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Vivir de propina


Félix Arbolí [colaboraciones].-

La fugacidad del tiempo hace milagros. Este articulo que escribo hoy jueves dĂ­a 27 de diciembre de 2012, acabará de ocupar este espacio el prĂłximo jueves dĂ­a tres de enero de 2013. Sobre el papel, un año más y menos de vida, segĂşn se mire por el lado positivo o negativo. Fantástico o real. A mi edad y segĂşn leo en un artĂ­culo publicado por JesĂşs Domingo MartĂ­nez, titulado “España, paĂ­s de viejos”, estoy pasado de rosca.

Vamos, que ya no pertenezco a este mundo, aunque si me atengo a la realidad, pocas veces me he considerado plenamente integrado en él. La vida es como si a un crío muerto de hambre y carente de todo, se le dejara contemplar y hasta tocar todas las exquisiteces y caprichos posibles y cuando estuviera más entusiasmado e ilusionado pensando en la suerte que ha tenido, se las quitaran de golpe y le dejaran solo con los recuerdos de esa quimérica visión.

¿Hay algo que perdure bajo la bĂłveda celeste? Somos aves de paso que volando en alto o casi a ras del suelo, segĂşn la suerte que hayas tenido en la tĂłmbola del destino, pasas tu existencia en un constante peregrinar por nostálgicos recuerdos e ilusas ambiciones que raras veces se consiguen y si se alcanzan alguna vez, pierden su encanto e interĂ©s.

A mí la ternura que me produce la Navidad se torna en inquietante incógnita en cada año que comienza y me hace ver que el destino sigue rompiendo, en mi caso, los límites estadísticos de los años que por término medio vive el hombre actual. Según el artículo citado, está en 79,2 para el varón y en 86 para la mujer, la edad máxima alcanzada general y normalmente. Es decir, que estoy viviendo de propina.

Menos mal que la Naturaleza, no tienen nada de polĂ­tica y se ha prodigado con exceso en la mayorĂ­a de los casos. Al compañero articulista le preocupa el hecho de que España se estĂ© convirtiendo en un “paĂ­s de viejos”, a mĂ­, todo lo contrario, me anima este detalle, al ver que no soy una especie de bicho raro y museĂ­stico, sino uno más de la larga existencia de seres que están gozando de una vida tan amplia.

ZOZOBRA Y RECELO

Cada año que se inicia ignoro y me preocupa si no será el último de mi dilatada vida. No me gustan los fines y comienzos de cada año. Lo paso con mayor nostalgia de un ayer que cada vez se encuentra más lejano y difuminado y con un creciente temor de que éste nuevo año sea el que marque mi llegada a la meta definitiva. Cuestiones que el resto de los días ni me afligen, ni preocupan. Es una fiesta que me produce zozobra y recelo.

Hasta la ceremonia del atracón de las uvas a golpe de campanadas me parece una nueva barrera que divide nuestras vidas en pasados cargados de recuerdos y añoranzas, personas que ya no están entre nosotros y a las que en estas fiestas echamos mucho de menos.

Y el inevitable temor de que pueda ser nuestra Ăşltima oportunidad de celebrar un acontecimiento similar, si nos dejamos llevar por las agoreras estadĂ­sticas de los años que podremos alcanzar si el destino nos es favorable. Y resulta, que ya nos hemos sobrepasado. 

Y nos invaden tristezas, emociones y un pesimismo que intentamos ocultar a los que en ese momento y libre de estos fatídicos datos brindan y celebran venturosos la llegada de un nuevo año, que para ellos llega cargado de esperanzas y alicientes, aunque los señores que rigen nuestros destinos se empeñen en teñirlo de negro.

QUE SE EQUIVOQUEN LAS ESTADĂŤSTICAS
Soy un hombre acabado, fuera de Ăłrbita, viviendo de limosnas, si me atengo a los datos ofrecidos por los aguafiestas de turno. Hay noticias que deberĂ­an guardarse en el baĂşl de los recuerdos inconfesables, pensando en los que se hallan inmersos en esas cifras tan nefastas.

Ante estas decepcionantes realidades pienso en esa hija que me nació muerta, un día primero de año precisamente, y hasta creo que es el mejor regalo que le pudieron hacer, aunque a mi mujer y a mí nos supusiera una auténtica tragedia.

Ella se libró de conocer y encariñarse, con los placeres y alegrías de una vida efímera y ficticia, que no nos merece la pena vivir, al ser ya conscientes de los problemas que nos esperan y el fatídico final.

De todas formas y siguiendo con las normas habituales, os deseo un Feliz Año Nuevo y que se cumplan todos vuestros planes y caprichos, pero que en este caso con toda sinceridad y que una vez más las estadĂ­sticas se equivoquen en mi caso y pueda seguir en contacto con ustedes en la generosa propina vital que disfruto”.

1 comentario:

  1. Feliz año para tí tb. Este artículo es un poco triste, pq como bien dices, no hay que vivir del recuerdo pasado, sino lo bueno de la vida, que es mucho. Yo apoyo el anuncio del coca-cola y fijarme en todo aquello que nos rodea, que no perdamos el optimismo y por supuesto la alegría. Angeles Mainé

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