Desapariciones a la carta [Memento Mori]
José Antonio Sanduvete [colaborador].-
Imagine que alguien se le acerca y le cuenta que usted, de tanto en tanto, desaparece. Usted, lógicamente, al principio le tachará de loco, pero como el sentido común no está reñido con los buenos modales, usted permite que ese alguien se explique.
Imagine que alguien se le acerca y le cuenta que usted, de tanto en tanto, desaparece. Usted, lógicamente, al principio le tachará de loco, pero como el sentido común no está reñido con los buenos modales, usted permite que ese alguien se explique.
Le dice que no es broma, que usted desaparece. Cada cierto tiempo,
pongamos unos cinco segundos al dĂa. Que su cuerpo material comienza a
tornarse traslĂşcido, y luego transparente, hasta que resulta invisible;
que le lleva sucediendo toda la vida, desde la infancia, y que el mundo
ha llegado a considerarlo normal, por eso nunca nadie se lo habĂa
mencionado antes.
Que usted es, simplemente, esa persona que tiene la particularidad de desaparecer cinco segundos al dĂa.
Que usted es, simplemente, esa persona que tiene la particularidad de desaparecer cinco segundos al dĂa.
Obviamente, durante esos cinco segundos usted, segĂşn ese alguien, se
encuentra en una especie de "tiempo perdido", en el que no hace nada, al
parecer, y del que al salir, por supuesto, no recuerda nada. De hecho,
al volver usted actĂşa como si nada hubiera pasado. Para usted no ha
transcurrido más que un instante, y no nota cambio... en definitiva el
mundo no cambia tanto en cinco segundos...
Supongo que, tras este descubrimiento, usted tratarĂa de confirmarlo con
el mayor nĂşmero de conocidos posible. Y si estos conocidos, en efecto,
corroboran la historia, usted se encontrarĂa en una encrucijada, pues no
podrĂa demostrar que los demás se encuentran en un error, del mismo
modo que no podrĂa demostrar que usted está en lo cierto.
Imagine ahora que le sucede todo lo contrario. De esto Ăşltimo, de hecho,
existe un caso en los archivos de las curiosidades clĂnicas. Pavel
Cerny, un checo que viviĂł en el siglo XIX como sĂşbdito del Imperio
Austro-hĂşngaro, se pasĂł la vida sosteniendo que todo el mundo
desaparecĂa durante cinco segundo al dĂa, siempre, indefectiblemente, a
media tarde. SegĂşn este señor, durante cinco segundo al dĂa Ă©l se
convertĂa en el Ăşnico habitante del planeta. Tras ese tiempo todo volvĂa
a la normalidad, nadie recordaba nada, todos retomaban el mismo gesto,
la misma frase, el mismo movimiento que se encontraban desarrollando
antes del "tiempo perdido".
Pavel Cerny sostuvo, ante la incredulidad de sus semejantes, que
aquellos cinco segundos diarios suponĂan para Ă©l una sensaciĂłn tal de
angustia y soledad que se convertĂan en el periodo más largo del dĂa, y
que la posibilidad de que, casualmente, el mundo no regresara tras ese
tiempo, le atormentaba enormemente.
Nadie creyĂł a Cerny, por supuesto, aunque nadie pudo demostrar que se
encontrara equivocado. DeambulĂł de manicomio en manicomio hasta su
suicidio, un dĂa cualquiera de 1899. Nadie ha vuelto a sostener, desde
entonces, que el mundo desaparece cada dĂa durante cinco segundos;
nadie, tampoco, ha sido capaz de demostrar que no sucede asĂ...
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