¡!! Felicidades Mamá!!!
Félix Arbolí [colaboraciones].-
No sé si donde estás te llegan mis voces, rezos, alegrías y pesares. Creo que no, pues en tal caso no sería ese lugar privilegiado del que tanto nos hablan y enaltecen, sino remedo de este valle de injusticias y lágrimas donde purgamos nuestras culpas antes de morir.
Soy un convencido de que ese famoso Purgatorio lo pasamos en vida. No obstante, espero y deseo que algunos de esos seres etéreos que andan por esas ignotos espacios, puedan hacerte llegar mi agradecimiento por todo cuanto hiciste, significaste y me diste mientras tuve la inmensa suerte de tenerte cercana y tangible.
Ahora te siento y quiero aún más que entonces, -nunca se valora a las personas hasta que las perdemos-, pero no puedo percibir el calor de tus abrazos y el aliento de tus besos y los necesito y echo mucho de menos. Me duele no haberlo hecho con la intensidad y frecuencia que entonces podía hacerlo.
Te debo una manera de ser y de sentir que sigue viva, a pesar de las muchas lagunas y escollos superados. Ha sido el legado más importante que he podido recibir, por la tremenda fuerza y necesaria paz interior que ella me ha proporcionado. Ahora comprendo tu excesivo celo y hasta a veces airada actitud, ante mis equivocadas posturas en asuntos que podrían repercutir decisiva y negativamente en el transcurso de mi vida.
Me has hecho mucha falta y aún me la sigue haciendo, a pesar de que ya sea abuelo y esté pasado de rosca. Una madre es algo tan entrañable y sublime que no tiene límites en el cariño y fecha de caducidad en sus valiosos y desinteresados consejos.
Formamos parte de ella desde antes de nacer, cuando solo somos un pequeño botón en su interior, hasta el momento supremo de nuestra muerte, no la de ella, que no rompe ese fuerte y entrañable vínculo, sino que lo reafirma y fortalece con los llantos del alma, esos que no salen a la superficie.
EL PRIVILEGIO DE VIVIR
No comprendo cómo una madre puede ser capaz de eliminar la posibilidad de nacer a ese indefenso hijo que se está gestando en su vientre. Que no me hablen, por favor, de derechos de la mujer y su libertad de decidir sobre la vida o la muerte de ese ser que está engendrando. No entro en disquisiciones religiosas, pues no soy meapilas o “capillita”.
La religión es algo íntimo y personal, que nada tiene que ver en este asunto. No es la religión la que me inspira para escribir esto, sino el sentido común, el derecho de ese ser, aún en embrión, a nacer y el evitar el posible trauma de muchas mujeres que luego se sienten marcadas al perder la maravillosa sensación de la maternidad.
¿Y ese hijo concebido en un momento de amor o desbordada y prohibida pasión, no tiene derecho a la vida como lo hizo su propia y desnaturalizada madre? No es cuestión de creencias, ni mojigaterías, sino de simple y llana humanidad y sensibilidad femenina.
Los defensores del aborto, sin más, deberían tener en cuenta antes de proclamar sus consignas de muerte, que si sus padres hubiesen hecho igual ellos no hubiesen tenido el privilegio de vivir”.
¿Se creen acaso más importantes e imprescindibles que esos hijos que intentan tener idéntica oportunidad y pugnan en el interior de su propia madre por que le dejen vivir?
ADMIRACIÓN Y CARIÑO A TODAS LAS MADRES
El “Día de la Madre” nada tiene que ver con estas mujeres que alquilan su vientre para una falsa maternidad y entregan a ese hijo para que otros hagan con él, lo que ella no ha sido capaz, ni lo ha querido intentar. Ni las que gritan a favor de destrozar a ese ser que ya se está gestando, pues hay procedimientos para vivir el amor y el placer sin peligro de embarazo y evitar un posterior asesinato. Antes de abortar y defender esa postura, deberían pensar en sus padres y la generosidad que tuvieron con ellas.
Hoy quiero ser la voz de tantos inocentes perdidos en otros tantos vientres que no podemos llamar maternos, porque han cambiado su excepcional y privilegiada ocasión de dar vida por la acomodaticia y egoísta postura de mujer libre de ataduras, aunque ello suponga matar a un ser que pugnaba en su interior por que le dejaran vivir.
Mujer, hija, madre y abuela, mis más sinceras felicitaciones no solo en este día que, por cuestiones que no vienen a cuento señalar, dedican a la madre, sino porque eres ese ser tan maravilloso que desde el instante de tu concepción te esfuerzas, ama y te dedicas en cuerpo y alma a los hijos que has concebido”.
Toda mi admiración y cariño a vosotras, privilegiadas por el destino a la misión más sublime y hermosa de todas cuantas se pueden realizar en esta vida y en la otra. No hay nada que lo pueda igualar y mucho menos superar. Hasta Dios, a pesar de su inmenso poder, necesitó a una Madre para poder cumplir su tarea redentora. Jesús, sin María, no hubiera existido humanamente. Así de sencillo y grandioso.
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