Las rejas de nuestras vidas

Aunque por fortuna no he tenido que experimentarlo, cuando uno se ve con el agua al cuello y sin posible salvación, se agarra a un clavo ardiendo sin tener en cuenta las consecuencias de su desesperada decisión. Si sus hijos pasan hambre, entiendo que un padre sea capaz de hacer lo inimaginable, hasta arriesgar su propia vida por tal de ofrecerles algo de comer y no hay nada capaz de detenerlo.
Son los que tratan de huir de las rejas del hambre y del sufrimiento en los que se hallan encerrados. Esas rejas que marcan la línea divisoria entre ser considerado escoria o un ser humano. Y no me salgan con el socorrido razonamiento de que la precariedad de esos seres es voluntad de Dios, para calmar sus airadas reacciones y conseguir su conformismo y resignación.

La desigualdad es la consecuencia del injusto reparto de unos bienes que nos pertenecen a todos por igual. La hambruna solo se vence con algo sólido y caliente y no lanzando preces al cielo. La oración podrá alimentar las ansias del alma, pero no adormecer los gritos del hambre.
Los que comemos todos los días y disponemos de una casa donde vivir y dormir sin tener como gélidos testigos las estrellas, deberíamos preocuparnos de los que carecen de estas “riquezas”.
La ineptitud y codicia de unos políticos sin escrúpulos y chorizos “pata negra”, nos han despojado de la dignidad personal y hasta de la libertad ciudadana a los que confiaron en sus falacias y acabaron encadenados tras las rejas opresivas del abuso y el robo descarado.
VIVIMOS ENTRE REJAS
Hemos perdido la fe en el hombre y parece que Dios solo ayuda y favorece al poderoso y se olvida del que vive bajo mínimos. Nada extraño que en tiempos de continuas calamidades el vapuleado ciudadano asista con desconfianza y desdén al extraño compadreo entre algunos pastores de almas y esos “comulgantes”

He visto comulgar a un buitre carroñero que está sufriendo prisión por estafa y robo a muchas familias a las que ha dejado en la más completa ruina, mientras él engordaba su ya bien nutrida cuenta corriente. Y no he visto ningún rechazo del sacerdote para introducir el Cuerpo de Cristo en esa cueva de inmundicias, aunque era consciente de quién era y su pecado.
El mismo cura, que posiblemente negara públicamente la comunión al hijo de una madre soltera o separada, porque esa inocente criatura no reunía las condiciones para recibirla.
Vivimos entre rejas. Algunos las ven delante y otros las tienen detrás. Es como si nuestra vida fuera un gueto del que nadie escapa sin sufrir daño alguno. Dicen que los que más sufren, obtendrán los mayores privilegios cuando todo esto acabe y regresemos a nuestros orígenes o destino, pero no tengo clara la cuestión.
Estos días se habla mucho de rejas y sus comentarios no son nada elogiosos. Nadie puede asistir impotente e insensible a ese tremendo espectáculo de cuerpos humanos rajados por afiladas cuchillas y jirones de ropa ensangrentados, como desgarrado testimonio de la dura y hasta mortífera lucha de aquellos que intentan aplacar su hambre y recuperar su dignidad-de seres humanos.

Estas rejas solo ofrecen dos opciones, o no escalarlas y padecer una lenta y agónica muerte por hambre o hacerlo aunque ello suponga morir en el intento. Así de tremendo y de sencillo.
PROCEDEMIENTOS MÁS HUMANIZADOS
No soy partidario de la inmigración incontrolada, pero tampoco de rajar sin contemplaciones, a los desesperados de tantas calamidades, que arriesgan lo único que les queda, su vida, por llegar a un mundo mejor que el que les ha tocado en un reparto tan injusto.
No tienen culpa de ser los desheredados de la Tierra a quienes para calmarlos han prometido la gloria, después de pasar toda una vida en el infierno. De nada sirven los rezos si los recibimos a cuchilladas.
Creo que hay procedimientos más humanizados y efectivos para defender esas fronteras en momentos tan

Es la triste y amarga realidad. Tampoco podemos sentirnos tranquilos con esa llegada masiva que pretende cambiar nuestras costumbres y maneras de vivir. Son ellos los que deben adaptarse a las nuestras.
Me gustan las rejas, pero no las que siegan vidas, mutilan y discriminan, sino las que lucen los balcones y ventanas de mi tierra gaditana desde pasados siglos y tan celosamente conservadas.
Precisamente, mi último artículo publicado en él diario “ABC”, pero en el de los Luca de Tena y en páginas de huecograbado, lo dedicaba a “Las Rejas de Cádiz”, con fotos y unos versos de los que recuerdo algunas estrofas: “Rejas de Cádiz, sirenas -varadas entre mil flores,- artísticos miradores-, donde aliviaban sus penas –y rezaban mis mayores. -Fachadas de gracias plenas, -donde el hombre hizo primores,- testigos de mil amores- y apasionadas escenas.- de mis recuerdos mejores “.
Tema farragoso Sr.Arboli.Una cosa es lo que nos dice el corazon y otra muy distinta lo que no dice la cabeza.A mi entender la forma de poder ayudar a todas esta personas que arriesgan su vida es invertir en sus paises de origen para que pueden vivir alli,llamo invertir por decir alguna palabra,se puede utilizar...prestar,regalar etc.
ResponderEliminarTampoco se pueden dejar pasar asi porque si,pues estamos viendo cuales son las consecuencias y lo que si debe ser perseguido y llevado hasta las penas que sean es el "trafico"de estas personas.
Para el resto de europa el tema no es muy latente porque ellos no lo tienen en sus fronteras como si nos pasa a nosotros(y Lampedusa).Y es esa europa tan "solidaria y humana"la que deberia poner remedio.Independientemente de los sentimientos hay que poner alguna barrera que sirva de freno,pues no podemos ni debemos dejar entrar a todo el que quiera entrar......no tenemos recursos para ello,aparte de toda la problematica de tipo cultural,racial,religiosa y de costumbres,que ya estamos sufriendo.....Es posible que suene a racismo pero mas bien es de sentido comun y de defensa de lo nuestro."En la naturaleza las manadas mas grandes destruye a las mas pequeñas y la nuestra cada vez es mas chica y la de los foraneos mas grande"Un saludo amigo Arboli
Atinada tu reflexión, que comparto plenamente y que no desdice del fondo e intención de mi articulo. Todo lo contrario.
ResponderEliminarEstamos pasando un grave periodo economico y no pod3emos permitir que al incanculabnle ya numero de nuestro parados y desag¡huciuados se agreguen los millares de personas que distintas étnicas, culturas, costumbres, religión y demás a luchar cointra nuestros pobres por la comida y la habitabildad. Una cosa es impedirle el paso a todo aquel que no ha sido llamado y pretende entrar ilegalmente y otra recibirklos a cuchilladas. Ni eso, ni salirles al encuentro en su travbesía y traerlos a nuestras costas a diriao y por centenares, por las patrulleras de la Guardia Civil, que están para defender nuestras fronteras e impedir la inmigración ilegal y no para facilitarselas. Lo correcto es devolverlo a las costas marroquíes de donde proceden, con lo necesario para no morir de hambre y de frío y evitar que signa la corriente emigratoria, atraidas por el tratro que reciben. Pero velar por nuestros limites jurisdccionales y evitar intruos, no quiere decir que lo recibamo a cuchilladas. DSeimpremente devolverlos a sus lugares desde lo quue se colaron en nuestras fronteras. Gracias por tu atencióin y un abrazo