Alemania: Una historia de amor y desamor

Desde mi niñez, había sido más germanófilo, que anglófilo, posiblemente por la empatía que el gobierno de Franco nos inculcó hacia aquella nación. La Legión Cóndor y sus nuevos y sofisticados armamentos, tuvieron sus primeras experiencias y probaron su eficacia en la contienda española. Les servimos como campo de prácticas para su pensada y posterior dominación continental. Fue un escenario idóneo y una oportuna ocasión.
Recuerdo, siendo niño, cómo los rubios pilotos de esta fuerza aérea y las dotaciones de sus temidos submarinos, causaban nuestro entusiasmo y el enamoramiento de nuestras jóvenes casaderas, cuando les veían pasear con sus brillantes uniformes por las calles y plazas gaditanas.
Incluso años después, durante la segunda guerra mundial, si por falta de carburantes o cualquier avería tenían

Comentábamos con cierta admiración que cuando oían en la radio las noticias de Alemania y sonaba el himno alemán al final, se levantaban rápidos y permanecían firmes durante el tiempo que duraba. Nosotros, que estábamos muy politizados y exaltados por la reciente guerra, cuando sonaba el nuestro al final de las noticias seguíamos con nuestro rollo sin modificar actitudes ni posturas.
Los episodios de la Legión Cóndor y la simbólica y casi obligada División Azul, para aplacar las exigencias germanas, no influyeron nada en Franco para adoptar su decisión de mantener barcos y aviones paralizados en nuestras costas y hangares, posiblemente en contra de sus particulares deseos.
AISLAMIENTO
Nuestro general, como buen gallego, era astuto y estratega y logró evitar que entráramos en la guerra europea, a pesar de las presiones que sufrió por ambos bandos contendientes. Posteriormente, comprobamos que no nos lo agradecieron, todo lo contrario. Un aislamiento total, salvo dos o tres países, entre ellos la Argentina de Perón, que nos mandó barcos con alimentos y que algunos de ellos no llegaron a su destino.

La famosa entrevista en Hendaya, con espera prolongada del poderoso Hitler al llamado “enano del Pardo”, fue una formidable e inteligente prueba de galleguismo al más puro estilo.
Expongo todo esto para indicar mi decepción ante una Inglaterra y sus aliados que no nos tuvieron en cuenta posteriormente y hasta se convirtieron en nuestros ya históricos y habituales enemigos. Mayor ha sido mi posterior desencanto con una Alemania a la que siempre hemos tratado con empatía y complicidad.
LA MARCA “ESPAÑA”

Ahora que se ve fuerte, gracias en parte a la ayuda y protección de sus ayer enemigos con su “puente aéreo berlinés” y “Plan Marshall” o Programa de Recuperación Europea, se olvida de sus tiempos de vacas flacas y nos quiere hacer sufrir a los demás lo que ellos padecieron debido exclusivamente a su locura de dominación. Se han convertido en nuestro castigo más implacable e incomprensible. Hasta nos consideran escoria.
En una reciente encuesta del Real Instituto Elcano, sobre la “marca “España, -que ahora se utiliza mucho para definir a nuestro país-, la ciudadanía alemana nos ha puesto a parir. No tienen en cuenta que cuando se jubilan eligen a nuestro país para adquirir sus residencias y pasar sus últimos años, atraídos por el ambiente de casi permanente sol y la maravilla de nuestras playas, de las que ellos carecen.
Sin omitir que se hallan a gusto con nuestra disparatada, pero acertada y adaptable filosofía de vivir, tan distinta al hermetismo y la monotonía, de cabeza cuadrada e ideas fijas que tienen ellos. Según este sondeo, uno de cada dos alemanes nos considera “corruptos, vagos, pobres y no fiables. Afirman que somos muy malos trabajadores. Se les ha subido de nuevo tanto poder a la cabeza y vuelven a creer que pertenecen a esa raza superior que al final les costó sangre, sudor, lágrimas y odios.

Cualquier español, por muy lerdo que sea, les da una soberana lección en capacitación, adaptación y atinada improvisación en todo tipo de trabajos. Han podido comprobarlo.
SATÉLITES
Lo de corruptos, me figuro que se referirán a los políticos, pues a los demás no nos queda ya ni ánimos para intentarlo, gracias en parte a la constante sangría que nos tiene sometidos su nueva líder, la oronda madrastra de Europa, señora Merkel. Si supieran lo que pensamos nosotros de ellos, seguro que no se verían tan ufanos y prepotentes. Nos miran de mala manera, pero en muchas e importantes asuntos les ganamos por goleada.
Según versiones que circularon en su tiempo, Churchil, el gran estadista y político inglés, en los años posteriores a la guerra mundial advirtió del peligro que supondría para Europa una Alemania unida. Pensaba que esta nación había sido la causante de las dos grandes guerras mundiales por su afán de conquista y dominio continental.
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Dos guerras en las que causaron millones de muertos no solo en las trincheras, sino en sus tristemente famosos campos de exterminio donde fueron masacrados y exterminados además de los judíos, otras etnias, ideologías políticas y hasta republicanos españoles.
Todos los que no presentaban los rasgos físicos de la “elitista raza aria”, que ellos creían y siguen creyendo que poseen en exclusiva, aunque los antecedentes de su entonces líder no fueran los adecuados. Dar el mando absoluto a una Alemania fuerte es condenarnos a figurar como satélites de un sol que no ilumina, sino achicharra. Y es la Historia la que nos lo confirma una y otra vez, pero a la tercera va la vencida.
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