Arroz caldoso con langostinos

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Hay momentos y circunstancias que surgen de improviso y acaban dándonos un día que nos agrada sobremanera y nos carga las ya desgastadas pilas vitales. Me ocurrió en la mañana del martes cuando me disponía a emprender la jornada habitual y recibí una llamada de mi yerno, al que tuve la suerte de ingresar en la familia con caracteres de hijo.

No he visto persona más servicial y cariñosa. Lo que más me agrada de él es lo feliz que hace a mi hija. Mi niña de siempre, -aunque tenga un hijo veinteañero y otra intentando llegar a la veintena-. Para los padres los hijos no crecen en años, sólo lo hacen en cariño.
Llamaba para que pasáramos el día en su casa, pues iba a preparar en nuestro honor  “arroz caldoso con langostinos”. “Bocatto  di Cardinale”. He de aclarar que es un aventajado aficionado en el arte de la buena gastronomía.  Él nos vendría a recoger y nos regresaría al final de la jornada.

Utilizó cazuela de barro, como mandan los cánones culinarios. Ante esa visión, nada fantasmagórica por cierto, me vinieron a la  mente los versos de Chamizo, el poeta extremeño, sobre el arte de la alfarería: “Oficio noble y bizarro, entre todos el primero, pues en la industria del barro, Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro”.

Mi hija es feliz teniéndonos en su casa, donde nos colma de atenciones y cariño. También nos acompañaba Irene, mi nieta y ahijada, una joven guapa y moderna, con criterio muy propio y cariñoso solo con los que ella quiere.

Vimos filmaciones familiares desde que mis nietos llegaron a este mundo y dieron  sus primeros pasos, periodos vacacionales que pasábamos juntos en la playa de La Barrosa y  eventos familiares ocurridos en esos años.  Fue un regreso al ayer, más lleno de sonrisas y exclamaciones festivas, que de nostalgias. A veces es grato y hasta terapéutico dar marcha atrás y recordar el camino recorrido.

MONARQUÍA O REPÚBLICA

Saboreé mi cubalibre de ron, -el de ginebra se llama “raft”-, que es la bebida que suelo pedir en mis momentos especiales, mientras se hablaba de todo y por todos. Temas políticos, hechos históricos, bromas familiares y todo cuanto sale a la palestra cuando cinco personas se reúnen en un ambiente familiar y distendido.

Uno de los debates fue el de Monarquía o República, tan de actualidad en estos días de escándalos coronados y descontento popular hacia los miembros de la Familia Real”. 

Yo pienso que nos da más prestigio en el exterior y son más convincentes sus palabras, cuando se trata de un Rey, que cuando lo hace un Presidente de República, pero también opino que con los desaciertos actuales tan gordos y escandalosos de la Familia Real, tampoco es para tirar cohetes.

Mucho han de cambiar los interesados para poder recuperar el fervor de un pueblo que ya está hasta la coronilla de unas Infantas que no han sabido elegir a sus parejas y han hecho de sus vidas un cúmulo de protestas y descalificaciones. Es vergonzoso que la hija del Rey se halle implicada, aunque solo sea por lazos conyugales, en un escándalo tan enorme de corrupción. 

Tampoco el Príncipe heredero, -no sabemos si alguna vez dejará de serlo-,  ha estado muy afortunado en la elección de la que quiere que aceptemos como Reina de España, cuando doña Sofía, que ha desempeñado con dignidad su difícil papel de madre y reina, deje de serlo.

Una colega, ya casada y divorciada, antes republicana y con la absurda pretensión de realizar su papel de Princesa de Asturias, en horas y días laborales como si se tratara de una secretaria, aunque sin perder sus atribuciones y privilegios, no es motivo de dicha y esperanza para los que ven en la Monarquía el sistema ideal para el gobierno de España.

REGRESAR A LA NORMALIDAD

No obstante, tampoco es digna de entusiasmos y confianza la implantación de esa República que tanto airean y defienden grupos y políticos nada proclives a la idea de una España solidaria y respetuosa con los opuestos ideales de los ciudadanos que no impliquen amenaza alguna.

No me da buenas vibraciones el término “federal” que le quieren endosar, pues los federalismos españoles no son los brotes verdes de los que hablaba Zapatero, ni la “niña” prodigiosa de Rajoy, sino las confrontaciones y separatismos regionales que los de siempre tienen en mente. Y ya estamos hartos de sembrar incordios para que vuelvan a germinar nuestras absurdas y trágicas guerras civiles”.

Muchos países tienen como sistema de gobierno a la República y saben guardar el respeto  hacia los que no tienen sus mismas tendencias en el terreno ideológico. ¿Por qué en España hemos hecho de la República el villano de la película al que tanto tememos, cuando solo aspiramos a vivir en paz, disfrutar de las ventajas sociales logradas antes de la llegada de Rajoy y respetar lo que piense el vecino y que él respete asimismo lo que pensamos nosotros?

¿Terminaremos alguna vez la obsoleta manía de rojos y azules, izquierdas y derechas, que quieren seguir manteniendo los que ni siquiera fueron testigos y víctimas de aquel trágico periodo?”.

Hasta en nuestras series televisivas y películas se empeñan en mantener esa pugna y odio cerval entre comunistas y fascistas, cuando ambos ya han desaparecido del panorama internacional por desfasados y erróneos. Es hora ya de pasar página de una vez y mirar al futuro como ejemplo de una convivencia pacífica entre los ciudadanos.

Acallar de una puñetera vez a los propagadores de un rencor que ya no debe tener cabida en nuestras vidas. Y entonces, libres de traumas y tramas, esperar ilusionados que con Monarquía o República, España regrese a su normalidad.