Al salir del cine: LOS DEMONIOS DEL HIERRO (Iron Man 3)
César Bardés [colaborador].-
En medio de toda esta ola de adaptaciones de los cĂłmics de Marvel, siempre he pensado que las pelĂculas que hablan de esos hĂ©roes imposibles, de altĂsimo cĂłdigo Ă©tico, preocupados por la salvaciĂłn de la humanidad, son mucho más divertidas para aquellos que hemos crecido con ellos desde algĂşn lugar de nuestra estanterĂa. No es fácil adentrarse en las obsesiones permanentes de esos tipos que, por una razĂłn u otra, fueron bendecidos con algĂşn don que les hacĂa diferentes, seres marginales que aprovechaban esa diferencia para demostrar que cualquiera podĂa ser capaz de realizar la hazaña de destruir a los más malvados enemigos que en el mundo han sido.

Ahora nos llega la Ăşltima parte de este hombre de hierro que sigue con algunas de las constantes de la serie pero que, tambiĂ©n, peca de sus defectos. Entre los aciertos, no me cansarĂ© de destacar la perfecta adecuaciĂłn de Robert Downey Jr. a su personaje, la poderosĂsima banda sonora de Brian Tyler, la atracciĂłn que ejerce el super-hĂ©roe por sĂ mismo y la imaginaciĂłn desbordante derivada de la creaciĂłn que se supone a un genio tecnolĂłgico del calibre del multimillonario y agente del bien Tony Stark. Por otro lado, hay giros ingenuos, que merecerĂan un calificativo más fuerte aunque son fácilmente disculpables; la actuaciĂłn de Guy Pearce, histriĂłnica y delirante, es para darle un suspenso cum laude; existe una cierta tendencia a que todo sea demasiado previsible a pesar de la originalidad que se ha impuesto a travĂ©s de la inventiva del protagonista; y tambiĂ©n, tal vez, hay un cierto aire de despedida por parte de Downey que llega a ser preocupante para los que deseamos verle otra vez en acciĂłn metido entre hierros inoxidables.
AsĂ, tenemos una espectacularidad en la pelĂcula que no se puede negar en ningĂşn momento, unos diálogos chispeantes que llegan a arrancar carcajadas de estilo pero tambiĂ©n un dibujo plano y sin gracia del malvado de turno que decae por momentos porque por ahĂ anda Ben Kingsley dando un par de lecciones de drama y comedia que hacen que Ă©l sea el autĂ©ntico villano. Por otra parte, Shane Black, competente guionista de pelĂculas de acciĂłn de las cuales podemos recordar El Ăşltimo boy scout o Arma letal, dirige con oficio, con seguridad en las escenas trepidantes en las que se ve envuelto el hombre de hierro, sabiendo lo que se hace y equivocándose solo en uno de los enfrentamientos, tal vez movido por el deseo de ofrecer algo diferente a lo que habĂa hecho hasta el momento a lo largo de la pelĂcula.
Por lo demás, entretenimiento de buen nivel aunque, sin duda, la mejor de la serie sigue siendo la primera y teniendo en el recuerdo la estupenda experiencia de Los vengadores, citada varias veces y vital para entender esa Ăşltima sorpresa que se guarda Black en la manga despuĂ©s de los tĂtulos de crĂ©dito finales. La gente sale satisfecha pero mucho más si se ha sido espectador de las dos primeras o lector asiduo de los avatares del hombre de hierro, un hombre que, más allá de tener el corazĂłn roto, se dejĂł rodear de sus propios demonios para renacer, para darse cuenta de que la vida era mucho más que luchar por ella porque, a cada minuto, nos pide que la vivamos. Hay un estupendo sentido del humor que planea sobre todas las situaciones que no hacen más que beneficiar la narraciĂłn. Más que nada porque el hombre de hierro (como asĂ se llamaba originalmente en los cĂłmics) es imprevisible en sus ataques pero aĂşn lo es más en sus salidas de tono y en sus ironĂas medidas. Yo, la verdad, me siento mucho más seguro desde que han decidido llevarlo al cine. TenĂa miedo de que, algĂşn dĂa, pudiera despertar para darme cuenta de que Ă©l, el gran tecnĂłlogo, el tipo valiente y descreĂdo, no era real. Durante algo más de dos horas, lo ha sido y eso me basta.
En medio de toda esta ola de adaptaciones de los cĂłmics de Marvel, siempre he pensado que las pelĂculas que hablan de esos hĂ©roes imposibles, de altĂsimo cĂłdigo Ă©tico, preocupados por la salvaciĂłn de la humanidad, son mucho más divertidas para aquellos que hemos crecido con ellos desde algĂşn lugar de nuestra estanterĂa. No es fácil adentrarse en las obsesiones permanentes de esos tipos que, por una razĂłn u otra, fueron bendecidos con algĂşn don que les hacĂa diferentes, seres marginales que aprovechaban esa diferencia para demostrar que cualquiera podĂa ser capaz de realizar la hazaña de destruir a los más malvados enemigos que en el mundo han sido.

Ahora nos llega la Ăşltima parte de este hombre de hierro que sigue con algunas de las constantes de la serie pero que, tambiĂ©n, peca de sus defectos. Entre los aciertos, no me cansarĂ© de destacar la perfecta adecuaciĂłn de Robert Downey Jr. a su personaje, la poderosĂsima banda sonora de Brian Tyler, la atracciĂłn que ejerce el super-hĂ©roe por sĂ mismo y la imaginaciĂłn desbordante derivada de la creaciĂłn que se supone a un genio tecnolĂłgico del calibre del multimillonario y agente del bien Tony Stark. Por otro lado, hay giros ingenuos, que merecerĂan un calificativo más fuerte aunque son fácilmente disculpables; la actuaciĂłn de Guy Pearce, histriĂłnica y delirante, es para darle un suspenso cum laude; existe una cierta tendencia a que todo sea demasiado previsible a pesar de la originalidad que se ha impuesto a travĂ©s de la inventiva del protagonista; y tambiĂ©n, tal vez, hay un cierto aire de despedida por parte de Downey que llega a ser preocupante para los que deseamos verle otra vez en acciĂłn metido entre hierros inoxidables.
AsĂ, tenemos una espectacularidad en la pelĂcula que no se puede negar en ningĂşn momento, unos diálogos chispeantes que llegan a arrancar carcajadas de estilo pero tambiĂ©n un dibujo plano y sin gracia del malvado de turno que decae por momentos porque por ahĂ anda Ben Kingsley dando un par de lecciones de drama y comedia que hacen que Ă©l sea el autĂ©ntico villano. Por otra parte, Shane Black, competente guionista de pelĂculas de acciĂłn de las cuales podemos recordar El Ăşltimo boy scout o Arma letal, dirige con oficio, con seguridad en las escenas trepidantes en las que se ve envuelto el hombre de hierro, sabiendo lo que se hace y equivocándose solo en uno de los enfrentamientos, tal vez movido por el deseo de ofrecer algo diferente a lo que habĂa hecho hasta el momento a lo largo de la pelĂcula.
Por lo demás, entretenimiento de buen nivel aunque, sin duda, la mejor de la serie sigue siendo la primera y teniendo en el recuerdo la estupenda experiencia de Los vengadores, citada varias veces y vital para entender esa Ăşltima sorpresa que se guarda Black en la manga despuĂ©s de los tĂtulos de crĂ©dito finales. La gente sale satisfecha pero mucho más si se ha sido espectador de las dos primeras o lector asiduo de los avatares del hombre de hierro, un hombre que, más allá de tener el corazĂłn roto, se dejĂł rodear de sus propios demonios para renacer, para darse cuenta de que la vida era mucho más que luchar por ella porque, a cada minuto, nos pide que la vivamos. Hay un estupendo sentido del humor que planea sobre todas las situaciones que no hacen más que beneficiar la narraciĂłn. Más que nada porque el hombre de hierro (como asĂ se llamaba originalmente en los cĂłmics) es imprevisible en sus ataques pero aĂşn lo es más en sus salidas de tono y en sus ironĂas medidas. Yo, la verdad, me siento mucho más seguro desde que han decidido llevarlo al cine. TenĂa miedo de que, algĂşn dĂa, pudiera despertar para darme cuenta de que Ă©l, el gran tecnĂłlogo, el tipo valiente y descreĂdo, no era real. Durante algo más de dos horas, lo ha sido y eso me basta.
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