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Las cuentas de la lechera [Memento Mori]

José Antonio Sanduvete [colaborador].-
 
     Aquella noche soñó una pelĂ­cula. La soñó completa, con sus personajes, con su trama y, lo que es más importante, con un guiĂłn perfectamente estructurado. No es fácil, no sucede todos los dĂ­as y, por tanto, no conviene desaprovecharlo. La Historia está salpicada de genios que vieron la luz, que tuvieron ideas, que solucionaron problemas y que se inspiraron en sus propios sueños.

     La pelĂ­cula era buena. Los diálogos tenĂ­an chispa, la historia, estaba seguro, captarĂ­a la atenciĂłn del espectador de principio a fin, ¡si hasta habĂ­a soñado las secuencias y los encuadres de las principales escenas!

     Se sintiĂł un privilegiado, un elegido, tocado por los dioses y por el aliento inconfundible de las musas. Luego retomĂł la consciencia y, durante ese agradable periodo de duermevela que precede al despertar, oyĂł susurros en la calle, sintiĂł el tibio sol de la mañana que entraba por la ventana y comenzĂł a hacer cuentas. PensĂł que podrĂ­a escribir el guiĂłn en un par de semanas, luego lo presentarĂ­a a sus contactos. Un material de tal calidad no tendrĂ­a problemas en llamar la atenciĂłn de algĂşn productor. DecidiĂł bien pronto quĂ© actores eran los ideales para los papeles principales, habrĂ­a que hacerse con sus servicios. De ahĂ­ en adelante, todo serĂ­a pan comido. Rodaje, posproducciĂłn, marketing, preestreno y la maquinaria ya estarĂ­a en marcha.

     DespertĂł orgulloso de sĂ­ mismo, fue al baño, se lavĂł la cara y se mirĂł al espejo. Se veĂ­a ya a sĂ­ mismo recibiendo el Ăłscar cuando cayĂł en la cuenta de que habĂ­a olvidado el sueño. TratĂł de recordar, de asociar ideas, pero nada. Su gran guiĂłn habĂ­a quedado para siempre atrapado en las redes de una duermevela copada por los planes de futuro y los delirios de grandeza.

     PasĂł las siguientes horas, y los siguientes dĂ­as, algo confuso, despistado, rebuscando en su subconsciente, hasta que se rindiĂł a la evidencia de que su pelĂ­cula se habĂ­a perdido para siempre. La Historia no se acuerda de ellos, pero el mundo está lleno de genios en potencia que decidieron dormirse en los laureles antes de comenzar su camino.

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