Mi última novela
Al fin he podido ver terminada mi primera novela de serie negra que empecé hace ya siete años. Era mi asignatura pendiente y no quería desaparecer sin verla acabada. No digo publicada pues esas son palabras mayores. La escribí muy ilusionado y con mucho ímpetu a requerimientos de mi hijo el mayor, que me animó a ello y me dio algunas ideas que he aprovechado.
Es la primera novela que escribo en toda mi vida y es lógico que también sea la última. La he escrito con la misma ilusión e interés que lo hice con la primera, dedicada a mi querida tierra chiclanera, hace la friolera de cuarenta años. .
Los otros cuatro libros publicados han sido más bien crónicas e historias, uno de ellos, como ya indico, dedicado a mi Chiclana natal, cuando todos la confundían con Chipiona por ser ésta más conocida gracias a Rocío Jurado.
Me ponía frenético que cada vez que mencionaba mi tierra de origen me hablaran de Rocío y su Chipiona. Hoy, gracias al turismo de élite, a las urbanizaciones de lujo y a los “cinco estrellas” en su famosa playa, Chiclana es obligada referencia entre nuestros paraísos veraniegos.
Puedo permitirme el lujo de ser uno de los pioneros en ver las enormes ventajas de esta entrañable zona si
PROMOCIÓN DE CHICLANA
Publiqué mis crónicas en “El Alcázar”, donde entonces trabajaba y algunos de los bodegueros y terratenientes de la ciudad me afearon y criticaron que me dedicara a promocionar el aspecto turístico de la ciudad. Iba contra su costumbre y avaricia de tener a los hombres y mujeres trabajando durante toda una jornada, por menos de lo que les iban a dar por cargar con el equipaje del taxi a la recepción del hotel. La frase es textual y la persona, hoy desaparecida, muy conocida y respetada en la ciudad.
El único que me animó a continuar mi lucha en beneficio de Chiclana, dándome todo su apoyo sin reservas, fue don José Marín, el creador de una industria artesana famosa en todo el mundo, gracias a la belleza inimitable de sus muñecas vestidas de gitanas, que hemos podido apreciar en multitud de rincones y películas.
Era el más rico no solo en el aspecto económico, sino lo más importante, en el amor sin límites hacia un pueblo que como yo, llevaba enquistado en lo más profundo de sus sentimientos.
Digan lo que digan. Aún recuerdo sus palabras, aquella tarde en el Bar “Central”, ante una copa de vino de la tierra, cuando le exponía mis reportajes y le hablaba de la publicación de un libro: “Si es por Chiclana, adelante, aquí estoy yo para apoyarte”.
No ha vuelto a salir ningún otro capaz de engrandecer y propagar esa ciudad que nos vio nacer y a él morir y dar su nombre a la calle donde tenía instalada su famosa fábrica. Un homenaje tardío, pero siempre y del todo merecido.

AMOR A UN NIETO
En este apoyo e interés, no debo olvidar, a fuer de agradecido y sincero, a mi buen amigo Pepe Vázquez, del que llevo varios años desconectado y al que tuve el privilegio de presentar un libro suyo en Madrid, en el Hotel “Foxá”, ante amigos y periodistas. Otro buen elemento en el despertar turístico de la entonces aletargada y desconocida Chiclana.
Mi nueva novela, cómo no, se desarrolla en gran parte en Chiclana, en un chalet de su Playa de La Barrosa y en Cádiz. Mis dos grandes amores geográficos a la zaga de España. También transcurre todo un capitulo en El Vaticano y describo sus controles y lugares interiores, gracias al asesoramiento de mi compañera Paloma Gómez Borrero. Que de esto sabe más que el propio Papa. Madrid y Sevilla, forman parte también de la trama.
Desde que la escribí por primera vez, recién publicado mi último libro “Recuerdos de una infancia rota”, ha estado guardada y casi olvidada. He de aclarar que mientras la escribía iniciaba mis contactos en las páginas de “vistazo” – ya ha llovido-, y varios de sus capítulos se los envié a Carmen Planchuelo, mi gran amiga y compañera, para que le echara una ojeada y me diera algunas opiniones. Uno de sus comentarios me hizo cambiar todo un capítulo ya escrito, pues los consideré muy convenientes.
Fue mi nieto, el de los 22 tacos, el que me recordó un domingo lo de la novela y me dijo que quería leerla. Me di cuenta que la tenía aparcada y desfasada”.
Y para atender su petición, detalle que me agradó y mucho, me puse manos a la obra, mañana, tarde y parte de la noche y logré terminarla, corregida convenientemente, en sus 518 folios a doble espacio y por una sola cara.
Al nacer este nieto dejé de fumar mis casi tres paquetes diarios, sin que nadie me lo pidiera o aconsejara, solo me guiaba la idea de que sin tabaco disfrutaría más años de gozar con el amor de ese nuevo miembro de la familia. Hoy le debo tan enorme favor. Por él también he sacado del cajón de las cosas inacabadas, le primera novela que he creado usando en exclusiva mi imaginación. He de aclarar que me ha gustado. Verla publicada es harina de otro costal.
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