PGOU de Chiclana City

Francisco M. Navas [colaboraciones].-

El pasado viernes, con los votos a favor del PP y del PVRE y con las abstenciones de PSOE e IU, se aprobó en pleno extraordinario del Ayuntamiento de esta ciudad el Plan General de Ordenación Urbana. Cualquier persona entiende perfectamente lo que significa un voto a favor o en contra.

En el caso de las abstenciones, cuya traducción literal viene a significar “ni sí ni no, yo de esto no opino, yo de esto no entiendo, yo en esto no participo”, resulta mucho más difícil comprender la postura de los dos partidos políticos que tomaron esta determinación.

La verdad es que los dos concejales de Izquierda Unida asisten como convidados de piedra a todos los asuntos que se dilucidan en los plenos. Cuentan poco o nada y me da la impresión de que a su lideresa esta ciudad se le ha quedado pequeña y se propone levantar el vuelo a corto o medio plazo.

Lo absolutamente inadmisible es la postura de PSOE que, tras décadas gobernando Chiclana, la ciudad sin ley, (de ahí el título de este artículo) propuso aplicar en su último mandato una supuesta regularización por la que unas quince mil viviendas irregulares habrían de pagar unos ochenta mil euros por familia, a pesar de haber sido construidas a pleno sol y con su consentimiento tácito durante sus sucesivos mandatos sin que nadie se preocupase de ello.

La cosa tiene su guasa. Yo, como gobernante, te animo, por acción u omisión, a construir donde quieras y como quieras, que aquí no pasa nada. Y cuando pase, te cobro por instalarte los servicios comunes de agua potable y alcantarillado, porque electricidad ya tienes, como si hubieses edificado en plena playa de la Barrosa.

CONTRATISTAS FORRADOS

Y de camino, pongo contentos y forrados de billetes a los cientos de contratistas chiclaneros que brotaron en su día como setas y que nunca tendrán responsabilidad alguna en semejante despropósito. Son los mismos que ahora se tienen que comer los dedos como los pulpos pero que entonces se volvieron millonarios de la noche a la mañana, reconvirtiendo sus campos de vides y de patatas en supuestas zonas urbanizables.

Dense un paseo por Chiclana City. En cuanto se separen un poco de la calle de La Plaza o de la calle de La Vega, comenzarán a observar casas y casas que en su día también fueron irregulares, salpicadas de algunos islotes legalizados. Y se fueron sumando unas a otras, siguiendo trazados, alturas y retranqueos verdaderamente caóticos y pasando con el tiempo a ser regularizadas automáticamente y sin costo alguno por los mismos que ahora se abstienen. El extrarradio era otra cosa.  

Quince mil empleos a base de ladrillo puro y duro dicen que se van a crear. ¡Es para partirse de risa! ¿Conocen ustedes, con los tiempos que corren, a muchas familias que tengan cuarenta o cincuenta o sesenta mil euros para pagar semejante obra faraónica? Yo no conozco a nadie.

QUE SE FASTIDIEN LOS CONCEJALES CON VIVIENDAS IRREGULARES

Supongo que, esta vez sí, movilizarán a la policía municipal para que nos visiten casa por casa, advirtiéndonos de la obligación de ponernos al día en nuestras supuestas obligaciones ciudadanas, mientras nos siguen cobrando un IBI como si estuviésemos, una vez más, viviendo en la playa de La Barrosa.

Todavía hay personas que creen en la buena fe de esta pandilla de advenedizos que se han dedicado a gobernar el caos, sin ser capaces de buscar soluciones factibles a los conflictos”. 

El problema es que contra más se muevan, más se enredarán en la madeja que ellos mismos produjeron con su ineficacia y con su ineptitud.

Estoy deseando ver en qué queda todo este tinglado que han montado, porque la inversión millonaria de la Rana Verde no salió de los presupuestos  municipales, sino de fondos externos. Y allí se gastó, sin que aún se le haya dado uso alguno ni se haya pasado al vecindario el platillo para cobrar, mucho más de lo que hubiera costado poner agua potable a toda la ciudad. Cuestión de prioridades.

Mucho me temo que nunca veremos la solución de este conflicto. El único consuelo que nos queda es el hecho de que más de la mitad de los concejales y concejalas de esta corporación viven en zonas irregulares. Y la otra mitad, tienen o han tenido terrenillos en la misma situación. Que se fastidien. Como nosotros.