El topo [Memento Mori]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
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Ya está, Boris, se acabĂł el juego. ¿CreĂas que no descubrirĂamos que
eras el topo? Has cometido un grave error y ya sabes que los errores se
pagan - dijo Tom mientras apuntaba el cañón de su revólver a la sien de
su compañero.
- ¿Que yo soy el topo? ¿CĂłmo te atreves? TĂş eres el topo, Tom, maldito bastardo.
- ¿QuĂ©?
Tom pensĂł entonces que eso le pasaba por hablar. Joder. TendrĂa que haber disparado y punto. Haberse cargado a ese cabrĂłn de Boris. Ahora le acusaba a Ă©l, quĂ© táctica más sucia, de vender informaciĂłn a los rusos. A la desesperada, claro. Pero maldita sea, delante de todo el mundo. Aunque le pegara un tiro ahora la sombra de la duda quedarĂa flotando sobre los presentes, tal vez alguno creyera que Boris decĂa la verdad, tal vez alguno sospechara de Ă©l, y eso, aun estando limpio, nunca era bueno en los tiempos que corrĂan.
- Vamos, Boris, dĂ©jate de estupideces. Siempre te creĂ un agente doble ejemplar, un empleado modelo de la KGB que, sin embargo, trabajaba para nosotros. Siempre te apreciĂ©, Boris. ¿QuiĂ©n iba a imaginar que eras un agente triple, que mientras supuestamente trabajabas para nosotros lo hacĂas en realidad para los rusos, haciĂ©ndonos creer que les traicionabas cuando verdaderamente tu fidelidad a la KGB era real?
- Eres estĂşpido, Tom - contestĂł Boris. Le temblaba el labio. - Un autĂ©ntico cabrĂłn estĂşpido. No soy un agente triple, soy un agente cuádruple, hago que los rusos crean que vosotros creĂ©is que yo trabajo para vosotros y que luego les paso a ellos la informaciĂłn, pero eso es solo lo que yo quiero que ellos crean. En realidad trabajo para vosotros, la coartada del agente triple es perfecta, la KGB jamás sospecharĂa de un agente que les da informaciĂłn de los americanos mientras los americanos creen que trabaja para ellos. Solo alguien como tĂş podrĂa pensar algo asĂ de mĂ, solo alguien que trabajara para los rusos aun perteneciendo a la CIA. Das pena, Tom, das mucha pena. TĂş eres el topo, Tom, y ahora lo sĂ©.
¿Un agente cuádruple? Joder, quĂ© cabrĂłn este Boris. Era una buena salida, desde luego. No iba a salvar el pellejo, de eso daba Ă©l fe, pero la duda ya estaba sembrada en lo más profundo de todos los agentes que les rodeaban. ¿Y si tuviera razĂłn? Quizá fuese un agente cuádruple... No, no, imposible, si Boris fuese un agente cuádruple Ă©l, Tom, serĂa el topo, y Ă©l no era ningĂşn topo, al menos eso creĂa.
Cuando Tom se vio dudando de sĂ mismo supo que su carrera estaba acabada. ¿SerĂa Ă©l mismo el topo? Él creĂa que no pero, ¿cĂłmo estar seguro? Y si el propio Tom dudaba, ¿quĂ© no harĂan los demás?
Tom disparĂł su revĂłlver y los sesos de Boris se esparcieron por la habitaciĂłn. Su carrera estarĂa acabada, destrozada por la duda, la gran plaga de esos tiempos convulsos, pero ese cabrĂłn ruso no le verĂa caer. Ya está, muerto. Ahora comenzarĂa a investigarse a sĂ mismo, si le dejaban, no fuera a ser que el topo fuera Ă©l. JurarĂa que no, pero el mundo es tan complejo que uno nunca sabe...
- ¿Que yo soy el topo? ¿CĂłmo te atreves? TĂş eres el topo, Tom, maldito bastardo.
- ¿QuĂ©?
Tom pensĂł entonces que eso le pasaba por hablar. Joder. TendrĂa que haber disparado y punto. Haberse cargado a ese cabrĂłn de Boris. Ahora le acusaba a Ă©l, quĂ© táctica más sucia, de vender informaciĂłn a los rusos. A la desesperada, claro. Pero maldita sea, delante de todo el mundo. Aunque le pegara un tiro ahora la sombra de la duda quedarĂa flotando sobre los presentes, tal vez alguno creyera que Boris decĂa la verdad, tal vez alguno sospechara de Ă©l, y eso, aun estando limpio, nunca era bueno en los tiempos que corrĂan.
- Vamos, Boris, dĂ©jate de estupideces. Siempre te creĂ un agente doble ejemplar, un empleado modelo de la KGB que, sin embargo, trabajaba para nosotros. Siempre te apreciĂ©, Boris. ¿QuiĂ©n iba a imaginar que eras un agente triple, que mientras supuestamente trabajabas para nosotros lo hacĂas en realidad para los rusos, haciĂ©ndonos creer que les traicionabas cuando verdaderamente tu fidelidad a la KGB era real?
- Eres estĂşpido, Tom - contestĂł Boris. Le temblaba el labio. - Un autĂ©ntico cabrĂłn estĂşpido. No soy un agente triple, soy un agente cuádruple, hago que los rusos crean que vosotros creĂ©is que yo trabajo para vosotros y que luego les paso a ellos la informaciĂłn, pero eso es solo lo que yo quiero que ellos crean. En realidad trabajo para vosotros, la coartada del agente triple es perfecta, la KGB jamás sospecharĂa de un agente que les da informaciĂłn de los americanos mientras los americanos creen que trabaja para ellos. Solo alguien como tĂş podrĂa pensar algo asĂ de mĂ, solo alguien que trabajara para los rusos aun perteneciendo a la CIA. Das pena, Tom, das mucha pena. TĂş eres el topo, Tom, y ahora lo sĂ©.
¿Un agente cuádruple? Joder, quĂ© cabrĂłn este Boris. Era una buena salida, desde luego. No iba a salvar el pellejo, de eso daba Ă©l fe, pero la duda ya estaba sembrada en lo más profundo de todos los agentes que les rodeaban. ¿Y si tuviera razĂłn? Quizá fuese un agente cuádruple... No, no, imposible, si Boris fuese un agente cuádruple Ă©l, Tom, serĂa el topo, y Ă©l no era ningĂşn topo, al menos eso creĂa.
Cuando Tom se vio dudando de sĂ mismo supo que su carrera estaba acabada. ¿SerĂa Ă©l mismo el topo? Él creĂa que no pero, ¿cĂłmo estar seguro? Y si el propio Tom dudaba, ¿quĂ© no harĂan los demás?
Tom disparĂł su revĂłlver y los sesos de Boris se esparcieron por la habitaciĂłn. Su carrera estarĂa acabada, destrozada por la duda, la gran plaga de esos tiempos convulsos, pero ese cabrĂłn ruso no le verĂa caer. Ya está, muerto. Ahora comenzarĂa a investigarse a sĂ mismo, si le dejaban, no fuera a ser que el topo fuera Ă©l. JurarĂa que no, pero el mundo es tan complejo que uno nunca sabe...
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