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Las “alegrías” se convierten en “peteneras”

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Una querida y gran amiga me pregunta por qué no dedico uno de mis artículos al  optimismo y a los temas alegres. Para mí, siendo andaluz hasta cuando sueño, nada me haría más dichoso que enfocar la vida y sus circunstancias con la típica “guasa” gaditana,  aunque  temo que tratar la situación que vive el país en plan jocoso podría considerarse hasta ofensivo para los que malviven con la desgracia.   

En España ya estamos con el alma arrugada como un acordeón, ante tantas noticias alarmantes, presagios catastrofistas y pérdida de esperanza a posible solución. Dicen, así quiero creerlo, que la situación económica del país va mejorando lenta y firmemente y es posible que pueda surgir al Arco Iris después de tantos meses de tormentosa tempestad.

No sé si esto es verdad o una nueva invención para hacernos ver color grisáceo lo que es negro zaino, citando términos taurinos. Pretendo, mi querida amiga, tratar con la sutil ironía de los de mi tierra la actualidad que vivimos, sin vuelcos a derecha o izquierda que puedan empañar la transparencia de mi esencia gaditana.

En Cádiz, desde tiempos inmemoriales, siempre hemos sabido contar las penas y  desgracias a través de coplas y chascarrillos. Las chirigotas carnavalescas  lo testimonian. No por falta de sensibilidad, sino porque ya estamos tan acostumbrados que nos ignoren y  machaquen a lo largo de la Historia todos los gobiernos, que nos mofamos hasta de nuestra propia sombra.

Nos sale el cante cuando sentimos aflorar el llanto para que el dolor se escape con la copla. En esto consiste precisamente nuestro “aqué”, que es el arte de expresar lo que no se puede definir. Actualmente, contagiado por el ambiente, el cante gaditano ha sustituido sus alegrías y tanguillos por la  petenera, que expresa el dolor y acompaña al mal fario, que dicen los gitanos de la tierra.

TRIMILENARIA HISTORIA

A esta provincia, forjada a base de la esencia de tantos pobladores a lo largo de su trimilenaria historia, no solo le afectan y duelen sus propias penas, sino que siente y se solidariza con las de los demás y así su cante, amargo y doliente, lo camuflan y suavizan para que su corazón no estalle en mil pedazos.

Hablar en tono de humor tal como está el país es como cantar el “himno de la alegría” en un funeral. A los gaditanos –y me refiero a toda la provincia-, nos va mucho eso de a mal tiempo buena cara y salga el sol por donde salga. Lo de “por Antequera” pertenece a otros lares. Pero se dan momentos en la vida que ironizar y chistear con ellos puede parecer ultrajante y sádico.

Nuestra peculiar filosofía tan “repajolera” y satírica hasta con los  propios padecimientos, forma parte de nuestro acervo costumbrista y cultural desde los tiempos mitológicos cuando Hércules, Argantonio y los Geriones andaban  por estos confines y se enzarzaban en épicas batallas cuya realidad o fantasía es difícil precisar.

No  quiero decir que nos traiga al pairo todo cuanto ocurre. Todo lo contrario, cuando al  gaditano se le “ajuma el pescao”, salta como un  león enfurecido,  -ya lo experimentó el poderoso ejército napoleónico- , arrasa con todo y hasta se  acuerda de la madre que parió (que no tiene culpa), a tantos “malages”, carpantas, trotaconventos, tuercebotas, indeseables y sanguijuelas embarcados en la política y disfrutando de una posición y un lujo sostenidos a costa del hambre de todo un pueblo.  No cito a nadie, pero los hay en todos los colores, excepto el verde, que creyendo eran los brotes de los que hablaba Zapatero, se los comió la “niña” de Rajoy.

LA CENICIENTA DE ESPAÑA

Ignoro por qué han considerado desde tiempos pretéritos y hasta en los actuales, a esta enorme región, a la que llevo tan adentro, como  “Cenicienta” de España y la han tenido en una especie de “apartheid” respecto al resto, cuando ha sido la cuna fecunda y afortunada de nombres que han brillado con luz propia en las ciencias, las letras, el arte y la política, como Séneca, Trajano, Adriano, Averroes, Maimónides, Columela, el Gran Capitán, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Castelar, Alcalá Zamora, Becquer, Góngora, Machado, Juan Ramón Jiménez, Falla, Velazquez, Murillo, Picasso y me dejo a más de un centenar que puedo recordar.

No es de justicia considerar que este trozo de España, siempre fiel al legado de sus mayores y la integridad patria, siga siendo un gran latifundio en manos de unos pocos que lo utilizan como finca de recreo y despensa para caprichos y lujos, obligando a sus naturales a emigrar y convertirse en mano de obra barata para favorecer el desarrollo y la riqueza de otras regiones más mimadas y protegidas por los estamentos oficiales.

Me asusta, mi querida amiga, que Rajoy haya dicho que no se congelarán pensiones, ni subirán los impuestos y que todo irá mejor en el próximo año, porque eso ya lo hemos oído otras veces y ha significado que bajarán las primeras, se volverán a recortar los ya ridículos sueldos y el paro alcanzará cotas espeluznantes y con estas cuestiones no se pueden gastar bromas, ni esbozar sonrisas.


Considerando los intolerables y abominables desniveles sociales que hoy existen y los casos de auténtica hambruna que padece gran parte de nuestra población, les puedo  asegurar que hasta el pan o el plato de comida que aún disfruto, me sienta mal y me causa remordimiento al pensar en esas familias y millones de niños que, en nuestra misma España, pasan días sin comer o lo hacen insuficiente. 

Hay chavales, que podrían ser los suyos o los míos, que sólo se alimentan con lo que les sirven en los comedores escolares y hasta esa limosna alimenticia que haría sentirse avergonzado a cualquier gobierno con dignidad, la están eliminando también sin sentir el menor pudor. De asco y vergüenza. Mi “machada” de haber ido a votar en las pasadas elecciones me quita el sueño y las ganas de comer ya que me parece hasta sacrílego.

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