EDITORIAL-Noviembre 2012

“Atila” Román arrasa con todo lo que le sale al paso.-

 

El mes pasado les hablábamos del síndrome Hubris, el síndrome del poder. Pues bien, octubre nos ha dado una muestra más de lo que dicho síndrome afectó al que fuera nuestro alcalde en la anterior legislatura a medias con Ernesto Marín. (FOTOS: Este apretón de manos era de cara a la galería y Román es cada vez menos super).

 

Nos referimos a José María Román, hombre desubicado en estos momentos en su partido, el PSOE, ya que aunque confiaba en sacar buen rédito político tras entregar su voto y el de sus correligionarios chiclaneros a la candidatura del grupo griñanista (Irene García y Manuel Jiménez Barrios, su mentor, entre otros), con un buen cargo y, por supuesto, muy bien remunerado, se ha encontrado con la cruda realidad.

 

A Román esta vez se la dieron con queso. Estaba casi decidido a aliarse con el otro candidato a la secretaría provincial, el barbateño Rafael Quirós, pero tras sumar los votos que unos y otros podrían conseguir se decantó el último día por la alcaldesa de Sanlúcar, esperando seguir disfrutando de un buen sueldo a pesar de haber perdido la alcaldía.

 

Lo curioso, y preocupante, es que gane como portavoz de su grupo en Diputación el mismo dinero que de alcalde, cuando las responsabilidades son infinitamente menores, por no decir nulas.

 

La que se ha liado por esta causa en el grupo socialista está ocasionando muchas críticas, ya que en vez de preocuparse de los problemas de los ciudadanos lo hacen por sus emolumentos. Lo que también llama la atención es que Román se haya enfrentado de forma directa a la ejecutiva del partido, negándose a dejar su portavocía, haciendo caso omiso a las peticiones de ésta.

 

Las disputas no han sido por proyectos para los gaditanos o por ideas de cómo mejorar un partido que va hacia abajo de forma desenfrenada y sin que parezca que la caída tenga fondo, no, las disputas entre ambos bandos socialistas son por cargos, con mucho dinero en juego y por colocar a los afines.

 

Román ya colocó a su delfín chiclanero, Cándida Verdier, como su administrativa o asesora, con un buen sueldo, aunque no tanto como cuando perdió el poder en 2007 por el pacto del cuatripartito, enchufándola de asesora con cerca de 10 millones de las antiguas pesetas al año, en un trabajo al que no acudió nunca o casi nunca.

 

“Atila” Román arrasa por donde pasa. Lo ha hecho en el Ayuntamiento de Chiclana, dejando una deuda a los proveedores de ¡7000 mil millones de pesetas (42 millones de euros)!, 156 millones de euros de débito total, casi 13.000 parados, un PGOU anulado por tres veces y una ciudad sumida en un caos urbanístico del que tardaremos mucho tiempo en recuperarnos.

 

Ahora le ha tocado a sus compañeros de Diputación sufrirlo y no parece que el exalcalde esté dispuesto a arrojar la toalla, al menos al cierre de la revista. Le han amenazado con expulsarle del PSOE si no renuncia al cargo de portavoz, pero se está resistiendo como gato panza arriba.

 

Sólo tiene dos caminos, dejar la portavocía en Diputación y volver a su colegio a impartir clases o no renunciar, que le abran expediente de expulsión y pierda los cargos de portavoz socialista en Diputación y en el Ayuntamiento de Chiclana, con lo que tendría que abandonar el grupo municipal y pasar al de los no adscritos si no deja su acta, que conociéndolo nos extrañaría que lo hiciese para que entrara otro en su lugar.

 

Si se obceca, el cisma en el partido a nivel local sería lo nunca visto, porque por lógica todos los que llevan años a su alrededor como Ruiz Piñero, Verdier –otra que está en la cuerda floja tras su enchufe en Diputación y sus ataques intempestivos a Jiménez Barrios llegando a pedir su cese-, Manuela Moreno o Páez (los demás son nuevos y podrían dejarlo tirado), se irían con él. Pintan bastos para Román.