentre la posibilidad de solucionar tan agudo problema.

Antes de que el goloso desliz llegue a su bolsillo se tendrá que enfrentar al fornido y valiente señor de porra y esposas, –las que se colocan en las muñecas-, que todo airado e inflando el pecho al más puro estilo de Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, lo detendrá y humillará pĂşblicamente. De nada valdrán las sofocadas protestas del hambriento. Ni la evidencia de que se sintiera impelido a ese pequeño hurto para poder aplacar los silenciosos gritos del hambre.

No le cohibió, al guardián de ese paraíso alimentario, que hubiera podido ser su padre por la edad, ni que harto de pasar necesidades y no recibir ayudas de nadie, -como esos doce millones de españoles que viven en la pobreza-, se viera abocado a utilizar medios nada correctos, para paliar momentáneamente ese ayuno prolongado. Azares de la vida y de una crisis que nos está consumiendo de una manera implacable.

3 comentarios:

  1. No me lo puedo creer, que a las personas mayores les pase esto, por un euro.Hay que tener más dignidad y dialogo tolerante con estas personas de 70 años en adelante.Y a los vigilantes jurados,que por otra parte, hacen su labor con dignidad, les pediría, antes de esposar a estos inocentes, que tengan más consideración democrática con las personas de la tercera edad.Si fueran niñatos y gamberros ,estos guarda jurados harían la vista gorda y mirarían para otro lado... en definitiva no les mostrarían ni los grilletes ni la porra....los dejarían escapar...porque estos si se la gastan con cualquiera que les haga frente.

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  2. Me gusta el artículo de Arbolí y sobre todo la bonita manera de contarlo. Me parece indignante lo que pasó. Una cosa es castigar a los ladrones y otra hacerle esto a esta pareja y no porque sean mayores, sino por lo que era y para lo que era, y por qué era.

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  3. Felix Arboli Martinez5 de marzo de 2012, 22:30

    Gras amigos por vuesro comentario y a ti, te agradezco el elogio a la manera de escribir. Me hubiera gustado más no tener que escribir sobre este hecho, al no haber sucedido. Gracias, cariñosos saludos y un abrazo a toda mi Chiclana. Arboli

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