La tremenda soledad del alzheimer
Félix Arbolà [colaboraciones].-
Llevo doce dĂas con el pie derecho como una bota, por su peso e hinchazĂłn. No puedo andar sin enormes sacrificios y las noches las paso entre cojines para que se mantenga en alto y no me roce. Todo fue culpa de un fuerte golpe que me di contra la mesa del salĂłn que es de hierro. Estaba a oscuras y no calculĂ© bien las distancias.
Por eso odio y me aterra la oscuridad. El médico me ha recetado una pomada y ha recomendado que me coloque bolsas congeladas de guisantes sobre la hinchazón, aparte del Gelocatil, ya que al tomar sintrón no puedo usar aspirinas.
Los guisantes, cuya utilidad terapĂ©utica desconocĂa, me está ayudando a bajar la inflamaciĂłn. Afortunadamente no hubo rotura. Son tributos que hay que pagar a la edad y menos mal que esta vez el recaudador no ha sido muy exigente. Llevo dos semanas aislado entre estas paredes y lo que es peor, teniĂ©ndome que tragar a todas horas el episodio de los sobres del señor Bárcenas y los consiguientes disparos de artillerĂa pesada del Ănclito Rubalcaba. A rĂo revuelto, ganancia de “pecadores”. A veces, no lo resisto y huyo al Canal Plus y sus series policĂacas.

Hoy han hablado del Alzheimer, esa dura y desconocida enfermedad que a todos nos atemoriza. Es más, he oĂdo que Carmen Sevilla, mi veterana y buena amiga y admirada artista, la padece, aunque ignoro en quĂ© grado. Los hay que no recuerdan el pasado, pero si pueden realizar sus actividades y los que no sĂłlo olvidan el pasado y no reconocen a los suyos, sino que ignoran quiĂ©nes son y pierden toda su movilidad.
No sĂ© quĂ© sienten, piensan y desean, ya que resulta difĂcil, por no decir imposible, adentrarse en su hermetismo. No sĂ©, tampoco, si han logrado adentrarse en el cerebro de estos enfermos y estudiar la causa que les ha podido producir esta dolencia neurodegenerativa. SĂ© que hay un equipo de cientĂficos gallegos del Centro de InvestigaciĂłn biomĂ©dica Euroespes, bajo la direcciĂłn del doctor Cacabelos, que ha logrado desarrollar la primera vacuna preventiva contra la enfermedad, cuya patente ha sido admitida en los Estados Unidos.
OCHOCIENTAS MIL PERSONAS CON ALZHEIMER EN ESPAÑA
En España son ya ochocientas mil las personas que sufren este angustioso padecimiento y su nĂşmero aumenta de manera alarmante. Aunque su apariciĂłn suele ser a los 65 años más o menos, los hay que no llegan a los cuarenta. Se sabe que aumentan considerablemente sus sĂntomas de gravedad, a partir de los ochenta y cinco años. Aunque a esa edad, si no es el Alzheimer, puede ser la demencia senil o cualquier otro percance el que nos amargue los Ăşltimos años de vida.
He de resaltar que no sĂ© las causas de que esta enfermedad se haya extendido Ăşltimamente entre nuestros polĂticos. Tenemos los casos conocidos de Adolfo Suárez, SolĂ© Tura, uno de los padres de la ConstituciĂłn y Pascual Maragall, expresidente de la Generalitat, que yo recuerde en este instante.
TambiĂ©n han pasado por este trance Eduardo Chillida, el famoso escultor; GarcĂa Berlanga, el premiado director cinematográfico, y Antonio Mercero, el inolvidable autor y director de tan buenas series televisivas y pelĂculas, una de las cuales, “¿Y tĂş quiĂ©n eres?”, trataba sobre este tema, del que fue vĂctima dos años más tarde. Es la enfermedad del dĂa y nunca mejor llamada, pues los que la padecen viven el presente no recuerdan el pasado, ni se preocupan por el futuro.

Mi madre muriĂł muy mayor y estuvo lĂşcida y con una inusitada actividad hasta dos meses antes de su fallecimiento. Fue al regreso de Chiclana, que lo hizo sola y en aviĂłn desde Jerez, terminado el veraneo en el chalet de mi hermana, cuando le cayĂł de golpe el peso de sus muchos años. A partir de ese instante, no sĂ© por quĂ©, perdĂa la nociĂłn y se iba de golpe a un tema distinto. Lo suyo, no obstante, era demencia senil, algo parecido, pero distinto.
Lo que nunca me perdonĂł y eso lo llevo yo muy adentro, es que dejara la abogacĂa por el periodismo y me dedicara a escribir en lugar de pleitear en los juzgados. Era la profesiĂłn de mi padre. No sĂ© incluso, si llegĂł a leer algunos de mis reportajes, aunque en el fondo admiraba mi lucha en solitario para situarme en la vida.
CARMEN SEVILLA Y OTROS FAMOSOS
Me duele lo de Carmen Sevilla, con la que lleguĂ© a tener una gran amistad y frecuente trato allá por los años sesenta y setenta, cuando ella estaba en la cĂşspide de su carrera y yo en el cenit de mi profesiĂłn. PubliquĂ© en la revista “Radiocinema” la “historia de su Ă©xito” con fotos de su infancia y primera juventud y me llamĂł para darme las gracias pues le habĂa gustado mucho.
No obstante, me dejĂł algo sorprendido, cuando me dijo: “Lo que no me ha gustado mucho es que digas que he dado lo mejor de mi juventud al arte, pues yo soy joven todavĂa”. Tenemos la misma edad, quizás ella un año más, pero en aquellas fechas apenas pasábamos de los treinta años.
Recuerdo mis visitas al Paseo de la Castellana, antes Avenida del GeneralĂsimo, 143, donde residĂa y cuando en su “seiscientos”, que ella misma conducĂa, tambiĂ©n tenĂa un “Mercedes”, me trasladaba al centro, camino de la editora musical que tenĂa su padre cerca de Sol. Junto a Wagner, mi fotĂłgrafo, a travĂ©s de Fernando VizcaĂno Casas, una noche cenando en el Restaurante “Riscal”, nos enteramos que se habĂa ido a pasar el fin de semana a Zaragoza junto a Augusto AlguerĂł.

A raĂz de nuestra noticia, que levantĂł bastante marejada, anunciaron su compromiso. Fuimos autores de que el pĂşblico se enterara de que su Carmen de España, la artista más blanca de nuestro cine, pasaba un fin de semana junto a su posterior marido.
Son anécdotas que a ella ya no le afectarán y haya olvidado, pero que yo quiero traer al Banco de los Recuerdos, aprovechando que aún puedo recordarla.
Dijo uno una vez que la esperanza es lo ultimo que se pierde.
ResponderEliminartambien dijo otro otra vez la vejez comenzaba cuando los recuerdos te pesan mas que las esperanzas.
Espero que lo lleves bien arboli
La madurez es una etapa de la vida como otra cualquiera lo peor que tiene esa etapa es que es la ultima de todas.
si en vez de nacer jovenes nacieramos viejos y nos muriesemos de niños
seguro que cuando llegaramos a niño llorariamos er doble
no se si te consolara lo que te digo pero es preferible pasar por todo lo que tengas que pasar antes de tener la desgracia de olvidar la identidad.
saludos y mejorate.
y no seas quejica.
quĂ© cosas más tiernas nos cuenta y son de agradecer porque hay que ver las cosas que tenemos que leer cada dĂa.Ha sido un mágnifico abogado, eso seguro y además su madre ignoraba, pobre, lo asqueroso que es la vida de una abogado, y que hay abogados buenos, y malos- Las madres tenemos muchos caprichos, pero con el tiempo aprendemos a distinguir entre los caprichos y nuestros hijos.Para las madres, y creo que para los padre tb, llega un momento que la felicidad es saber que nuestros hijos tienen una vida tranquila y moderadamente feliz y hayan realizado parte de sus sueños, que ya es mucho.Por lo menos para nosotras.Espero que los chĂcharos cumplan su funciĂłn jajajajaja!!!paciencia, divina virtud cristiana, me decĂa mi padre
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