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Con “tetas” y a lo loco

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Los pechos femeninos, comúnmente llamados “tetas”, palabra que figura en el diccionario sin reparo alguno, (para tranquilidad de mentes pacatas y remilgadas),  se han convertido en el tema de estos días.

Desde que llegó la moda del “top less” a las portadas de revistas y nuestras playas, las delanteras femeninas han sido el objetivo más buscado y deseado de fotógrafos de la prensa llamada del “corazón”, aunque sean otros órganos los que ocupan su interés.

Nada importa que esos excitantes y aireados atributos hayan sido reciclados y moldeados a base de implantes de silicona y lo que veamos sea un espejismo. Es decir, que poco tienen que ver con la realidad.       

El “restaurante de los bebés”, que se haya en crisis o “regulación de empleo”, por razones estéticas y acomodaticias, ha sido una de las armas más poderosas que algunas mujeres han usado en sus conquistas a través del equilibrio exhibicionista entre lo lícito y lo prohibido para hacer trabajar la imaginación del varón. 

Un “descuido” en el cierre del último botón del vestido de su presentadora consiguió que la audiencia de un programa se incrementara y rebasara a los de la competencia, aunque se trataran temas menos interesantes. El simple descuido “involuntario” de una cantante que dejó escapar uno de sus pechos mientras actuaba, fue la causa de que acaparara las noticias y grabaciones, aunque su interpretación no pasara de la mediocridad.

El posado de una  famosa en la playa o cualquier otro lugar, en un “inconsciente” y atrevido desnudo de  cintura para arriba, es razón más que suficiente para ocupar portadas  y convertir en mujer de la semana a su despistada y avispada protagonista.

EXHIBICIÓN

Sin embargo la exhibición del busto femenino se está prodigando para conseguir a base de estas dos poderosas razones, lo que a veces no tiene razón. Me refiero a la provocadora actitud de estas autollamadas feministas, que es condición común a toda mujer y tendencias afines, al entrar a pecho descubierto, nunca mejor empleada esta expresión, en el Congreso para protestar contra la nueva ley del aborto.

No me detengo a discernir sobre la misma pues la desconozco, aunque reitero mi actitud contraria al mismo, salvo circunstancias especiales o que impliquen evidente gravedad para la madre o la criatura. Respeto, aunque no comparta, el derecho de toda mujer a abortar, si esa es su decisión. Ojo, que digo respetar, no aplaudir.

Siempre defenderé el derecho a la vida de un ser ya concebido, respecto al de la madre que decide no tenerlo para satisfacer comodidades o alterar el ritmo de vida que se ha trazado. Si no quiere hijos, que tome la píldora o utilice otros procedimientos existentes, antes que eliminar a ese ser que ya siente desarrollarse en sus entrañas. Siento no estar de acuerdo con estas malogradas madres.   

Su grito  que “el aborto es sagrado”, no era el más a propósito. No por razones  religiosas, en las que no entro, sino por motivos estrictamente humanitarios. Hasta me resulta chocante que para defender su postura tengan que mostrar sus atributos mamarios en lugares inadecuados.

MOMENTOS Y LUGARES

Lo  considero más denigrante para ellas que para los sorprendidos congresistas que, por unos momentos, dejaron sus móviles, diarios y “tabletas”, para no perderse ese exhibicionismo de erótico cabreo que algunos hacía tiempo ya habrían olvidado.

No tengo nada contra el feminismo, ni ningún otro “ísmo” que signifique avance social y cultural, pero sí contra ese exhibicionismo que atenta contra el derecho a la vida de un ser indefenso amenazado por su propia madre. Incomprensible que los de Izquierda Unida las aplaudieran y alentaran no sé si por lo que mostraban de forma generosa o porque no pensaron que si sus madres hubiesen hecho lo mismo, ellos no estarían en el Congreso pegándose la gran vida. Hablemos sin tapujos. 

Hay momentos y lugares adecuados para descubrir esas delanteras y el elegido no era precisamente el más idóneo, aunque dado el desmadre en que vivimos nada nos sorprende ya. No soy ni de los que miran para otro lado avergonzado, en todo caso deberían sentirse ellas, ni de los que captan con sus móviles esos pechos colgantes y no todos merecedores de ser inmortalizados. Llamar sagrado al aborto, me parece como poco  aberrante.

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