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Al salir del cine: CARTAS BOCA ARRIBA (Ahora me ves)

César Bardés [colaborador].-


La magia es esa ilusión que se crea a partir de una distracción. Esa frase esconde ya de por sí un truco porque muchas veces la misma distracción es el engaño que se pretende perpetrar. La magia también es esa forma de vida que algunos escogen para hacer mentiras creíbles. Y aún hay más. Puede ser incluso que la magia sea real. Basta con hacer un truco impactante, algo que llame la atención de los miles de incautos que se acercan a observar de cerca perdiéndose la visión panorámica de las cosas. Nos lo hacen todos los días en escenarios mediáticos cientos de políticos que se creen más listos que nadie. En realidad, el objetivo no es solo entretener. Es vivir del entretenimiento.

Y así nos encontramos con magos mediocres que se creen brillantes y magos brillantes que no consiguen salir de la mediocridad. Meros artistas callejeros que se dedican a impresionar con añagazas de explicación más sencilla de lo que imaginamos. Sin embargo, hay otros que son auténticos ilusionistas que creen que la magia es la misma realidad y ahí es donde hay que tener mucho cuidado porque van a exigir más del espectador, más del ejecutor, más del culpable y más, mucho más, del que osa desafiarles con las armas de la lógica y de la razón.



AquĂ­ asistimos a un espectáculo que tiene un ritmo endiablado en sus primeros compases aunque luego se detiene para intentar contar algo de historia. La elegancia agresiva está presente porque, al fin y al cabo, los trucos que llevan estos magos cuidadosamente elegidos son cosas que desearĂ­amos ver realizadas. ¿A quiĂ©n no le gustarĂ­a que, por el precio de un espectáculo de magia, se acabara con cinco ceros más en la cuenta corriente? Que levante el dedo el primero que diga que no, porque Ă©se, precisamente, será el señuelo que sirva de distracciĂłn.

Uno de los secretos de las cartas boca arriba, es la paciencia. Es idear el truco, diseñarlo y ejecutarlo mucho antes de subirse a un escenario apropiado. Los años son el mejor truco posible porque nadie tiene tanta quietud como para aguardar ver lo imposible. Ahora me ves, ahora no me ves…y lo peor es que aĂşn estoy ahĂ­, solo que no puedes verme. Ésa es una de las claves. Lo saben bien esos agoreros arrogantes que intentan descifrar los trucos porque creen que su inteligencia es insuperable. Y tambiĂ©n están viendo todo desde demasiado cerca porque son incapaces de darse cuenta de que el engaño no está al final del brazo, está en la mente.

Louis Leterrier dirige con buen tino una pelĂ­cula que se convierte en un juego de muñecas rusas que siempre esconde algĂşn as en la manga. ReĂşne a un reparto eficaz, que sabe moverse con pericia dentro de las sorpresas que, una y otra vez, se suceden. Mucho más encajado Jesse Eisenberg que en sus intentos anteriores, muy irĂłnico y socarrĂłn Woody Harrelson, muy agobiado y perdedor Mark Ruffalo, muy sereno y observador Morgan Freeman, muy elegante y bella Melanie Laurent alejada ya de los Malditos bastardos de Tarantino, muy gozoso y temible Michael Caine, muy creĂ­ble y enamorada Isla Fisher y muy impulsivo y juvenil Dave Franco…y entre tanto “muy” ya les he colado el truco. Cosas de la magia de escribir.
Cartas boca arriba, porque entrar en el mundo de la fascinación y del encantamiento es tarea para gente que está más atenta de lo habitual. Por supuesto, los fallos de la película se esconden detrás del espectáculo, pero el rato se esfuma con unas cuantas palabras embrujadas. Basta con acercarse hasta el cine y dejar que el engaño se haga protagonista. Verán cómo no todo es tan fácil, ni tan explicable. Porque el enemigo diario se llama lógica. Es esa dama un tanto aguafiestas que se empeña en dar explicaciones cuando nadie se las ha pedido.

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