Misiva al eterno Nelson Mandela: un hombre de bien
VĂctor Corcoba [colaboraciones].-
El mundo entero le rinde tributo, a quien fue probablemente el lĂder moral más importante de esta Ă©poca, y sus pensamientos siguen más vivos que nunca. Naciones Unidas le califica como un coloso de la justicia, la paz y del servicio a la humanidad. O sea, un hombre de bien, que lo fue de corazĂłn y de alma. Jamás abandonĂł el combate de la palabra, del buen hacer y mejor decir.
ViviĂł en primera lĂnea de batalla, dispuesto a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo. Quiso cambiar el mundo y utilizĂł el arma del amor sin condiciones, puso voz y sentido a los lenguajes, los hizo vivencia personal, los compartiĂł, avivĂł la educaciĂłn para que no hubiese distinciĂłn de clases, y ensalzĂł al ser humano como prioridad.
Tanto su lenguaje como sus obras germinan de la coherencia, de su ideal de vida, el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonĂa y con iguales posibilidades.

Mandela descansa ya en paz. A destajo la cultivĂł en vida y la compartiĂł con todos. TomĂł el camino de lo armĂłnico, conquistĂł el miedo para salir airoso de este infierno mundano, y trabajĂł duro por la liberaciĂłn de los oprimidos. No escatimĂł esfuerzo para desterrar el odio y la venganza del planeta.
Como Ă©l mismo decĂa, “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religiĂłn”. ¿Por quĂ© despuĂ©s hacerlo? SerĂa bueno interrogarnos de vez en cuando, es prueba de que pensamos.
UN REFERENTE EN LA VIDA
Sin duda, Mandela es todo un referente y una referencia de vida. Continuamente estuvo abierto a todas las preguntas. CreĂa en la sabidurĂa colectiva, la Ăşnica que puede humanizarnos.

Desde luego, la humanidad tiene que trascender hacia ese espĂritu de Nelson, sustentado en la acciĂłn agrupada, en la reacciĂłn de las masas libres e independientes, para llevar a buen tĂ©rmino actos de justicia.
No está la ecuanimidad sólo en las palabras de la ley, está en nuestras actitudes, en nuestra manera de forjar los caminos, en nuestro empeño de poner audacia y esperanza en la especie humana.
Hoy las sociedades están hambrientas de guĂas que practiquen la donaciĂłn, sin interĂ©s alguno, la misma pobreza -como decĂa Mandela- no es un acto de caridad, sino de rectitud. Tenemos que unirnos para desterrar este infierno que hemos creado los seres humanos.
CONSTRUCTOR DE SUEÑOS
Nelson apostaba por esa alma social, por ese espĂritu de sociedad ensamblada en los valores naturales, por derribar las barreras raciales o de otro tipo, por ser el guardián de los indefensos; labores todas ellas que tenĂa en su hoja de servicios, como una obligaciĂłn moral.
Y asĂ, fruto de este compromiso social, ha batallado contra todo tipo de dominaciones, contra la dominaciĂłn blanca y tambiĂ©n contra la dominaciĂłn negra, y no ha abandonado este coraje hasta conseguir el dominio absoluto de sĂ mismo.
PermĂtaseme, pues, esta misiva necrolĂłgica a este constructor de sueños, con sentido del humor para que la gente se olvidase de sus problemas, dispuesto siempre a levantarse tras cualquier caĂda, despuĂ©s de haber llegado al final del camino. Sus huellas son imborrables. Ha creado escuela. Mientras el mundo enseña a odiar, Ă©l ensañaba a amar, haciĂ©ndose querer como si fuese el curador de cada ser humano.
Hasta su muerte es un testamento de amor que nos prologa, y nos prolonga su vida. Por él, por el inolvidable Nelson Mandela, el mundo hoy también está más unido que ayer, y asimismo más despierto, para digerir sus ideas de liberación tan necesarias en el presente.
El mundo entero le rinde tributo, a quien fue probablemente el lĂder moral más importante de esta Ă©poca, y sus pensamientos siguen más vivos que nunca. Naciones Unidas le califica como un coloso de la justicia, la paz y del servicio a la humanidad. O sea, un hombre de bien, que lo fue de corazĂłn y de alma. Jamás abandonĂł el combate de la palabra, del buen hacer y mejor decir.
ViviĂł en primera lĂnea de batalla, dispuesto a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo. Quiso cambiar el mundo y utilizĂł el arma del amor sin condiciones, puso voz y sentido a los lenguajes, los hizo vivencia personal, los compartiĂł, avivĂł la educaciĂłn para que no hubiese distinciĂłn de clases, y ensalzĂł al ser humano como prioridad.
Tanto su lenguaje como sus obras germinan de la coherencia, de su ideal de vida, el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonĂa y con iguales posibilidades.

Mandela descansa ya en paz. A destajo la cultivĂł en vida y la compartiĂł con todos. TomĂł el camino de lo armĂłnico, conquistĂł el miedo para salir airoso de este infierno mundano, y trabajĂł duro por la liberaciĂłn de los oprimidos. No escatimĂł esfuerzo para desterrar el odio y la venganza del planeta.
Como Ă©l mismo decĂa, “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religiĂłn”. ¿Por quĂ© despuĂ©s hacerlo? SerĂa bueno interrogarnos de vez en cuando, es prueba de que pensamos.
UN REFERENTE EN LA VIDA
Sin duda, Mandela es todo un referente y una referencia de vida. Continuamente estuvo abierto a todas las preguntas. CreĂa en la sabidurĂa colectiva, la Ăşnica que puede humanizarnos.

Desde luego, la humanidad tiene que trascender hacia ese espĂritu de Nelson, sustentado en la acciĂłn agrupada, en la reacciĂłn de las masas libres e independientes, para llevar a buen tĂ©rmino actos de justicia.
No está la ecuanimidad sólo en las palabras de la ley, está en nuestras actitudes, en nuestra manera de forjar los caminos, en nuestro empeño de poner audacia y esperanza en la especie humana.
Hoy las sociedades están hambrientas de guĂas que practiquen la donaciĂłn, sin interĂ©s alguno, la misma pobreza -como decĂa Mandela- no es un acto de caridad, sino de rectitud. Tenemos que unirnos para desterrar este infierno que hemos creado los seres humanos.
CONSTRUCTOR DE SUEÑOS
Nelson apostaba por esa alma social, por ese espĂritu de sociedad ensamblada en los valores naturales, por derribar las barreras raciales o de otro tipo, por ser el guardián de los indefensos; labores todas ellas que tenĂa en su hoja de servicios, como una obligaciĂłn moral.
Y asĂ, fruto de este compromiso social, ha batallado contra todo tipo de dominaciones, contra la dominaciĂłn blanca y tambiĂ©n contra la dominaciĂłn negra, y no ha abandonado este coraje hasta conseguir el dominio absoluto de sĂ mismo.
PermĂtaseme, pues, esta misiva necrolĂłgica a este constructor de sueños, con sentido del humor para que la gente se olvidase de sus problemas, dispuesto siempre a levantarse tras cualquier caĂda, despuĂ©s de haber llegado al final del camino. Sus huellas son imborrables. Ha creado escuela. Mientras el mundo enseña a odiar, Ă©l ensañaba a amar, haciĂ©ndose querer como si fuese el curador de cada ser humano.
Hasta su muerte es un testamento de amor que nos prologa, y nos prolonga su vida. Por él, por el inolvidable Nelson Mandela, el mundo hoy también está más unido que ayer, y asimismo más despierto, para digerir sus ideas de liberación tan necesarias en el presente.
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