Esas canciones populares [Memento Mori]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
- Hubo un tiempo, hijo mĂo, en que no existĂa la letra escrita. Los seres humanos se servĂan de la palabra oral, y esta era libre, y vital, el verbo creador que usaron los primeros dioses. Las verdades entonces no se escribĂan en gruesos volĂşmenes que pronto se perdĂan en anaqueles viejos y polvorientos, sino que se recitaban, se cantaban y pasaban de generaciĂłn en generaciĂłn.
Los sabios de aquel tiempo, sabios de verdad que estaban en estrecho contacto con las manifestaciones de la divinidad, codificaban en esas canciones populares los mensajes más trascendentes, el conocimiento que poseĂan y que, de este modo, se hacĂa accesible a todos, aunque muy pocos eran capaces de comprenderlo.
Porque, y no me cansarĂ© de decĂrtelo, la verdad es deseable, pero compleja; y no todos pueden asimilarla, y muy pocos la ven aunque la tengan delante de los ojos.
AsĂ que para la gran mayorĂa esas canciones se convirtieron en cuentos, en historias para esparcir diversiĂłn y entretenimiento, y las llamaron leyendas, o mitos, o epopeyas, y terminaron dándolas por falsas, confundiendo el verdadero conocimiento con frutos de la imaginaciĂłn de unas cuantas mentes creativas. Pero en esas canciones, en esas historias, está la explicaciĂłn a nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Entender esas canciones supondrĂa entendernos a nosotros mismos.
- Pero, padre... ¿y las canciones que hablan de batallas gigantescas? ¿Y las que hablan de seres monstruosos y destructivos? ¿Y las que amenazan con una oscuridad que retorna, con el regreso de los malos tiempos?
- Esas, hijo mĂo, son las más veraces de todas... Mira al horizonte, ¿no ves los malos tiempos? Se acercan. Y si no puedes distinguirlos, es porque ya estamos inmersos en ellos, y los árboles no nos dejan ver el bosque.
- ¿Y quĂ© se hace entonces, padre?
- Vuelve a los conocimientos arcanos, a las canciones populares... ¿alguna habla de esperanza y de luz al final del tĂşnel?
- Algunas...
- Pues agárrate a ellas como a clavos ardiendo...
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