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Qué no hacer si tu vecino es un psicópata asesino [Memento Mori]

José Antonio Sanduvete [colaborador].-
 
     Corrió las cortinas a toda velocidad y se acurrucó en un rincón de su habitación, con la luz apagada. Lo había visto. Esta vez lo había visto...
     Siempre hacía lo mismo, estaba segura de conocer su modus operandi. Cada sábado se traía una chica a su inmaculado pisito de soltero, una diferente cada fin de semana. Las invitaba a tomar algo y acababan en su habitación. Luego, a la mañana siguiente, él salía a dar una vuelta, a tomar el fresco, a comprar el periódico, a tomarse un café en la terraza de enfrente.
     A ella le resultaba raro que siempre saliera solo, que las chicas que entraban el sábado por la noche no aparecieran el domingo por la mañana, ni por la tarde, ni nunca más. No sabía de dónde las sacaba, no sabía por qué nadie denunciaba su desaparición, pero estaba segura de que allí pasaba algo...
     Hasta esta noche. Ha oído un grito, se ha asomado a la ventana y allí estaba su vecino de enfrente, como siempre con una chica, solo que esta vez la chica corría desnuda y ensangrentada y él la perseguía con un cuchillo de carnicero por cuya hoja se deslizaban gotas rojizas. Han jugado un poco al ratón y al gato entre los sofás, ella desesperada, él divertido, hasta que el ratón ha sido cazado y arrojado al suelo. Luego ella ha visto las cuchilladas, una, dos, tres, hasta un par de decenas. Ha sido testigo de todo, de cómo su vecino arrastraba al dormitorio el cadáver, de cómo limpiaba la sangre, de cómo levantaba la vista y observaba en su dirección...
     Entonces fue cuando ella corrió las cortinas y se acurrucó. Lo ha visto todo, pero posiblemente él la había visto a ella... ¿qué pasaría ahora?
     Pensó en llamar a la policía. Parecería una loca histérica, pero debería llamar. La pusieron en espera y desistió a los cinco minutos. Un sábado agitado en comisaría, pensó. Caminaba por la habitación como un león enjaulado. Trató de leer algo sin encender la luz, de ver la tele sin conectarla, de navegar por internet y pedir ayuda en facebook... al poco tiempo tenía 10 "Me gusta" y un puñado de comentarios estúpidos de personas estúpidas que la tomaban a broma. La policía, ahora, comunicaba.
     Se tiró en la cama y cerró los ojos. Trató de pensar. Pasaron treinta minutos, y otros treinta... habían pasado ya dos horas cuando despertó sobresaltada. ¿Se había quedado dormida? Dios, ¿qué coño le pasaba? ¿Quién se queda dormido minutos después de haber sido testigo de un crimen?
     Llegó a la conclusión de que lo mejor era salir y acudir a pie a comisaría, o coger un taxi, ya vería. Antes tendría que volver a echar un vistazo al ventanal del vecino, a ver si ya se había acostado.
     Apartó un poco las cortinas y lo vio. Seguía allí, de pie, en la misma postura y con el mismo gesto con el que la había descubierto hacía ya un tiempo considerable. ¿Qué le pasa? ¿Está loco? ¿Acaso ha pasado las dos últimas horas sin moverse, esperando contemplar mi cara de sorpresa por segunda vez?
     Decidió que tenía que salir de todos modos, buscó el abrigo, eligió la camisa, los zapatos, los pendientes y el bolso y los puso sobre la cama, fue al baño a por el set de maquillaje y se estaba planchando el pelo cuando llamaron al timbre.
     Dio por sentado que era el asesino, así que en total silencio volvió al dormitorio y se metió debajo de la cama. Allí no la descubriría. Por si acaso, las planchas aún estaban en sus manos, y aún estaban calientes...

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